"¿Cuándo Extremadura dejará de estar colonizada pastoralmente?" Buda, Extremadura y la Virgen de Guadalupe

Virgen de Guadalupe
Virgen de Guadalupe

"Clausurado ya el 'Año Jubilar o Santo', dedicado a Nuestra Señora la Virgen venerada en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, era y es explicable que en su listado apareciera en primer lugar su homónimo de México, con todos los honores y predicamentos"

"En esta semana, el referido santuario –'Patrimonio de la Humanidad' por más señas-, será referencia de culto y cultura internacionales"

"De entre la multitud de preguntas que se formulan feligreses y feligresas, católicos y no tanto, a propósito de eventos de tan singular relevancia dentro y fuera de la Iglesia, me siento obligado a seleccionar algunas antológicamente humanas y, a la vez, divinas"

"Por ejemplo: ¿hasta cuando, en esta Comunidad Autónoma habrá de consentirse que su celestial Patrona , signo a la vez de su identidad, con todas sus consecuencias, también económicas, su administración le siga perteneciendo a la 'dives toletana'"

Convencido de ser “justo, equitativo, salutífero” y penitencialmente obvio, que la Iglesia no está para festejos por solemnes que sean, me limito a redactar estas consideraciones, surgidas al calor y color de la noticia que se enmarca en esta semana en la Comunidad Autónoma de Extremadura y en su Provincia Eclesiástica.

Clausurado ya el “Año Jubilar o Santo”, dedicado a Nuestra Señora la Virgen venerada en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe -, y ”siendo uno de sus frutos de las celebraciones “el hermanamiento con otros santuarios marianos de España y del extranjero”, era y es explicable que en su listado apareciera en primer lugar su homónimo de México, con todos los honores y predicamentos. Multitud de devotos de la Virgen, y del indito Juan Diego, en el cerro del Tepeyac, así lo esperaban de modo similar a como aconteciera en otros tiempos a orillas del Guadalupe, “Río del lobo”, o “Río escondido”, en la Extremadura de Francisco Pizarro, Hernán Cortés y tantos otros “conquistadores” y “evangelizadores”.

En esta semana y con la presencia del Cardenal don Carlos Aguiar y Retes, Primado de México, del arzobispo de Toledo, don Francisco del Cerro, Primado de las Españas, y del Nuncio de SS., el arzobispo Mons. Bernardito Auza, previo el solemnísimo triduo predicado por ellos y con la celebración de la santa misa en la que aparecerán las joyas de los ornamentos sagrados depositados en sus museos, el referido santuario –“Patrimonio de la Humanidad” por más señas-, será referencia de culto y cultura internacionales. (Son muchos los devotos hispanos que lamentarán la ausencia personal del papa Francisco, poco dado a españolizar, y más preocupado ahora por África y otros lugares de nula o escasa tradición católica, apostólica y romana.

Y de entre la multitud de preguntas que se formulan feligreses y feligresas, católicos y no tanto, a propósito de eventos de tan singular relevancia dentro y fuera de la Iglesia, me siento obligado a seleccionar algunas antológicamente humanas y, a la vez, divinas:

¿Está la Iglesia, fotocopia del santo Evangelio, como para no rechazar la tentación de inspirar y comprometerse con tales festejos? ¿Hay que eliminar, ya de entrada, la tentación de pensar que precisamente lo que se pretende con ellos es encubrir o tapar alguna que otra “miseria” eclesiástica, entre ellas también la del éxodo que se registra en los templos, a consecuencia de la “desreligiosidad” imperante?

Aun constando ser verdad la manifestación del Primado toledano de que “la Virgen de Guadalupe es Patrona oficial de Extremadura, a la vez que Reina de la Hispanidad”, ¿a qué responde su primacía arzobispal en este acontecimiento religioso, máximo exponente de la Provincia Eclesiástica de Extremadura, cuyo arzobispo es exactamente el de Mérida-Badajoz? ¿Es que todavía, y hasta cuando, en esta Comunidad Autónoma habrá de consentirse que su celestial Patrona , signo a la vez de su identidad, con todas sus consecuencias, también económicas, su administración le siga perteneciendo a la “dives toletana”, sin más razones que las ya decrépitas de haber sido reconquistadas sus tierras por uno de los todopoderosos “Primados”, que fue don Rodrigo Jiménez de Rada?

