(José María Castillo).- Desde hace unos días, se comenta (entre indignación y escándalo) lo que ha dicho recientemente el párroco de un pueblo de León, asegurando tranquilamente que el cáncer, que sufre un conocido político del PSOE, podría ser "un castigo de la Divina Providencia", por causa de la condición homosexual del mencionado político.
Más allá del disparate, que entraña semejante afirmación, la injustificada (y nunca demostrable) opinión de este sacerdote nos lleva derechamente a afrontar una pregunta de ésas que tocan fondo en asuntos de religión. La pregunta es ésta: ¿Dios puede ser vengativo y castigador? Más concretamente: el Dios en el que creemos los cristianos, el Dios que se nos reveló en Jesús, ¿puede utilizar la venganza y el castigo contra aquellos a los que considera pecadores o indignos por el motivo que sea? No entro aquí en el juicio que pueda hacer Dios de la homosexualidad.
En cualquier caso, afirmar que la condición homosexual es una perversión que merece un castigo divino, que se traduce en los sufrimientos de un cáncer, representa un disparate tan monumental como indemostrable. ¿De dónde sabe ese cura que Dios castiga la homosexualidad con los padecimientos de un cáncer?
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