"La historia de los relevos en la Diócesis de Sevilla está cargada de tensiones de todo tipo" "Si por Asenjo fuera, ya estaría dedicándose a otras tareas"

Monseñor Juan José Asenjo,  arzobispo de Sevilla
Monseñor Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla

Sevilla se queda sin obispo auxiliar en el comienzo de la operación de relevo de monseñor Asenjo, que cumple 75 años en octubre

Todo dependerá en buena medida de la tripleta formada por los arzobispos de Madrid y Barcelona más el Nuncio que representa a la Santa Sede en España desde hace menos de cinco meses

El nuncio se tendrá que enfrentar en dos años a nada menos que 33 decisiones sobre nuevos titulares de diócesis españolas, lo que supone que la mitad del plenario de la Conferencia Episcopal se renovará en muy poco tiempo

(Diario de Sevilla).- Asenjo terminará su pontificado como lo empezó en enero de 2009: sin obispos auxiliares. Tendrá que gobernar la Iglesia de Sevilla, al menos en los cuatro meses que restan hasta cumplir los 75 años, como lo hizo el cardenal Amigo durante las casi tres décadas que estuvo en la sede de San Isidoro: apoyado exclusivamente en los vicarios. La Santa Sede no sólo no le ha concedido el segundo obispo auxiliar, que solicitó en 2015, sino que ha enviado ya al único que tenía, monseñor Gómez Sierra, a la diócesis de Huelva, preparando sin duda el camino para la llegada del nuevo arzobispo de Sevilla.

Don Juan José ha demostrado en sobradas ocasiones que no tiene apego alguno al cargo. Si por él fuera estaría ya dedicándose a otras tareas que le apasionan, sobre todo las relacionadas con la Historia del Arte. Su arranque en Sevilla no fue nada fácil, como tampoco lo fue para Bueno Monreal ni para Carlos Amigo. Algunos, en su papel de agradadores de la curia, ignoran que la historia de los relevos en la Diócesis de Sevilla está cargada de tensiones de todo tipo. Sevilla es una diócesis con una enorme carga histórica (en tiempos alcanzó hasta territorios de ultramar), muy apetecible para los obispos, visitada dos veces por un Papa, con rango tradicional de sede cardenalicia (aunque esto lo ha modificado radicalmente el actual papa Francisco) y con un movimiento de religiosidad popular tan intenso que supone un rompeolas para el laicismo radical.

Asenjo se ve obligado a prescindir en sus últimos meses en Sevilla de su principal colaborador, el cura al que envió en su día al frente de la presidencia de Cajasur, de donde salió con una multa de 180.000 euros impuesta por el Banco de España más dos años inhabilitación, sanción confirmada por la Audiencia Nacional. Gómez Sierra y el consejo de administración recibieron el mayor castigo a los responsables de una caja de ahorros que se ha conocido hasta ahora. Gómez Sierra se negó siempre a la fusión con Unicaja, mantuvo la posición hasta el final y ha cargado con el sambenito de haber llevado a la entidad al abismo. En compensación a su esfuerzo y tenacidad recibió el premio de la ordenación episcopal y un puesto junto a monseñor Asenjo, que desembarcó en Sevilla con la total confianza del entonces presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Rouco Varela, la referencia más sólida de la Iglesia española en Roma durante muchos años.

Asenjo, con monseñor Gómez Sierra y otros colaboradores

Asenjo, con monseñor Gómez Sierra y otros colaboradores / ANTONIO PIZARRO (Sevilla)

Gómez Sierra ha ejercido casi diez años en Sevilla sin hacerle la más mínima sombra a Asenjo. Su perfil es eminentemente discreto. Nada que ver con auxiliares tan conocidos en su día como monseñor Cirarda (1917-2008), el vasco que hasta pronunció el pregón de Semana Santa y que tras dejar la diócesis de Sevilla fue obispo de Santander y posteriormente de Pamplona. Cirarda asistió a Bueno Monreal desde su residencia en Jerez. O don Antonio Montero (Granada, 1928), que fue auxiliar también de Bueno Monreal y ejerció como cronista del Concilio Vaticano II.

