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"Simona Brambilla puede y debe entrar en la capilla Sixtina"
Todos son hombres. Ninguna mujer. El funeral de Francisco habría decepcionado al mismo Francisco. O no. Cardenales y obispos, sacerdotes y acólitos, guardias y policías, médicos y enfermeros, notario y portadores del féretro. Deprimente. Las mujeres, mitad del pueblo católico, ostensiblemente marginadas.
Se me ocurrió hacer una constatación. Quise saber si las mujeres cercanas participan de mi sentimiento. En mi casa y en la calle, interpelé a unas veinte mujeres. El resultado fue igualmente decepcionante. Ven normal que sean todos hombres. Que los 133 cardenales electores sean varones. Que los oficiantes de la ceremonia sean hombres. Que los curas sean hombres. No echan de menos la participación femenina en el gobierno y representación de la Iglesia.
Un conformismo derrotista que es fruto de la historia milenaria machista. La mujer se adaptó a su estatus secundario de apéndice del varón. Y ello, no sólo en la Iglesia. También, salvo excepciones, en la sociedad civil.
Comprendo los obstáculos encontrados por Francisco a integrar mujeres en los estamentos de la Iglesia. Lo hizo a cuentagotas, insuficientemente, con la oposición de jerarcas, con la apatía de la mayor parte de las mujeres. Peor aún, con el cerrojo de Juan Pablo II en su Carta apostólica Ordinatio sacerdotalis sobre el acceso de las mujeres al sacerdocio. Francisco abrió una puerta, también la puerta de la Capilla Sixtina.
Son unas 20 las mujeres que actualmente ocupan cargos dirigentes en el Vaticano. En la imposibilidad de referirme a todas, destaco las más importantes.
Simona Brambilla es Prefecta (ministra) de la Congregación de Religiosos/as. Ahora se llama Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. Un Dicasterio con raíces en el siglo XVI. Siempre estuvo presidido por un cardenal, como todos los 16 Dicasterios (ministerios). Francisco otorgó a Brambilla un cargo cardenalicio. No se atrevió a contradecir a Wojtyla ordenándola presbítero y obispo. Pero, con este nombramiento, decidió adecuarla al resto de cardenales en todo lo demás. Por tanto, también en la función de la elección del Papa.
Simona Brambilla puede y debe entrar en la capilla Sixtina. Lamentablemente, según la tradición católica, reforzada por Wojtyla, una mujer no puede ser Papa porque tendría que ser obispo. El Papa es el obispo de Roma. Pero nada impide que ella sea electora. Y Francisco. indirectamente, “quiso” que Brambilla fuera electora. Desde el siglo XII, el título de cardenal no estuvo vinculado al sacerdocio. Teodolfo Mertel fue el último cardenal no sacerdote. Creado cardenal por Pío IX en 1858, se le asignó como título la iglesia romana de San Eustaquio. Participó en el Cónclave que eligió a León XIII. Murió en 1899 sin haber accedido al orden clerical.
Desde esta página, mando un mensaje al Camarlengo Kevin J. Farrell para que incluya a Simona Brambilla en el cuerpo de electores que se encerrarán en la Capilla Sixtina. Esta vez, sólo una mujer se añadiría a los 133 cardenales. Un pasito para que ese Colegio deje de ser exclusivo de varones, aunque no deje de ser endogámico y nada democrático.
En el Vaticano, otras mujeres ocupan cargos relevantes por voluntad del papa Francisco.
Rafaela Petrini es Presidenta de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano. Un puesto de primer orden. Fue ocupado siempre por un cardenal. De hecho, Petrini sucede al cardenal Vérgez Alzaga.
Alessandra Smerilli fue nombrada Secretaria del nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y Delegada de la Comisión Vaticana Covid-19. El cargo de Secretario/a en los dicasterios es el puesto número 2 del organismo, sólo por debajo del cardenal prefecto.
Nathalie Becquart es la Subsecretaria del Sínodo de los Obispos. Es la segunda autoridad en el Sínodo de los Obispos, sólo por detrás del cardenal Mario Grech. Además de la dirección, Becquart tiene voto en el Colegio de los Obispos, como si ella misma fuera obispo.
Sheila M. Uriarte-Tan es la Presidenta del Consejo del Banco Vaticano, el famoso I.O.R., Instituto para las Obras de Religión.
Celso Alcaina. Fue oficial del Vaticano con Pablo VII
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