En la Iglesia Española y comenzando por sus organismos y representantes “superiores” Antonio Aradillas: "Renovarse o morir"

Asamblea Plenaria de la CEE: "Renovarse o morir"
Asamblea Plenaria de la CEE: "Renovarse o morir"

Ante la cercanía de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal sería provechoso subrayar algunas de las situaciones, doctrinas y adoctrinamientos que siguen obstaculizando la renovación de la Iglesia

A todos los niveles, en la Iglesia se echan de menos los procedimientos democráticos, a la Iglesia le sobran exhuberantes dosis de soberbia

De la sexualidad y sexualerías prefiero "no meneallo". Y sobre la mujer... corramos un tupido velo

Pese a todo, creo en esta Asamblea Plenaria del Episcopado Español, y en la lejana posibilidad y comportamientos de que siga el ejemplo de otras, recientemente celebradas, como la de Alemania

 

“Renovarse o morir” es una de las expresiones que, a modo de diagnóstico, se escucha con mayor frecuencia entre los católicos con ocasión de encontrarse ya la Iglesia en inminentes vísperas de la celebración de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, de la que se esperan cambios notables, al dictado del Vaticano II, encarnados con fervor en la figura del papa Francisco.

Y es que, en la Iglesia, en profundidad, evangelio y urgencia, hay que renovarse, comenzando por sus órganos, organismos y representantes “superiores”, al menos para que no dificulten y en ocasiones, hasta condenen los signos sagrados de reforma que comienzan a caracterizar y vivir el pueblo de Dios y quienes de alguna manera aspiren a serlo. La reflexión sobre el tema es de suprema actualidad religiosa, por lo que podrían ser de provecho subrayar algunas de las situaciones, doctrinas y adoctrinamientos que siguen obstaculizando la renovación de la Iglesia en términos tales, que no es exagerada la aseveración de que, al paso que vamos, la Iglesia –esta Iglesia- se acaba.

A todos los niveles, en la Iglesia se echan de menos los procedimientos democráticos, en idénticas proporciones a como se echan de más, invocan y subrayan las alusiones al “nombre de Dios” para su justificación con carácter casi-dogmático. A la Iglesia y a sus representantes, sobre todo episcopales, les sobran políticas y politiquerías. Invocar al Espíritu Santo e intentar hacerlo presente y activo, en nombramientos y en determinadas decisiones “eclesiales”, carece de consistencia y de fiabilidad, con flecos de blasfemia o de paganía.

A la Iglesia le sobran exhuberantes dosis de soberbia, así como el falaz convencimiento de que en todo -en casi todo- ella y sus representantes son “palabra de Dios”, condicionada este además por la seguridad de que su aplicación e interpretación es de santa y exclusiva competencia de quienes presiden los órganos principales de la institución, como en el caso de la citada Conferencia Episcopal.

Esta seguridad es de tal magnitud y “grandeza”, que ni tiene en cuenta que también los partidos políticos y tantas organizaciones y colegios, religiosos o no, son, practican y adoctrinan esa “palabra”, por exigencias de la convivencia ciudadana, a favor del pueblo-pueblo, aún sin ceremonias ni ritos que se intitulen “sagrados”.

Obispos españoles

La mayoría del episcopado en España no está en condiciones de vivir y sentir tal y como lo hace el resto de los mortales en la actualidad, en los ámbitos y ambientes juveniles, adultos -solteros y casados-, y “senior”. Los obispos, desde su más que dudosa vocación sacerdotal y probable “carrerasmo”, residen en otro mundo, avecindados en mansiones palaciegas, con todas sus consecuencias, -naturales y sobrenaturales-, no pocas de ellas todavía feudales.

El misterio, el secreto, la obscuridad los privilegios aún ciudadanos, los títulos supra-terrenales, el incienso, el báculo –con la frecuente tentación del “baculazo”- …alimentaron sus figuras diocesanas y curiales, hasta haberles despojado de sus modos de ser auténticos, no pocos de ellos revestidos tan solo de hipocresías. Pero como hoy todo -casi todo- se sabe…

Hay obispos que siguen pretendiendo aún, vivir ellos y la Iglesia a la que dicen servir –que no servirse-, de modo distinto y al margen de las leyes civiles que democráticamente rigen la sociedad, para la que la Iglesia es -debiera ser- modelo, ejemplo y referencia suprema ético-moral. El dicho evangélico de “haced lo que ellos- los Sumos Sacerdotes y “adláteres” del A.T.- digan, pero no lo que hagan”…, es de plena y dolorosa actualidad y vigencia también en la Iglesia.

De cuanto se relaciona con la sexualidad y sexualerías, con la Iglesia, sus administradores y representantes, prefiero “no meneallo” ni hacer alusión alguna. Sobran y faltan palabras. Y malos e impíos ejemplos de vida. Avergüenzan, aturden y atruenan. Escandalizan y confunden al personal, con estremecedora mención para el infantil rebaño del pastor de nombre Jesús quien salvadoramente suplicaba “dejad que los niños se acerquen a mí, porque de ellos es el Reino de Dios”.

Sobre el tema de la mujer, por mujer, como obsesión, objeto y sujeto de pecado social, ético y “religioso”, que tanta alergia y rechazo les propina a los miembros de la Conferencia Episcopal, prefiero arrojar un tupido y apretado velo, cerrando aquí y ahora todos sus poros e intersticios, con el fin de no exasperar al ex devoto sexo femenino, todavía – y por pocos años- al servicio- servidumbre de parte del clero.

Pese a todo, creo en esta Asamblea Plenaria del Episcopado Español, y en la lejana posibilidad y comportamientos de que siga el ejemplo de otras, recientemente celebradas, como la de Alemania. No obstante, y a la vista del panorama actual, de noticias y declaraciones de obispos hispanos, apuesto por sugerir reverentemente que, para el bien de la Iglesia, una buena parte del episcopado decida dimitir aún antes de su jubilación canónica, reconociendo con humildad y veracidad que ellos fueron nombrados, y aceptaron ser obispos, pero no para lo que hoy dibuja y desea el papa Francisco a instancias de las necesidades de la Iglesia y en salvadora respuesta a la realidad de la vida…

Por mi cuenta y riesgo, vuelvo a insistir en la posibilidad de que antes, o después, de la elección de los nuevos cargos episcopales, la amenaza de una nueva “Carta Colectiva”, de infeliz y triste recordación y “Cruzada”, siga vigente al menos con carácter de “provincia eclesiástica” o de Comunidad Autonómica…

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