La todopoderosa fuerza de la "dedocracia" en los nombramientos episcopales Aradillas: "Hay diócesis españolas en las que 'mociones de censura' estarían completamente justificadas"

Zornoza y el báculo
Zornoza y el báculo

"Son muchas –demasiadas- las 'sedes vacantes' de España, por la sencilla razón de que sus poseedores así nombrados, no están al servicio de los pobres en proporciones similares a como lo están de los ricos"

“Chulo” procede etimológicamente de la  palabra italiana “ciullo”, con nítidas referencias  a “preadolescente”, -“niño”-, por lo que sinónimos como “presumido”, “guapo”, “jactancioso”, “presuntuoso” o “vistoso” han de sentirse  forzados en castellano a rimar su sentido y su contenido con la puridad e inocencia de su nacimiento verbal. En peores condiciones palabreras  se sentirían otros términos como los de “chuleta” –de ternera, buey o cerdo- , “bofetada” e “insolencia en el hablar”, sin dejar de mentar el tipismo  de “chulapos” y “chulapas”. 

De entre las características del tema-eje  de estas reflexiones, y con el fin de evitarles sobresaltos  a algunos lectores, destaco cuanto antes mis más fervorosos deseos  de que a nadie se le ocurra tildar de irrespetuosa e irreverente la aplicación  a comportamientos eclesiásticos, y menos episcopales, vigentes hoy en determinadas diócesis, como en el caso de Cádiz-Ceuta, que aportan un día sí, y otro también, titulares “non santos” a la historia eclesiástica, al menos con sorpresa y escándalo para el pueblo de Dios,  y el otro, sin distinción de sexos, estamentos sociales y sensibilidades “religiosas” y no tanto.

Recientes y antañonas –“ante annum”- noticias,  actualizan la necesidad perentoria y urgente que padece la Iglesia católica, apostólica y romana  en España, en relación con los nombramientos de los miembros de su Episcopado. (Y antes de nada,  que a nadie se le ocurra resignarse con la “tesis” de que, así las cosas, y pese a todo, se encuentre presente y activo el Espíritu Santo  en todos estos aconteceres clericales, expuestos a tener que asumir una mentira -¡ otra más ¡, “impiadosa” y, en no pocos casos, con ribetes  blasfemos).

Los obispos, por sí mismos, y por propia decisión, no deberían  acceder a su ritual consagración personal, si no cambiaran radicalmente el sistema y los procedimientos que les hacen ascender – sublimar- a sus respectivas sedes catedralicias… Hoy, y teniendo en cuenta lo   que aconteció en los primeros tiempos de la Iglesia verdadera, no es de recibo proseguir con los procedimientos de los nombramientos al uso. Estos carecen de espíritu y sentido cristianos. Están, tanto o más, politizados como lo está el politiqueo partidista, aunque este actúe revestido con ropajes que se dicen democráticos.

Los criterios que inspiran y mantienen –al menos hasta el presente- en España,  la selección y el nombramiento ulterior de los obispos, difícilmente pueden presentarse como religiosos. El pedigrí de los “episcopables”, como son los estudios, carácter, sentido de la pobreza, disponibilidad, cercanía,  sencillez, anti-feudalismo… convierte a pocos –muy pocos- en discípulos predilectos de Jesús, al servicio –“jerarquía”- de su pueblo. Su condición, género o calaña, raramente les hubieran facilitado “ascendido” al gobierno de las jurisdicciones episcopales, de no haber sido por la todopoderosa fuerza de la “dedocracia”, con lo que a varias diócesis  las definiera hoy el título de “sede vacante”.

La administración, la burocracia,  la docilidad, la estampa litúrgica que ofrecen, la seguridad de que, por encima de todo  y de todos, con “santa” tortícolis o sin ella, su mirada y el objetivo de su atención sería siempre Roma, es decir, la Curia, su obediencia y su conservadurismo …   a nadie tornan obispo de verdad, por muchos e incondicionales deseos “paulinos”, que formaran parte de su “carrerismo” eclesiástico. Son muchas –demasiadas- las “sedes vacantes”  de España, por la sencilla razón de que sus poseedores así nombrados, no están al servicio de los pobres en proporciones similares a como lo están de los ricos, y en consonancia con las exigencias del santo evangelio. 

Hay diócesis en las que efectivas  “mociones de censura” estarían completamente justificadas, con aquiescencias y firmas  no solo “religiosas”, sino cívicas y convivenciales. 

Y, por fin, la noticia-noticia no se encuentra  en el hecho de que la coronel Patricia Ortega, madrileña, casada y con tres hijos, haya logrado escalar, como primera mujer española, el grado de General de Brigada  de las Fuerzas Armadas –“ejércitos invencibles”…La noticia para los lectores de RD. y tantos otros, cristianos o no, sigue estando en el hecho de que, a la mujer, por mujer, se le cierren todavía las puertas de las responsabilidades ministeriales dentro de la Iglesia. Y algunas y algunas, se preguntan si el evangelio, el cristianismo y sus criterios se viven más comprometidamente en el orden-ámbito de lo civil que en el de lo eclesiástico, con inciensos, mitras  y ornamentos que se dicen sagrados….

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