"El papa, por papa, no es rey" 'Desmonarquización' en la Iglesia

'Desmonarquización' en la Iglesia
'Desmonarquización' en la Iglesia

"Con el atronador término de la 'desmonarquización' con explícita referencia a la Iglesia, pretendo acentuar la sagrada necesidad que padece tal institución"

"La revisión de la relación de monarquía-Iglesia es inaplazable, urgente y profunda. Por ejemplo, 'Cristo Rey'… La Iglesia y sus seguidores no tienen vocación de reyes, tal y como este concepto se usa y ejerce"

"Adscribir de alguna manera la condición de 'católicos' a los monárquicos, no es ni venturosa ni certeramente cristiano. Es absurdo, además de escandaloso y antievangélico. Y profano"

"Un rey, con referencias a tantos y descalificados comportamientos cívicos, es merecedor de que la misma jerarquía eclesiástica, algún cura de pueblo o canónico magistral, le haya dedicado más de una admonición y condena"

"En la Iglesia están de más los papas-reyes y los reyes-reyes absolutos, al igual que los reyezuelos que se quedaron solo en obispos"

Con el atronador término de la “desmonarquización” con explícita referencia a la Iglesia, pretendo acentuar la sagrada necesidad que padece tal institución de que ordenamiento, ideas y esquemas de vida de quienes la configuran, cuanto se relaciona con la monarquía se revise, reforme y corrija.

De ”monarca”, y más de “absoluto”, como en el caso eclesiástico , intencionalmente y de por sí, es, se llama y ejerce “aquella persona al frente del Gobierno o Jefatura del Estado , como autoridad suprema , sobre cualquier otro poder o ley , por la voluntad –“gracia”- de Dios, vitaliciamente y con proyección en sus herederos”. Equipada como esta de tales, tantos privilegios humanos y divinos, la consagración de la vida y de la muerte de sus adeptos ´¡”Por Dios, por la patria y el rey¡”- y otras razones “martiriales”, fue y sigue siendo, norma de comportamiento ético-moral rigurosa y en consonancia con la teología, la historia y el santoral en la mayoría de sus páginas predicadoras de ejemplaridad.

La revisiónde la relación de monarquía-Iglesia es inaplazable, urgente y profunda. Por ejemplo, “Cristo Rey” , con fieles referencias a intitulaciones avaladas por leyes y comportamientos concretos, demanda con cordura, sensatez, Biblia y evangelio, planteamientos distintos a los que la piadosa exaltación de muchos inspirara e impusiera en la religiosidad, con toda clase de plácemes , fiestas, bendiciones y reconocimientos de catolicidad apostólica y romana.

La Iglesia y sus seguidores no tienen vocación de reyes, tal y como este concepto se usa y ejerce, al margen o en contra de lo que demanda el pueblo comenzando por los más pobres y vulnerables en su ínclita y misteriosa pluralidad de versiones.

De los ”reyes,” y más de los “absolutos”, y aún de no pocos de ellos oficialmente reconocidos en el Santoral – “Año Cristiano”-, es posible el cuestionamiento de su ascenso al honor de los altares y plantearse la veracidad de su oferta como modelo para el pueblo y como mediador entre este y Dios.

Sobre todo a la jerarquía y a sus miembros más representativos canónicamente, les sobran símbolos, gestos y signos, palabras y reconocimientos con los que de alguna manera se pretenda reseñar y destacar su “monarquización”, por mucho que la “santa” tradición así lo proclame, aún con la forzada sustentación de argumentos poco o nada fiables bíblica y teológicamente.

El Papa, en multitud de ocasiones pontificias, fue considerado y tratado como “rey absoluto por la gracia de Dios”, pero con la triste -tristísima- comprobación de que su capacidad de servicio al pueblo era poco o nada operativa. Lo de “Siervo de los siervos de Dios” jamás podía tener interpretación mínimamente noble, cristiana, evangélica y evangelizadora, a la sombra de la ya extinta tiara con explícita y absurda referencia a reinos humanos y divinos y con interpretaciones “piadosas” de sillas gestatorias que hoy causan pena e impudor en unos , y displicencia o hilaridad en otros .

El papa, por papa, no es rey. Y menos, rey absoluto. Ni dentro ni fuera de la Iglesia, aun reconociendo en esta su condición de Jefe de Estado que tal vez otro “Francisco” decida borrar tal condición lo antes posible. La pronta desaparición del Vaticano como Estado, es ya del agrado de buena parte de la Iglesia, de teólogos y pastoralistas, y lo es nada menos que por inspiración del santo Evangelio. Otras religiones y otras Iglesias no son Estados y son tanto o más Iglesia, que la católica, apostólica y romana.

Adscribir de alguna manera la condición de “católicos” a los monárquicos, - con inclusión de sus respectivos partidos políticos-, no es ni venturosa ni certeramente cristiano. Es absurdo, además de escandaloso y antievangélico. Y profano.

Emérito

Un rey, con referencias a tantos y descalificados comportamientos cívicos, de los que no es ajeno el pueblo, merced a los medios de comunicación social, con aportación de toda clase de documentos, datos e imágenes, es merecedor de que la misma jerarquía eclesiástica, algún cura de pueblo o canónico magistral, le haya dedicado más de una admonición y condena por el comportamiento de quien alrededor de sus figuras en las monedas destacara su condición de “Rey por la gracia de Dios”.

En la Iglesia están de más los papas-reyes y los reyes-reyes absolutos, al igual que los reyezuelos que se quedaron solo en obispos y a lo que más llegaron en su “carrerismo” eclesiástico fue a cardenales, aun cuando los “ornamentos sagrados” que visten, den la impresión de superar lo inimaginable en ámbitos, esferas y pasarelas tanto humanas como divinales.

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