"No estamos muy lejos de que suceda algo parecido en nuestro Perú" Ecuador: "Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar"

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"Escribo desde Perú y, más en concreto, desde la frontera con el Ecuador. Desde España me vienen llegando 'avisos' de familiares y amigos de que me cuide porque las noticias allá sobre El Ecuador son alarmantes"

"El gobierno de Noboa al afirmar que existe en el país un 'conflicto armado interno', de inmediato genera la confusión y hace creer a muchos que lo ocurrido en Ecuador tiene que ver con cuestiones políticas y -más en concreto- con grupos terroristas de izquierda armados que operan en el país"

"Nada más lejos de la realidad: los 13 encapuchados que tomaron al asalto un canal de televisión fueron mucho más claros al decir: 'Estamos en el aire para que sepan que no se juega con la mafia'"

"A nadie de los que queremos de veras a nuestro Perú nos deja indiferentes lo que está ocurriendo en nuestro vecino país norteño. Y es que no somos tampoco ingenuos: la corrupción y el narcotráfico campean en nuestro Perú y en nuestras instituciones"

"Y, siguiendo con la sabiduría popular, al ver cómo pelan las barbas en nuestro vecino Ecuador, preferimos no poner las nuestras en remojo, sino adelantarnos a poner los remedios ya por todos sabidos"

Escribo desde Perú y, más en concreto, desde la frontera con el Ecuador, por lo que, por un lado, la referencia a ambos países es obligada y, por el otro lado, ya desde el comienzo afirmo que no estamos muy lejos de que suceda algo parecido en nuestro Perú. Y no solo acá, sino en varios otros países latinoamericanos que se ven en condiciones, de algún modo parecidas.

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Desde España me vienen llegando “avisos” de familiares y amigos de que me cuide porque las noticias allá sobre El Ecuador son alarmantes. Y es que, de entrada, el gobierno del señor Noboa al afirmar que existe en el país un “conflicto armado interno”, de inmediato genera la confusión y hace creer a muchos que lo ocurrido en Ecuador tiene que ver con cuestiones políticas y -más en concreto- con grupos terroristas de izquierda armados que operan en el país. Nada más lejos de la realidad: los 13 encapuchados que tomaron al asalto un canal de televisión fueron mucho más claros al decir: "Estamos en el aire para que sepan que no se juega con la mafia".

Eso es, mafia y simple mafia, delincuencia pura y dura. ¿Que la mafia está armada? ¡Por supuesto que lo está! (¿y cuándo no?). ¿Que eso ha puesto en jaque al gobierno y a la sociedad ecuatoriana en su conjunto y a eso lo queremos llamar “conflicto armado interno”? Podemos llamarlo así si queremos confundir a los de dentro del país y a los de fuera. No, no hay ninguna guerra civil en Ecuador protagonizada por grupos ideológicos distintos, a los que fácilmente luego calificamos de terroristas… ¡aunque ciertamente hayan sembrado terror!

"No, no hay ninguna guerra civil en Ecuador protagonizada por grupos ideológicos distintos, a los que fácilmente luego calificamos de terroristas… ¡aunque ciertamente hayan sembrado terror!"

Justo también de España me han llegado los análisis más claros de la situación ecuatoriana. Y en ellos se habla de una situación degenerativa que viene de largo y que se agudizó en los dos períodos gobernados por Lenín Moreno y Guillermo Lasso (2017-2023). Y se habla abiertamente de que toda la sociedad ecuatoriana y, especialmente, todas las instituciones oficiales han sido permeadas por el narcotráfico y la corrupción de todo tipo. Y bien sabemos que el narcotráfico mueve toneladas de dinero.

"No resulta raro, entonces que el estallido actual comience el 7 de enero, cuando uno de los delincuentes más peligrosos de Ecuador, el narcotraficante Adolfo Macías, alias 'Fito', líder de la banda Los Choneros, que cumplía una pena de 34 años desde 2011, se fugó de la cárcel, con el apoyo de algunos policías"

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No resulta raro, entonces que el estallido actual -múltiple y complejo, es cierto- comience El 7 de enero, cuando uno de los delincuentes más peligrosos de Ecuador, el narcotraficante Adolfo Macías, alias “Fito”, líder de la banda Los Choneros, que cumplía una pena de 34 años desde 2011, se fugó de la cárcel, con el apoyo de algunos policías. Eso ocurrió, precisamente, la víspera de ser transferido a una cárcel de máxima seguridad. Su evasión fue celebrada con explosiones en diversos puntos del país, mientras el presidente Daniel Noboa decretaba el estado de excepción para permitir a los mandos policiales y militares intervenir las cárceles. A partir de ahí los hechos delincuenciales se suceden: El día 9, un grupo de trece encapuchados armados con fusiles de asalto, granadas y explosivos tomaron un canal de televisión en Guayaquil y tomaron como rehenes a varios empleados, al tiempo que estallaban motines violentos en seis cárceles del país. Explotaron varios coches bomba, fueron atacados con explosivos centros comerciales, varios hospitales fueron tomados por encapuchados y varios policías fueron secuestrados… Luego suceden otras muchas cosas, pero todas con características delincuenciales y nada parecido a una explosión política terrorista.

