"Un libro inútil, desaconsejable, malvado e indigno de figurar dentro del corpus de la Biblia" Antoni Ferret: "El libro 'Jueces' de la Biblia es un texto anticristiano"

Libro de los Jueces
Libro de los Jueces

"La narración, sobre todo sus episodios militares, está llena de hechos violentos y crueles, con frecuentes matanzas de miles de personas. No siempre 'necesarias' desde un punto de vista militar"

"La vulgaridad del libro es tan grande que la narración del último de los «jueces», Sansón, viene a ser como el contrapunto de esta información tan pobre, y es la «guinda» final"

"Sansón coge una mandíbula de asno y mata a un millar de filisteos... sin ninguna necesidad ni de salvar su vida ni de defender a su pueblo"

"Las crueldades son presentadas a menudo como inspiradas e impulsadas por Dios"

No sólo no aporta elementos, ni un solo dato, al conocimiento o al desarrollo del ideal, o el mensaje cristiano, sino que, muy sorprendentemente, aporta elementos de signo totalmente contrario.

Describe la actuación de 12 «jueces» que habría tenido el pueblo de Israel durante los siglos anteriores a la monarquía (siglos anteriores al X aC). Estos jueces serían un tipo de gobernantes, pero no hay ni uno que dicte ninguna obra de gobierno, sino que sólo dirigen acciones de guerra contra pueblas enemigos, en el marco de la disputa del territorio, o bien de la defensa de la libertad del pueblo de Israel.

La secuencia de la narrativa es, siempre, de manera sistemática, y usando siempre las mismas palabras, «los israelitas ofendieron al Señor, con su mal comportamiento». Entonces el Señor los deja caer bajo la opresión de un rey extranjero. Durante unos años. Unos años después, los israelitas claman al Señor, y entonces el Señor suscita, de entre ellos, un caudillo que, mediante la lucha militar (y la ayuda decisiva de Dios), los libera. Pasan unos años (20, 40, 15...) en paz. Durante estos años nunca se menciona que el caudillo militar, llamado «juez», tome decisión alguna en favor de la población, ni de ningún otro tipo. Después, vuelven a «ofender al Señor con su mal comportamiento», nunca descrito, pero por referencias indirectas parece que se trata de idolatría. Y vuelve a empezar el ciclo.

Pero lo peor es que la narración, sobre todo sus episodios militares, está llena de hechos violentos y crueles, con frecuentes matanzas de miles de personas. No siempre «necesarias» desde un punto de vista militar.

Sansón y la quijada de asno

¡Pero no! Lo peor de lo peor es que estas crueldades son presentadas a menudo como inspiradas e impulsadas por Dios. Por el llamado «espíritu del Señor». Llegamos, pues, a la realidad de un libro sacrílego.

La vulgaridad del libro es tan grande que la narración del último de los «jueces», Sansón, viene a ser como el contrapunto de esta información tan pobre, y es la «guinda» final. Un cúmulo de aventuras divertidas para compensar la aridez del resto del libro.

¡Pero qué final!!! Sansón no solo no ejecuta ninguna medida de buen gobierno, cosa que tampoco ha hecho ninguno de los anteriores, sino que tampoco lleva a cabo ninguna guerra popular defendiendo al pueblo israelita. Sus actuaciones son tan solo aventuras individuales contra los filisteos (el pueblo que entonces dominaba Israel), con provocaciones, venganzas, sin ninguna ventaja popular. Incluso, con sus agresiones, a menudo crueles matanzas, ocasiona represiones filisteas contra el pueblo de Israel.

Sansón y el templo

Y se llega al colmo cuando un día un grupo de israelitas lo va a buscar, lo detiene, lo ata y pretende entregarlo a los enemigos para sacárselo de encima. Naturalmente, él, con su enorme fuerza, se desata y... si hubiera huido, habría sido muy normal y bueno, pero Sansón coge una mandíbula de asno y mata a un millar de filisteos... sin ninguna necesidad ni de salvar su vida ni de defender a su pueblo. Toda una cruel y enorme matanza. Y este acontecimiento está presentado como si el lector tuviera que estar muy contento. Pues bien: todo eso todavía no es lo peor. Lo peor es que, según el autor, esta actuación la había ejecutado impulsado por «el espíritu del Señor».

Es decir: el libro «Jueces», además de ser, como todos los libros que hablan de la salida de Egipto, la travesía del desierto y la conquista de Canaán, un libro mítico (cosa que, en sí, no sería nada malo, sino que es un recurso usado normalmente en la antigüedad), no aporta ningún elemento para enriquecer el ideal o el mensaje cristiano, sino que, increíblemente, aporta un espíritu del todo opuesto.

Razón por la cual declaro este libro inútil, desaconsejable, malvado (además de ser superaburrido casi todo él), e indigno de figurar dentro del corpus de la Biblia.

Como este juicio también lo sostengo en relación a otros libros bíblicos, me gustaría ir confeccionando (y publicar) dos listas: una de libros que elaboren el mensaje cristiano, o bien aporten elementos complementarios, o lo recuerden o animen a vivirlo, y otra en relación a libros que no aporten nada, o que, más bien, aporten contravalores anticristianos. Como una orientación a lectores/as interesados en el tema. El problema es que he leído o bien conozco más o menos sólo una mitad de los libros bíblicos.

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