Turistas, extranjeros y emigrantes... la historia de Mohamed Charkaoui Ciudadanos de segunda categoría

Iglesia de Santa Anna de Barcelona
Iglesia de Santa Anna de Barcelona

En estos siete años, sin conseguir legalizarse, ha hecho de todo para sobrevivir, incluso para mandar algo de dinero a su familia que no acaba de creerse que no pueda ganar un buen sueldo en la ciudad soñada por tantos compatriotas

Ayer, caminando por las calles de Barcelona entre turistas que gozan de la belleza de esta ciudad sin preocuparse por la documentación, fue detenido por la policía nacional, y al no poder enseñar la documentación que le acredite como ciudadano “legal”, le abrieron un expediente sancionador por estancia irregular. Ahora está en el CIE

Mohamed Charkaoui lleva siete años en Barcelona. Llegó, como tantos otros marroquís, huyendo del hambre, la pobreza y la angustia familiar generadora de sueños y utopías que ningún comentario realista puede desengañar.

Su deseo: ayudar a la familia sacrificando unos años de lucha por conseguir atravesar las barreras infranqueables del Monte Gurugú, las caminatas por el desierto, y la difícil valla donde hace poco murieron masacrados tantos jóvenes que compartían sueños de liberación con Mohamed.

En estos siete años, sin conseguir legalizarse, ha hecho de todo para sobrevivir, incluso para mandar algo de dinero a su familia que no acaba de creerse que no pueda ganar un buen sueldo en la ciudad soñada por tantos compatriotas.

La mesa de fraternidad del Hospital de Campaña de Santa Anna.
La mesa de fraternidad del Hospital de Campaña de Santa Anna.

Ayer, caminando por las calles de Barcelona entre turistas que gozan de la belleza de esta ciudad sin preocuparse por la documentación, fue detenido por la policía nacional, y al no poder enseñar la documentación que le acredite como ciudadano “legal”, le abrieron un expediente sancionador por estancia irregular. Ahora está en el CIE –Centro de Internamiento para Extranjeros- llorando su desventura y su desesperada espera…

En Santa Anna, en nuestros “Pisos de Oportunidad” en donde rodeados de cariño y exigencia al mismo tiempo, logran salir adelante nuestros amigos, son muy sensibles ante las angustias de parientes o amigos que no pueden salir de la situación actual porque no han tenido la suerte de la que ellos gozan. Y las posibilidades de El Hospital de Campaña de Santa Ana no dan para más…

Estos chicos que me consideran su “abuela” y a los que abrazo como a mis queridos nietos,  siempre que conocen un caso así, me lo cuentan a ver si yo puedo hacer algo por su amigo o pariente. Mi impotencia aumenta cuando, al recurrir a los conocimientos que tengo, recibo la misma respuesta: “está en trámites y hay que esperar…”

Turistas, extranjeros y emigrantes. Las tres categorías tienen en común el no haberr nacido en tierra española. Pero las dos primeras están disfrutando o de unas vacaciones o bien del estudio o de un trabajo que les permite vivir dignamente entre nosotros. La tercera categoría es de los que sobreviven con miedo y angustia porque cargan sobre sus espaldas un peso terrible: el de “ilegales”. Y sólo una cosa les hace vivir fuera de la ley: la necesidad de vivir.

Varios jóvenes migrantes, algunos de ellos menores, durmiendo en los bancos de la Iglesia Santa Anna de Barcelona
Varios jóvenes migrantes, algunos de ellos menores, durmiendo en los bancos de la Iglesia Santa Anna de Barcelona P. R.

El otro día en “Merlí, sapere aude”, la catedrática de Filosofía que encarna Pujaltes le decía al discípulo protagonista de la serie: “Hay personas que existen. Otras que viven. Tú, ¿qué prefieres existir o vivir?”

A Mohamed y a tantos otros emigrantes, no se lo preguntan, pero ellos saben que, de momento, sólo existen o sobreviven…   Y los que les queremos vivimos pero con la impotencia de verlos sobrevivir, mientras no cambie la Ley de extranjería.

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