Silencio, intemperie y "falta de frailes": ¿Basta con cumplir la ley del mercado para justificar una decisión pastoral? Cierre del Colegio Santo Domingo de La Reina: Una lección dolorosa para la Iglesia Sinodal
"El cierre del Colegio Santo Domingo de La Reina desnuda una grieta entre el discurso de la "Sinodalidad" y la práctica administrativa real: un colegio católico es una propiedad privada más…"
"La decisión de cerrar deja en la incertidumbre a más de 100 estudiantes con Necesidades Educativas Especiales (NEE) y a familias con becas"
| Eduardo Silva Medina, Miembro de la Comunidad del Colegio Santo Domingo de La Reina
Hoy viernes, las campanas del Colegio Santo Domingo de La Reina doblarán por última vez. Como miembro de esta comunidad, veré cerrar una historia de décadas. Sin embargo, no escribo estas líneas solo para expresar mi duelo, sino para plantear una urgencia pastoral: este cierre debe sentar un precedente sobre lo que no debe ocurrir nunca más en nuestra Iglesia.
Durante meses, enfrentamos la dura realidad de que, ante la ley civil, un colegio católico es una propiedad privada más. La Orden de Predicadores, dueña del inmueble, decidió cerrarlo y arrendarlo a un operador internacional. Cumplieron con la normativa educacional y civil, sí. Pero la pregunta que dejo planteada a la conciencia eclesial es: ¿Basta con cumplir la ley del mercado para justificar una decisión pastoral?
Como laico, observo con preocupación cómo estecaso desnuda una grieta entre el discurso de la "Sinodalidad" —esa Iglesia que camina junta y escucha— y la práctica administrativa real.
Primero, porque la Sinodalidad exige escucha, y aquí imperó el silencio. Nos enteramos del cierre no por nuestros pastores, sino de forma reactiva, a través de terceros. Se vulneró el espíritu del Canon 212 del Derecho Canónico, que nos da a los fieles el derecho y deber de manifestar nuestras inquietudes. En una Iglesia Sinodal, una decisión tan drástica no se toma a puertas cerradas en Roma o en una curia provincial; se discierne con la comunidad viva.
"La decisión de cerrar deja en la incertidumbre a más de 100 estudiantes con Necesidades Educativas Especiales (NEE) y a familias con becas"
Segundo, porque la Iglesia debe ser el escudo de los vulnerables, no quien los deje a la intemperie. La decisión de cerrar deja en la incertidumbre a más de 100 estudiantes con Necesidades Educativas Especiales (NEE) y a familias con becas. Al entregar la infraestructura a una institución con fines de lucro y admisión selectiva, se validó la "cultura del descarte" que tanto denuncia el Papa Francisco (Fratelli Tutti). Se priorizó la rentabilidad del activo inmobiliario por sobre el rostro concreto de los niños que más nos necesitaban.
"Si la falta de vocaciones religiosas lleva a cerrar obras en lugar de confiarlas al laicado maduro (como sugiere Lumen Gentium), entonces seguimos atrapados en un clericalismo que asfixia la misión"
Finalmente, este cierre nos desafía a repensar el rol del laicado. Se argumentó "falta de frailes" para sostener la obra. Pero la realidad es que el colegio ya era dirigido y sostenido vitalmente por laicos comprometidos. Si la falta de vocaciones religiosas lleva a cerrar obras en lugar de confiarlas al laicado maduro (como sugiere Lumen Gentium), entonces seguimos atrapados en un clericalismo que asfixia la misión.
Hago pública esta reflexión no desde el rencor, sino desde la esperanza de que mi dolor sirva de antecedente. Que el "Caso Santo Domingo" sea estudiado en el camino Sinodal como el ejemplo de lo que debemos corregir.
Necesitamos una Iglesia donde los bienes sirvan a la misión, donde la transparencia supere al secreto administrativo y donde los laicos seamos tratados como verdaderos corresponsables y no como clientes de un servicio religioso que baja la cortina. Solo así, el último timbre de mi colegio no será un final en vano, sino el inicio de una conversión pastoral necesaria.
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