Insisto en que la Iglesia no está ni para fiestas ni para festejos, y menos en Extremadura, a la cola de los índices del desarrollo, entre las 17 Comunidades Autónomas constitucionales de España. Por citar un ejemplo patente, a quienes participaran en los actos de hermanamiento previstos para esta semana, - con inclusión de autoridades civiles, políticas y religiosas- les bastaría con exigirles efectuar sus desplazamientos en los medios al uso por parte del pueblo, entre los que el AVE ni tiene ni tendrá más cabida y remedio que anteponerse al “María Purísima”, dado que el del ferrocarril habría que tomarlo, como más cerca, en la estación de estilo mudéjar de Toledo, capital de Castilla La Mancha.

¿Cómo y quién se atreve a explicar -adoctrinar- en cristiano que el hermanamiento de los santuarios sea fruto principal de los “Años Santos” y asimilados? ¿Hermanamientos entre sí, de la misma Virgen, conocida como la señora María avecindada en Nazaret, matrimoniada por más señas con el artesano José, madre de Jesús, y cuyos motes marianos -advocaciones- son distintos, según tiempos y lugares? ¿Cómo se explica doctrinal y pastoralmente tal anomalía familiar consanguínea, al pueblo fiel y sencillo, y al margen de escolasticismos mariológicos, con definiciones algunas de ellas difícilmente calificables de dogmáticas?

Por supuesto, no faltarán al acto celebérrimamente guadalupense “la coral de seises de la catedral de Toledo”, y en primera fila les serán reservados asientos a los “Caballeros y Damas de Guadalupe”, además a los de la “Cofradía de Operarios del Reino de Cristo”, con sus correspondientes emblemas de oro y otras zarandajas, probablemente todas ellas indulgenciadas. De los componentes de “Guadalupex”, asociación de seglares reivindicadores de la extremeñidad de su Patrona, no se hace la más mínima referencia. Por algo será., en preciso y preclaro “franciscano” lenguaje.

Y la penúltima pregunta que se formulan devotos y devotas, es tan básica y elemental como esta: ¿Quién paga los gastos de desplazamientos, estancias, obsequios y otras gabelas? ¿Quién, o quienes serán sus administradores? ¿Será la Iglesia, y solo la Iglesia, el manantial del dinero? ¿Intervendrá también el Estado… de las Autonomías?

De entre los ríos, afluentes y embalses de temas religiosos de verdad de las cuencas hidrográficas del Tajo y del Guadiana, que riegan Extremadura –“tierras de más allá del Duero”- nadie podrá olvidarse de que al señor Nuncio se le estaría más agradecido pastoralmente si empleara el tiempo de tan misterioso hermanamiento en repasar y reparar el mapa de Extremadura haciendo coincidir sus límites político- administrativos con los eclesiásticos y evitando la anomalía y ofensa para el pueblo extremeño, que su Patrona haya de seguir avecindada en Toledo, capital de Castilla La Mancha.

¿Les dio tiempo a pensar a “nuestras” autoridades, - las religiosas y también las civiles- en la posibilidad de que una inmensa estatua de Buda dirima parte del problema, al tomar posesión de las tierras ya adquiridas, para pronto instalar en ellas el centro colosal que aglutine las creencias de sus devotos en toda la Península Ibérica? Dinero no falta. Las minas de litio, de Valdeflórez,- la segunda más rica de toda Europa-, están a la vera. Lo de los permisos, también. Es -será- con el tiempo, cuestión de euros o dólares. Según y conforme.

Y, por fin, señor Nuncio, ¿cuándo Extremadura dejará de estar colonizada pastoralmente con obispos no nacidos, bautizados y educados en alguna de sus tres diócesis?

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