"La de la campana fue siempre la voz del pueblo y de los pueblos" 'Echar las campanas al vuelo' es signo, sacramento y, 'tocadas a mano', Patrimonio Cultural Inmaterial español

Campanas 'tocadas a manos'
Campanas 'tocadas a manos'

Con desconocimiento casi generalizado le pasó, y le pasa desapercibida a la feligresía católica, apostólica y romana de la Iglesia española, una de las noticias más intensamente “religiosas” y de mayor relieve y contenido de los últimos tiempos

Se trata de la declaración oficial por parte de la UNESCO, en calidad de “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”, del toque manual de las campanas en los templos de España

"La reciente declaración contribuirá de forma efectiva a hacer más pueblos a los pueblos, con el añadido del elocuente, variado, sagrado y añorado 'tocadas a manos' de los más veraces 'telediarios'"

"'Echar las campanas al vuelo' es signo y sacramento. Las campanas hablan de todo y a todos. Su lenguaje es universal. Y aquí y ahora, 'tocan a rebato'. Los fuegos y las tormentas demandan y urgen sus toques y repiques, en la riqueza de sus tonos"

Con desconocimiento casi generalizado le pasó, y le pasa desapercibida a la feligresía católica, apostólica y romana de la Iglesia española, una de las noticias más intensamente “religiosas” y de mayor relieve y contenido de los últimos tiempos. Se trata de la declaración oficial por parte de la UNESCO, en calidad de “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”, del toque manual de las campanas en los templos de España. La veracidad del dicho popular de que nadie, o pocos, son los conocedores del “cómo, por qué, quién quienes tocan las campanas, justifican estas reflexiones.

De la historia de las campanas hay ya constancia en la Iglesia universal desde el año 400, que fue cuando san Paulino, obispo de la ciudad de Nola, junto a Nápoles, mandó efectuar la fundición de una de ellas, cristianizando los restos y recuerdos de otros vasos sagrados, procedentes de culturas paganas. Una vez más el bautismo, que no la destrucción, fue santo y seña de la verdad de la Iglesia. Por la región – Campania-, a la que pertenece la ciudad de Nola, tal “vaso sagrado” litúrgico recibió ya desde el principio el sobrenombre de “campana”.

En los estudios que precedieron a la declaración de la Unesco a favor de las de España y de su “toque manual”, se registran y distinguen docenas de sonidos, perceptibles no siempre por el pueblo-pueblo, pero sí por los expertos, devotos e interesados directamente en el tema. Grupos y organizaciones de “campaneros”, “Hispania Nostra”, el ministerio de Turismo y la colaboración de varias Comunidades Autónomas, hicieron posible tan preciada e internacional consideración para este bien cultural de España.

"Voz única y verdadera. Infalible. Con dimensión comarcal. Siempre dispuesta a ser proclamada. Evangelizadora, tanto religiosa como civilmente. De todos y para todos. Voz de la colectividad. Bien común y comunitario"

La de la campana fue siempre la voz del pueblo y de los pueblos. Voz única y verdadera. Infalible. Con dimensión comarcal. Siempre dispuesta a ser proclamada. Evangelizadora, tanto religiosa como civilmente. De todos y para todos. Voz de la colectividad. Bien común y comunitario.

En los tiempos pasados de la España, aún no del todo vacía –“ vaciada”- la campana fue el medio de comunicación- común unión- por excelencia. Fue su reloj. El único que regía las horas del pueblo y al que este, minuto a minuto, ajustaba sus quehaceres familiares, sociales, cívicos, laborales y, por supuesto, religiosos.

Campanas

La campana era el “telediario” oficial de los pueblos. Daba noticias de fallecimientos de los componentes de la comunidad, de si era mujer o varón. Niño o adulto. Rico o pobre, y con entierro de primera, de segunda o de ninguna “clase”.

Al igual que duelo, pésame y aviso en casos de urgencia, como incendios, la campana era y hacía fiesta y fiestas. Estas no eran posibles sin el toque y retoque ya desde sus vísperas, con las fórmulas pías de los “triduos”, “quinarios” y “novenas”, justificadores de las masivas de forasteros, emigrantes nativos con los que, por diversidad de razones de pura subsistencia, se vieron obligados a avecindarse en otras áreas a las que jamás podría llegar la voz broncínea de las campanas de su pueblo.

En los últimos tiempos y con el inicio el regreso de algunos a sus pueblos y a sus campanas, estas vuelven a hacer resonar su voz, aunque algunas fuera robadas, malvendidas, refundidas o dedicadas a otros menesteres extra- comunitarios.

"La reciente declaración por parte de la Unesco contribuirá de forma efectiva a hacer más pueblos a los pueblos, con el añadido del elocuente, variado, sagrado y añorado 'tocadas a manos' de los más veraces 'telediarios'"

La reciente declaración por parte de la Unesco contribuirá de forma efectiva a hacer más pueblos a los pueblos, con el añadido del elocuente, variado, sagrado y añorado “tocadas a manos” de los más veraces “telediarios”, precisamente a consecuencia de tal condición.

¡Felicidades a quienes de alguna manera colaboraron en la determinación de la Unesco, con lo que contribuyeron a hacer más Iglesia -comunidad- a la Iglesia, más pueblos a los pueblos y a la sociedad en general, que sigue viviendo a la sombra de los campanarios, enriquecidos también estos a perpetuidad con el clotoreo “-castañuela”- de las cigüeñas avecindadas en esas altitudes¡

Con su “Laudato si”, el papa Francisco “dio la campanada”, dado que, como los niños dejaron ya de “venir de París”, sino que tal misión le fue encomendada por el pueblo a las cigüeñas, al menos queda abierto un portillo de esperanza y de luz –“dar a luz”- para el repoblamiento de la “España vacía” y para la continuidad de Nuestra Santa Madre la Iglesia”.

“Echar las campanas al vuelo” es signo y sacramento. Las campanas hablan de todo y a todos. Su lenguaje es universal. Y aquí y ahora, “tocan a rebato”. Los fuegos y las tormentas demandan y urgen sus toques y repiques, en la riqueza de sus tonos.

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