Quizás sea en las cárceles donde mejor se refleja esta situación de violencia permanente e institucionalizada por la disputa entre bandas del control de la situación y del poder. Han muerto en ellas, en Ecuador, desde 2020, 400 presos. Y, por supuesto, los presos no están de brazos cruzados, matan y asesinan a todo tipo de personas también. Hace muchos años leí, en un libro de quien posteriormente llegara a ser Ministro del Interior de Ollanta Humala en Perú, José Luis Pérez Guadalupe, que en San Juan de Lurigancho -la mayor y principal cárcel del Perú- quien realmente mandaba en cada momento era el que controlaba la droga en el penal (y podía ser el director del penal, civil o militar, o un capo preso…) Y lo demostraba con ejemplos concretos. ¿No se podrá extrapolar eso a un país entero cuando el narcotráfico ha logrado permear las principales instituciones?

Cuando una sociedad, cuando sus instituciones oficiales señeras son atravesadas de arriba a bajo por la corrupción mafiosa, cuando el narcotráfico es el que manda en un país, tarde o temprano la cosa estalla. Y es lo que ha ocurrido en Ecuador. Se veía venir y no se quiso evitar, sino con la fuerza represiva de la policía y el ejército (también atravesados por la misma corrupción mafiosa, con toda seguridad). Y si ahora se quiere tapar la cosa con mayor represión, mucho me temo que lo único que se logrará será algo así como “la paz de los cementerios”, donde nadie grita porque todos están muertos. No se sabe cuántos serán ya en Ecuador los muertos, los heridos, los detenidos, los falsamente acusados…

"Y si ahora se quiere tapar la cosa con mayor represión, mucho me temo que lo único que se logrará será algo así como 'la paz de los cementerios', donde nadie grita porque todos están muertos"

Hace pocos años, Ecuador era uno de los países más tranquilos y seguros de América Latina. En 2017, la tasa de asesinatos era de 5,78 por cada 100.000 habitantes; hoy se sitúa en 40, cifra superior a las que se registran en México o Colombia. En 2023 ocurrieron casi 8.000 muertes violentas. ¿Cómo se ha producido ese cambio? Análisis serios se los adjudican al narcotráfico.

Desde hace varios años, el narcotráfico campa a sus anchas en el país. Los carteles mexicanos más poderosos, entre ellos “Sinaloa” y “Jalisco Nueva Generación”, vieron en Ecuador el lugar ideal para reconducir sus negocios, gracias a su ubicación geográfica (entre Perú y Colombia, los dos grandes productores de cocaína) y a centros portuarios como el de Guayaquil, con escasos controles y reconocida corrupción administrativa. El narcotráfico se intensificó sólidamente, gracias a la debilidad institucional y a las fronteras porosas entre los estados (hay datos muy concretos respecto al flujo de la droga vía Ecuador en los últimos años). Y cada vez hay más voces de expertos que indican que hay vínculos entre el Estado y el crimen organizado, que ha permeado el poder político y judicial y el aparato represivo del Estado; son evidentes los vínculos mafiosos de las más altas autoridades policiales y militares.

"A nadie de los que queremos de veras a nuestro Perú nos deja indiferentes lo que está ocurriendo en nuestro vecino país norteño. Y es que no somos tampoco ingenuos: la corrupción y el narcotráfico campean en nuestro Perú y en nuestras instituciones"

No soy quién para afirmar o negar nada de lo anterior, pero “cuando el río suena…piedras trae”. Y este río suena fuerte. Lo más preocupante lo recoge otro refrán del título: “Cuando las barbas de tu vecino…” A nadie de los que queremos de veras a nuestro Perú nos deja indiferentes lo que está ocurriendo en nuestro vecino país norteño. Y es que no somos tampoco ingenuos: la corrupción y el narcotráfico campean en nuestro Perú y en nuestras instituciones. Lo vemos en la familia, en la escuela/colegio, en la pandilla del barrio donde se justifica todo. Lo vemos a diario en la policía. Lo vemos… Ojo, puede estar sucediendo en otros países del entorno. Y, estamos seguros, no es con más drásticas leyes, ni con más y mayores cárceles, ni con mayor represión que esto secorrige, es con educación y con ejemplo de prácticas solidarias, es demostrando que en la base siempre debe estar aquella máxima de “pobres, pero honrados”.

Y, siguiendo con la sabiduría popular, al ver cómo pelan las barbas en nuestro vecino Ecuador, preferimos no poner las nuestras en remojo, sino adelantarnos a poner los remedios ya por todos sabidos. 

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