La familia del 'caso Gaztelueta' peregrina a la tumba del pontífice Carta al Papa Francisco: "El Camino limpia el alma como la lluvia limpia el polvo"

La familia Gaztelueta, junto a la tumba de Francisco
La familia Gaztelueta, junto a la tumba de Francisco

"Siempre estarás en mi corazón, en nuestros corazones, como un ser de luz, un pastor, un hombre comprometido con la verdad y la justicia, un religioso de los de crucifijo de madera"

Roma, 4 de Diciembre de 2025.

Desde un ejercicio de absoluto respeto y reconocimiento, te dirijo esta misiva, mi apreciado y valorado Padre Francisco, ahora que por desgracia ya no estás físicamente entre nosotros. Como seres humanos compartimos contigo la condición de mortales, una circunstancia innegociable, cuya puesta en escena no estás físicamente entre cuestión de elección, sino que depende del Altísimo. A unos les llega antes y a otros después.

Creemos. Crecemos. Contigo

Llevaba tiempo queriendo acercarme al Vaticano para trasladarte mi respeto y admiración. Almaceno en mi interior un espíritu ignaciano irrevocable, punto este en común contigo. Y después del caso Gaztelueta, creo que es ese precisamente, el valor que me hizo no renunciar a la fe, porque a mí manera es lo único que ellos, como bien les calificaste tu, los torturadores, no lograron arrebatarme.

Juan Cuatrecasas y su hijo, en Santa María la Mayor
Juan Cuatrecasas y su hijo, en Santa María la Mayor

Un espíritu ignaciano que se forjó en mí después de haber estudiado en un colegio de Jesuitas, el de Indautxu en Bilbao, y de haber tenido, en paz descansen, una madre educada en las Teresianas y un padre alumno en el mismo colegio que yo. El peregrinaje que renueva el espíritu, ofreciendo clarividencia y a veces una nueva perspectiva, me ha conducido, de modo premeditado, acompañado de mi esposa y mi hijo, además de por un grupo de supervivientes de pederastia eclesiástica, hasta tu presencia, en la Basilica di Santa Maria Maggiore, arquitectura del Renacimiento, Liberiana Basílica, en donde tus restos reposan para la eternidad.

Fuiste luz para nosotros y nosotras, cercanía y empatía, y quisimos aprovechar nuestra presencia en Roma, en aras a una reunión con los responsables de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores- Tutela Minorum, para rezar delante de ti, contigo

Fuiste luz para nosotros y nosotras, cercanía y empatía, y quisimos aprovechar nuestra presencia en Roma, en aras a una reunión con los responsables de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores- Tutela Minorum, para rezar delante de ti, contigo.

Porque el amor es un proceso que se construye a diario y nunca deja de esculpirse, y lo que de ti percibimos fue eso exactamente, amor. Una actitud pastoral sincera, desde luego nada que ver con la de los príncipes de la Iglesia, algunos de los que a día de hoy siguen negando la condición de víctima, no solo de mi querido hijo Juan, sino de muchos seres humanos que fueron, han sido, agredidos sexualmente por depravados sacerdotes y religiosos en la infancia y la adolescencia.

La cruz es muy grande, nos dijiste. Y en efecto lo es. Largo ha sido el camino de supervivencia. Y sigue siéndolo. Solo tu empatía y tu cariño aliviaron en muchos momentos, el peso de la cruz. Nuestra presencia delante tuyo también fue una inyección de alivio. Porque aquellas lágrimas, mezcladas con agua de lluvia, que surgieron de mis ojos, mientras leía tu carta de afecto y consuelo, recién recibida en la ciudad de Logroño, volvieron a brotar en ese rincón tenuemente iluminado de Santa Maria Maggiore.

La familia Cuatrecasas, ante la tumba de Bergoglio
La familia Cuatrecasas, ante la tumba de Bergoglio

Siempre estarás en mi corazón, en nuestros corazones, como un ser de luz, un pastor, un hombre comprometido con la verdad y la justicia, un religioso de los de crucifijo de madera. Nos transmitiste, en tu exhortación Evangelii Gaudium, que “El tiempo es superior al espacio” y también que “La ternura es el lenguaje de los más fuertes”.

Seguimos esperando con paciencia esa ternura por parte de quienes pueden mover las cosas desde el negacionismo y la desidia malintencionada hasta la humanidad, la dignidad, el respeto, el reconocimiento y la reparación. Siempre lo hicimos y lo seguimos haciendo desde la paciencia, y el respeto al trabajo silencioso. Lo cierto es que te rogamos el otro día, que nos sigas ayudando desde ese lugar en el que estás. Que des luz a los buenos de esta dramática historia. A los malos, que sea Dios quien les perdone si puede hacerlo.

Ilumina a todos y todas quienes trabajan sin desmayo para lograr dar luz a las víctimas y supervivientes. Estoy, estamos, seguros que lo harás. Ilumina también a tu sucesor, León XIV, para que siga adelante sin pausa, con tu planteamiento de tolerancia cero. Porque tú sabes bien que hablamos de gravísimos delitos contra la integridad física y emocional de niñas y niños, perpetrados por quienes más deberían haber tenido en cuenta su inocencia.

Las víctimas de abusos, en la sede de Tutela Minorum
Las víctimas de abusos, en la sede de Tutela Minorum

Te recordé el otro día al Padre Miguel Ángel Fiorito SJ quién te enseñó a crecer en el modo de rezar. Yo tuve dos Fioritos, uno mi padre, el otro Gustavo Scheifler SJ, allá en el colegio de los jesuitas de Bilbao. Y por ello, no me causó demasiado esfuerzo, rezar delante de ti, contigo, unos minutos. Lagrimillas incluidas. Te mando, te enviamos un respetuoso y cálido abrazo. Te doy las gracias por tanto. Y te adelanto que te tengo presente todos los días. Tu afecto, lo llevo, lo llevamos, en el corazón. Y como dejo escrito el literato francés Albert Camus : “No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo.”

Querido amigo Francisco. Descansa en paz y sigue caminando junto a nosotros y nosotras desde el Cielo.

Ad maiorem Dei gloriam.

Volver arriba