"Hind, yo también tengo miedo, miedo de formar parte de una sociedad que mata a sus niños" Carta a Hind, niña palestina asesinada en la guerra de Gaza

Hind Rajab murió de miedo tras un ataque israelí
Hind Rajab murió de miedo tras un ataque israelí Familia Rajab

"Siento dolor y vergüenza al escuchar tu voz infantil: “Vengan por mí. ¿Vendrán por mí? Tengo tanto miedo, ¡vengan, por favor!”. Palabras que transmitías por medio de un móvil pidiendo ayuda. Como en una película de terror te acompañaban tus tíos y otros tres menores de edad, tus primos, asesinados por el ejército al tratar de huir en su coche del bombardeo israelí. Eres solo una niña, de escasos 6 años, atacada por tanques como si fueras una peligrosa terrorista"

"Mi pequeña niña, realmente me duele la humanidad, me duele tanto el que te asesináramos, me duele que falláramos en cuidarte y protegerte, me duele el que te hayamos dejado sin futuro…"

Siento dolor y vergüenza al escuchar tu voz infantil: “Vengan por mí. ¿Vendrán por mí? Tengo tanto miedo, ¡vengan, por favor!”. Palabras que transmitías por medio de un móvil pidiendo ayuda. Como en una película de terror te acompañaban tus tíos y otros tres menores de edad, tus primos, asesinados por el ejército al tratar de huir en su coche del bombardeo israelí. Eres solo una niña, de escasos 6 años, atacada por tanques como si fueras una peligrosa terrorista. 

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¿En qué mundo vivimos? ¿Cómo es posible que los niños sean asesinados? Mientras se masacra a los más vulnerables en Ucrania, Palestina, Siria, Yemen, Etiopía, Burkina Faso…; las grandes potencias, que se autonombran paladines de la justicia y que enarbolan la bandera de sus sistemas políticos, lo civilizado, la defensa de los derechos humanos y la libertad: Estados Unidos, Europa, China, Rusia y algunas más, siguen inyectando veneno, destrucción y muerte, buscando sólo defender sus intereses mezquinos a costa de vidas inocentes como la tuya, Hind.

Mi pequeña niña, realmente me duele la humanidad, me duele tanto el que te asesináramos, me duele que falláramos en cuidarte y protegerte, me duele el que te hayamos dejado sin futuro…

Perdón, Hind, por matar tus sueños de niña.

Perdón, Hind, por dejarte vivir solo seis años.

Perdón, Hind, por convertir tu mundo en una guerra infernal.

Perdón, Hind, por naturalizar la muerte de tantos niños de hambre, enfermedad, violencia, migración, pobreza, explotación…

Netanyahu, como Herodes
Netanyahu, como Herodes Imagen generada por IA

Perdón, Hind, por permitir que los Netanyahu, los Ortega-Murillo, los Putin, los Maduro, los Trump, los Jinping, los Jung-un, y tantos otros, nos hundan en odios fratricidas y desprecios a los derechos humanos, llevándonos a un mundo de sangre y muerte.

Perdón, Hind, por dejar crecer a grupos terroristas como los Hamás, Al Qaeda, ISIS, los Talibanes, Boko Haram y otros, lamentablemente existen sólo para destruir la vida.

Perdón, Hind, por convertir en un negocio legal y multimillonario, la fabricación y venta de armas.

Perdón, Hind, por hablar de seguridad, dignidad, respeto, protección, civilización, pero nos callamos ante tanto sufrimiento de los más vulnerables.

Perdón, Hind, por las muchas veces que los cristianos nos rasgamos las vestiduras por bendiciones, latines y tradicionalismos, capas magnas, y ansias de poder, olvidando alzar la voz ante la muerte de los inocentes.

Niños víctimas de la guerra en Gaza
Niños víctimas de la guerra en Gaza

Perdón, Hind, por no escuchar la voz del Carpintero de Nazaret, que resonó en aquella tierra bendita: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5,9).

Hind, yo también tengo miedo, miedo de formar parte de una sociedad que mata a sus niños, miedo a seguir contemplando impasible la guerra a través de la TV, miedo a permitir que los autoritarismos y fundamentalismos gobiernen nuestros destinos, miedo a naturalizar tanto sufrimiento, miedo a la deshumanización, miedo a borrar tu historia de horror, miedo a invisibilizar los rostros de los cristos crucificados, miedo a olvidarme de ti…

“Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque de los que son como éstos es el reino de Dios” (Mc. 10,14).

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