"¿Amor de lejos? El amor necesita de la presencia física de los que se aman" Dumar Iván Espinosa: "Uno de los efectos más nocivos de la pandemia puede ser el cambio de los sentimientos de las personas que no se sintieron acompañadas por su Iglesia"

Iglesia vacía
Iglesia vacía

"La caricia, el beso y el abrazo, la palabra, el detalle, las miradas no pueden ser cambiados por pruebas de supervivencia, por intercambios esporádicos en redes o por impersonales saludos debidos al ajetreo del trabajo de cada día"

"Si antes de la pandemia los templos en diversas partes del mundo ya estaban vacíos era tal vez porque como bien dice Francisco los pastores se habían convertido en funcionarios lejanos y arrogantes de la gracia"

"El buen samaritano en cambio observa, toca, cubre, limpia, encarga; no hace como el sacerdote que dice dos rezos por la salvación de esa alma y sigue su camino"

"Gracias a Dios también abundan los testimonios de sacerdotes, religiosos y laicos que demuestran cercanía a los enfermos y a los más necesitados en estos tiempos de pandemia"

Habían pasado seis años desde que un escuadrón de la guerrilla de las FARC-EP la secuestró en la espesura de la selva tropical del país andino. Algunas fotografías que los secuestradores mandaron a la prensa denotaban su cansancio y la extrema delgadez como retrato de la depresión absoluta. Ese día, sin embargo, todo parecía haber cambiado en un abrir y cerrar de ojos. El país expectante recibió la noticia de su liberación junto con otros rehenes políticos de los revolucionarios. Un helicóptero los devolvería de nuevo a la civilización.

El combativo esposo de la liberada finalmente la tendría de nuevo en sus brazos. Sus manos que tantas veces repartieron volantes con mensajes de amor sobre la tupida selva podrían acariciar de nuevo el cuerpo y el rostro de la amada. El abrazo de los esposos que se reencuentran se daba por descontado.

No obstante, las imágenes de ese día demostraron que muchas cosas habían cambiado en las familias que se reencontraron, dando crédito a los versos de Neruda… “Nosotros los de entonces ya no somos los mismos” (Poema 20).

Muy pronto se anunció la separación definitiva de los esposos y el desarrollo inesperado de otras historias de vida del grupo de los liberados. El secuestro mostró entonces o faceta oscura de sus efectos, la metamorfosis de los sentimientos de las personas.

De suyo, el amor necesita de la presencia física de los que se aman. La caricia, el beso y el abrazo, la palabra, el detalle, las miradas no pueden ser cambiados por pruebas de supervivencia, por intercambios esporádicos en redes o por impersonales saludos debidos al ajetreo del trabajo de cada día.

Amor

El dueño de la vida lo sabe. Quién mejor que el artífice de nuestra naturaleza para conocer a sus creaturas. En su sabiduría infinita proyectó salvar no una humanidad impersonal sino a cada ser humano en las condiciones únicas e irrepetibles de la existencia.

Si la historia de salvación se limitara a gestos esporádicos y espectaculares no hubiese sido necesaria la misma encarnación del Hijo de Dios. El Creador omnipotente hubiese podido salvar de manera unilateral sin el concurso de colaboradores.

Liberación de Ingrid Betancourt
Liberación de Ingrid Betancourt

Dios prefirió respetar la libertad de cada ser humano y ganarse su amor antes de reclamarle el alma. “Hecho hombre compartió en todo nuestra condición humana menos en el pecado” (Fil 2, 7). Se alegró con la obra de su Padre que revela su sabiduría a los más humildes. Lloró al saber que su amigo Lázaro había muerto. Clamó varias veces por un poco de agua para calmar la sed. Abrazó a los leprosos mientras los curaba. Hizo barro con su saliva para devolverle la vista al ciego de nacimiento. Todos sus gestos demuestran cercanía.

Uno de los efectos más nocivos de la pandemia actual puede ser el mismo del secuestro en el cambio de los sentimientos de las personas que no se sintieron acompañadas por su Iglesia. En condiciones extremas el corazón humano es impredecible.

No se duda de la efectividad de los telesacramentos porque el ministro obra en la persona de Cristo y su poder es inmenso. Pero siempre hará falta el abrazo.

La misa, actividad esencial
La misa, actividad esencial

El hospital de campo en que se ha convertido la Iglesia requiere de la presencia real y tangible de los dispensadores de los sacramentos. Si antes de la pandemia los templos en diversas partes del mundo ya estaban vacíos era tal vez porque como bien dice Francisco los pastores se habían convertido en funcionarios lejanos y arrogantes de la gracia.

“Nosotros los de entonces ya no somos los mismos”, seguirán diciendo quienes sobrevivan a la pandemia. El virus demostrará su lado más triste para la fe cuando los templos continúen vacíos después de que aparezca la esperada vacuna. El problema de la falta de fe entonces se dirá no era el contagio sino la lejanía.

Bendición desde helicóptero
Bendición desde helicóptero

Sigue siendo la mies mucha y los obreros pocos. Así sea por teléfono satelital que se dispense el perdón, hace falta la dirección espiritual, y para eso hacen falta ministros dispuestos a escuchar. No es hora de limitar la aplicación de sacramentos a unas condiciones limitadas por tradiciones seculares que no han sido las mismas siempre.

Hemos pensado los sacramentos como último recurso para asegurar el perdón final. Algo que no es nuevo en la historia. El mismo Constantino se hizo bautizar en punto de muerte para asegurarse la vida eterna. El derecho canónico prevé excepciones bienintencionadas como absoluciones generales y de cómplice en caso de peligro extremo. Una pastoral así no es terapéutica sino desesperada.

Parábola del Buen Samaritano
Parábola del Buen Samaritano

El buen samaritano en cambio observa, toca, cubre, limpia, encarga; no hace como el sacerdote que dice dos rezos por la salvación de esa alma y sigue su camino.

Cada sacramento emplea elementos de supervivencia para acercarse a las personas. Pan, vino, agua, aceite, no son elementos virtuales. Hace falta administrarlos directamente al hambriento, al sediento, al enfermo, al preso, al desnudo. Hay que buscar formas nuevas para alcanzar al necesitado con las debidas precauciones sanitarias aunque éstas no sean suficientes. Los mártires sacerdotes del coronavirus prefirieron el amor a la vida. Gracias a Dios también abundan los testimonios de sacerdotes, religiosos y laicos que demuestran cercanía a los enfermos y a los más necesitados en estos tiempos de pandemia.

Expresiones espectaculares y gestos simbólicos a la distancia, aunque efectivos desde el punto de vista de la gracia, podrían demostrarse irrelevantes al final de la pandemia. Las buenas intenciones son insuficientes: “Señor, pero si hablamos en tu nombre, expulsamos demonios y realizado muchos milagros”. De nuevo el Señor corregirá nuestros buenos propósitos y acciones: “Os aseguro que no os conozco” (Mt 7, 22-23).

Todos estamos llamados a la cercanía espiritual y material con los otros. El necesitado está en nuestra propia casa. Los gestos de amor sencillo deberían prodigarse en esta oportunidad maravillosa de la cuarentena obligatoria.

Nuestras condolencias a todos los fallecidos en tiempos de coronavirus:
Nuestras condolencias a todos los fallecidos en tiempos de coronavirus: Agustín de la Torre

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