"Siendo el arzobispo de Toledo- Guadalupe el más rico de la CEE, ¿no le sobraría este santuario y su Virgen? Antonio Aradillas: "El arzobispo más rico"

Francisco Cerro Chaves, arzobispo de Toledo
Francisco Cerro Chaves, arzobispo de Toledo

"Siempre, y también ahora, y sobre todo con eso de las inmatriculaciones, el dinero -denarios, euros o dólares-, han resonado con estridencia, y en demasía, en torno al altar, algo así como una maldición bíblica"

"¡Por favor, no intenten justificar la existencia de estas riquezas apostando que, de ellas actuaban los 'Eminentísimo' solo en calidad de administradores, pero cuyo destinatarios reales eran los pobres!"

"Por ahora, una, para algunos, inútil, pregunta: Siendo el arzobispo de Toledo- Guadalupe el más rico de la CEE, ¿no le sobraría este santuario y su Virgen, para “donársela” a la pobre Extremadura, de la que es además su Patrona?"

Siempre, y también ahora, y sobre todo con eso de las inmatriculaciones, el dinero -denarios, euros o dólares-, han resonado con estridencia, y en demasía, en torno al altar, algo así como una maldición bíblica. Estas razones explican el hecho de que la reflexión sobre el tema resulte apremiante y frecuente, desde cualquiera de sus perspectivas.

Con la documentación requerida, signos externos hasta haciendo gala de ellos, y además “en el nombre de Dios”, hubo tiempos largos -muy largos- en los que “Eminentísimos y Reverendísimos Arzobispos de Toledo, Cardenales Primados de las Españas”, fueron y ejercieron como las personas más ricas y poderosas de Europa”. Así como suena y sin que a muchos católicos, apostólicos y romanos, se le hubiera ocurrido la idea de rasgarse las vestiduras, ni decidir tachar esta aseveración de mentirosa, falsa, anticlerical y aún digna de reparación humana y divina. Si en tiempos pasados hubiera sido posible su publicación, tales “Primados”-Inquisidores no hubieran dudado en hacer uso de sus todopoderosas calificaciones, con inclusión de la aplicación del fuego purificador.

Inmatriculaciones
Inmatriculaciones

¡Por favor, no intenten justificar la existencia de estas riquezas apostando que, de ellas actuaban los “Eminentísimo” solo en calidad de administradores, pero cuyo destinatarios reales eran los pobres¡. No cabe duda de que, en determinadas proporciones, sus “Eminencias”-“Terceros Reyes de España”, erigieron hospitales, hospicios, escuelas, Universidades, y no pocas obras públicas, como caminos, canales, puentes, puertos y murallas.

Pero sin esquivar realidades tan obvias, insisto en que, a título personal, familiar, y social, los señores arzobispos citados de Toledo, y tantos aspirantes a serlo, “disfrutaron” ellos y los suyos, de pingües bienes, honores, autoridad y títulos, que en ocasiones eran heredados eclesiásticamente por sus sucesores, cuya legitimidad sanguínea resultaba tan patentemente notoria por todos, con inclusión de aquellos a quienes les correspondía saberlo y, por tanto, impedirlo, en conformidad con los cánones, el buen proceder y el sentido de la ejemplaridad religiosa.

¿Que se trata de tiempos pasados y que las ricas donaciones de devotos y devotas se efectuaban a la Iglesia como tantos actos de religiosidad y de adoración a Dios…?

En primer lugar, los tiempos aquellos no han pasado del todo. Sobran las ingenuidades y más en la actualidad, cuando todo o casi todo se sabe, o se puede saber, dentro y fuera de las demarcaciones eclesiásticas, por longincuas que estas se encuentren. Y en segundo lugar, de la proclamación y enseñanza de la “religión “ oficia, todavía no está del todo claro deducir, por ejemplo, si el bien-el servicio- al prójimo, ha de sobrepasar en religiosidad, al culto-ceremonias y ritos-. Es decir, si la Iglesia –“culto y clero”- son tanto o más “religiosos” destinos, que la atención a los pobres.

Del Evangelio que encarna la Iglesia, precisamente sus jerarcas no son los más rigurosos ejemplos, también, y en nuestro caso, por lo que respeta, al dinero. Sus más fieles servidores -clérigos y laicos- no son los ricos. Los” practicantes” de verdad no se contabilizan entre nubes de incienso. Los contabiliza “Cáritas”.

Los pobres-pobres del evangelio no son hoy obispos, arzobispos y menos “primados”, más o menos “extintos”. Son pobres y basta y sobra con eso, aunque además, hay que parecerlo. El testimonio de vida sobrevuela por encima de cualquier homilía, televisada o no, sabiendo, como se sabe, que el palacio arzobispal de Toledo fue construido sobre terrenos donados por Alfonso VIII al Cardenal Jiménez de Rada, y enriquecido sucesivamente por los Cardenales Mendoza, Sandoval y Rojas y Lorenzana, que fue quien le dio la forma actual.

Y, por ahora, una, para algunos, inútil, pregunta: Siendo el arzobispo de Toledo- Guadalupe el más rico de la CEE, ¿no le sobraría este santuario y su Virgen, para “donársela” a la pobre Extremadura, de la que es además su Patrona?.¿No es esta Comunidad Autónoma y sus pobladores , merecedores, al menos, de que se les explique la razón de esta absurda, injusta y anticristiana determinación canónica?.

Por muy “rico” que se sea, o se crea ser, y por muy “mitrado” que se tenga el entendimiento, y más si se está consagrado, someterse a las leyes de la cortesía entre ciudadanos y “hermanos”, es norma de elemental convivencia. Sentar cátedra en la “dives toletana”, por antonomasia, obliga al menos a practicar el diálogo. Lo de las inmatriculaciones, también la guadalupana, es-será otra cuestión.

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