Gómez Sierra se marcha a gobernar la diócesis de Huelva siendo un gran desconocido para la mayoría de los sevillanos. En la diócesis onubense tendrá que asumir ya un protagonismo mayor. Resulta simpático para quienes lo han tratado de cerca. Aficionado a los paseos por Sevilla desde su casa en la zona norte del casco histórico hasta el Palacio Arzobispal, ha asumido la ingente agenda de visitas pastorales y muchas horas de trabajo de despacho.

La comunicación oficial de su nombramiento como obispo de Huelva supone el comienzo del relevo en la diócesis de Sevilla, donde la última vez no se hicieron las cosas de la manera más afortunada. Asenjo dijo ayer que ya se ha pasado la oportunidad de recibir a un arzobispo coadjutor porque esa figura se emplea cuando quedan varios años de gobierno al titular de la diócesis. Olvida quizás que él mismo tomó posesión como coadjutor con derecho a sucesión en enero de 2009 y que a don Carlos Amigo le aceptaron la renuncia en noviembre de ese mismo año. La celeridad de la Santa Sede en ese caso fue, cuando menos, muy llamativa. Bien es verdad que Amigo venía de no sumarse al papel de ariete contra el Gobierno de Zapatero promovido por Rouco. De hecho, el cardenal no asistió meses antes a la manifestación convocada oficialmente a favor de la familia en Madrid, que era una concentración contra el Ejecutivo socialista en toda regla.

Asenjo conversa con el periodista Juan Parejo

Asenjo conversa con el periodista Juan Parejo / ANTONIO PIZARRO (Sevilla)

Todas aquellas desavenencias enturbiaron la llegada de un arzobispo que tardó en adaptarse a la ciudad, pero que al final lo ha logrado sin necesidad de oropeles de color púrpura. Asenjo venía de ejercer como secretario general de la Conferencia Episcopal, era el rostro de la Iglesia española en los telediarios y fue condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica por el Gobierno de Aznar por su trabajo en los preparativos de la quinta y última visita de Juan Pablo II a España. En los meses que restan de pontificado podrá consolidar sus principales logros: el aumento de las vocaciones en el Seminario Metropolitano, los centros de orientación familiar, la nueva Facultad de Teología y, en general, una adaptación plena a la diócesis que lleva más de diez años gobernando. La sucesión tanto en Sevilla como en otras diócesis puede ser instantánea o tardar uno o más años, depende de las circunstancias de cada caso. Se trata de una potestad de la Santa Sede en función de diversas particularidades. Suelen ser procesos en ocasiones complejos en los que los informes del Nuncio son fundamentales. Si de Asenjo dependiera, estaría el tiempo justo en el cargo y se marcharía cuanto antes a su nueva residencia en Sevilla, la ciudad en la que desea seguir viviendo como arzobispo emérito.

Todo dependerá en buena medida de la tripleta formada por los arzobispos de Madrid y Barcelona más el Nuncio que representa a la Santa Sede en España desde hace menos de cinco meses. Se trata del filipino Bernardito Cleopas Auza, que debe su nombre a Santa Bernardita de Lourdes. Se trata de un desconocido para el episcopado español. El nuncio se tendrá que enfrentar en dos años a nada menos que 33 decisiones sobre nuevos titulares de diócesis españolas, lo que supone que la mitad del plenario de la Conferencia Episcopal se renovará en muy poco tiempo. Entre las diócesis que cambiarán de prelado figuran Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Toledo y Santiago. Aunque todo indica que los arzobispos de Madrid, monseñor Osoro (que presentó su renuncia el pasado 16 de mayo), y Barcelona, monseñor Omella (que habrá de hacerlo el 21 de abril de 2021) permanecerán en los cargos el tiempo que estime el Papa Francisco, pues ambos están siendo claves en los nuevos nombramientos, encaminados a renovar la Iglesia española. Ese eje formado por Roma, Madrid y Barcelona está funcionando por el momento a la perfección. Y en Sevilla ya ha comenzado el proceso.

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