"Quedan pocas horas para el apruebo o el rechazo de una nueva Constitución" Chile: La estrella de la esperanza continuará siendo nuestra

Plebiscito Chile
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Quedan ya pocas horas para que votemos si aprobamos o rechazamos el texto de una nueva Constitución para Chile, elaborada durante un año por una asamblea conformada por 154 personas elegidas por le pueblo

La propuesta constitucional parte con unas claras y emocionantes palabras: "Nosotras y nosotros, el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones, nos otorgamos esta Constitución, acordada en un proceso participativo, paritario y democrático"

Lógicamente en estos meses se fueron condensando los miedos y las esperanzas de la gente hasta configurarse, por un lado, la tendencia del rechazo fuertemente financiada y apoyada por los grandes medios de comunicación y, por el otro, la del apruebo sostenida sobre todo en los sectores populares

Hay muchos cristianos que desconfían, que no pueden aceptar una Constitución que permite el aborto pero al mismo tiempo, pero ven con buenos ojos la restauración constitucional de la pena de muerte

"No encuentro coherencia en esas posturas ni comparto esos miedos y condenas y precisamente desde la fe valoro una propuesta que pone la espiritualidad como elemento fundamental"

"Cuando mañana esté con el lápiz azul marcando la papeleta de votación recordaré el testimonio de Diego, que se emocionó al leer el artículo número 28 dedicado a la discapacidad y decía que para los más postrados, eso era como un sueño. Nos dijo: 'estoy profundamente enamorado de la nueva Constitución y votaré apruebo para que podamos dejar atrás el último legado del tirano'"

Quedan ya pocas horas para que votemos si aprobamos o rechazamos el texto de una nueva Constitución para Chile. La propuesta fue elaborada durante más de un año por una asamblea conformada por 154 personas elegidas por el pueblo.

No recurro a un lugar común cuando aseguro que nos encontramos ante un hecho histórico que marcará el futuro de un pueblo. Con esta consulta se ponen en disputa dos formas de entender la vida y las relaciones sociales y, más al fondo, estaremos decidiendo si queremos que desaparezca definitivamente la herencia de la dictadura cívico-militar o si por el contrario, vamos a permitir que continúe con su metamorfosis criminal.

dictadura cívico-militar Chile

La propuesta constitucional parte con unas claras y emocionantes palabras. Luego de décadas de represión política y de exclusión social por parte de las élites, se proclama que: “Nosotras y nosotros, el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones, nos otorgamos esta Constitución, acordada en un proceso participativo, paritario y democrático”.

Algunos dicen que esta propuesta está mal hecha porque había pocos juristas y “expertos” entre los convencionales que la redactaron. Otros señalan que divide a los chilenos porque es regionalista y tenía demasiados representantes de los pueblos originarios. Los grandes empresarios se quejan porque están convencidos de que las nuevas normas frenarán el crecimiento económico ya que ahora se protege a la naturaleza como titular de derechos y es una constitución muy ecologista y cooperativista. Los sectores más conservadores y religiosos tradicionales ven un grave peligro por el enfoque feminista, la protección a las disidencias y el relativismo moral porque no se impone un solo modelo de familia, se valora la diversidad, el placer y la libertad de elegir. Finalmente, para grupos minoritarios pero muy influyentes, no era necesario que en la nueva Constitución se consagraran tantos derechos fundamentales porque ¿cómo va a poder financiar el país todo ese gasto?

Lógicamente en estos meses se fueron condensando los miedos y las esperanzas de la gente hasta configurarse, por un lado, la tendencia del rechazo fuertemente financiada y apoyada por los grandes medios de comunicación y, por el otro, la del apruebo sostenida sobre todo en los sectores populares ya que los partidos políticos de izquierda tienen cada vez menos credibilidad entre la base social. Este desequilibrio de poder real y de influencia mediática fue instalando la sensación de que la opción del rechazo va a ser la ganadora indiscutible del Plebiscito.

Como cristiano me pregunto cuál de las dos posturas tiene más sabor a evangelio y representa mejor el Sueño de Jesús de Nazaret. Para responderme adecuadamente a este desafío tuve que acercarme una vez más al testimonio de las comunidades orantes y militantes que como pueblo de Dios tantas veces crucificado construyen convivencia y dignidad en medio de los pobres. Y en esas hermanas y compañeros encontré algunas respuestas. En esta propuesta de nueva Constitución están presentes los pequeños y los descartados, me decían. Que los preferidos de Dios son reconocidos y visibilizados y se les brinda el cuidado garantizado por los servicios públicos y que el Bien Común y el Buen Vivir serán imposibles si no cuentan con ellas y ellos.

Hay muchos cristianos que desconfían y hasta condenan muchas de las propuestas que aparecen en el texto. Dicen, alentados por los obispos, que no pueden aceptar una Constitución que permite el aborto pero al mismo tiempo, no dudan en pedir mano dura para los jóvenes delincuentes y ven con buenos ojos la restauración constitucional de la pena de muerte.

No encuentro coherencia en esas posturas ni comparto esos miedos y condenas porque he leído y compartido el texto con grupos de lectura popular, con agrupaciones de adultos mayores y en diferentes cabildos ciudadanos y precisamente desde la fe valoro una propuesta que pone la espiritualidad como elemento fundamental para cultivar unas nuevas relaciones interpersonales, comunitarias y sociales donde permitamos quela dignidad se haga costumbre.

Cuando mañana esté con el lápiz azul marcando la papeleta de votación recordaré el testimonio de Diego, un joven de 16 años con parálisis cerebral que participó en la Campaña del apruebo entregando información y copias de la nueva Constitución haciendo el puerta a puerta todos los días. Nos contaba que se emocionó al leer el artículo número 28 dedicado a la discapacidad y decía que para los más postrados, eso era como un sueño. Al final, Diego nos dijo: “estoy profundamente enamorado de la nueva Constitución y votaré apruebo para que podamos dejar atrás el último legado del tirano” y así la estrella de la esperanza continuará siendo nuestra.

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