"Curar las heridas de las personas, es fundamental en la tarea de la iglesia" Escuchar la súplica angustiante del que sufre

Bartimeo
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"El discípulo debe saber escuchar la voz de Dios y la voz de los hermanos que sufren"

"La iglesia no puede peregrinar en el seguimiento de Jesús haciendo caso omiso a quienes apelan a su corazón para recibir la ternura de una compasión que se hace solidaria y, alivia los dolores"

"El ciego Bartimeo, sabe y entiende que la oportunidad de tener a Jesús delante de él es única y, que debe aprovechar esa oportunidad"

Uno de los ejercicios que está a la base de nuestra vida de bautizados y creyentes es escuchar. El discípulo debe saber escuchar la voz de Dios y la voz de los hermanos que sufren.

Toda persona experimenta de diferentes maneras el sufrimiento y, esta realidad exige una actitud generosa de compasión.

En este domingo 30 del tiempo ordinario y día de las misiones, la liturgia de la palabra nos recuerda la vocación que recibe la misma iglesia para ser imagen fiel de Jesús: es una vocación que debe saber mirar, escuchar y atender al que sufre.

Curar las heridas de las personas, es fundamental en la tarea de la iglesia. ¿Cuántas heridas podemos ver en el hermano o hermana que se acerca?

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Unir nuestras vidas y corazón desde la experiencia de compasión ante un dolor que se palpa y se siente en los hermanos, con quienes convivimos o nos encontramos, nos conduce a abrirnos en actitud de amor compartido, que viene hacer testimonio de fortaleza para todo creyente.

En el evangelio de este domingo Jesús continúa enseñando a los discípulos la importancia de aprender a escuchar al que sufre. La iglesia no puede peregrinar en el seguimiento de Jesús haciendo caso omiso a quienes apelan a su corazón para recibir la ternura de una compasión que se hace solidaria y, alivia los dolores que vuelven angustiante la vida de quienes los padece.

A diferencia del domingo 29 del tiempo ordinario o anterior, cuando los discípulos Juan y Santiago piden a Jesús sentarse uno a su izquierda y otro a su derecha, reciben la respuesta de Jesús que les dice: no saben lo que piden. En el evangelio de este domingo el ciego Bartimeo recibe de Jesús una pregunta abierta: ¿qué quieres que te haga?, Bartimeo responderá con claridad, precisión y sin titubeos: ¡Señor que vea!

La vida nos presenta oportunidades para salir adelante y superar situaciones que nos tienen atrapados y que no nos dejan vivir a plenitud. Así el ciego Bartimeo, sabe y entiende que la oportunidad de tener a Jesús delante de él es única y, que debe aprovechar esa oportunidad.

Jesús pasa por el camino de nuestra vida y debemos penetrar y romper las barreras que quieren impedir que nuestra voz sea escuchada. Nuestro grito y súplica se deben distinguir por la fuerza que emerge del corazón y de todo el ser para ser escuchados y atendidos. Tenemos que tener convicciones firmes para avanzar en la vida. ¿Cuántos nos dicen? ¡ya no sigas, ya no insistas! Ante cosas vitales que definen nuestra vida para mayor progreso y plenitud.

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Los mismos que le decían al ciego que se callara, son los mismos que van de mensajeros de Jesús para decirle al ciego que lo llama. Ahí se da una conversión de los seguidores de Jesús, que tienen que corregir la actitud insensible de decirle al ciego que se calle.

Tenemos que perseverar, insistir y suplicar con fuerza ante Dios y ante los hermanos, cuando necesitamos superar algo que nos deja indefensos o frágiles en la vida.

Hoy debemos tener capacidad de escuchar, detenerse, llamar, atender y sanar. Ante un mundo agitado y con tanta prisa, que no sabe detenerse, y que pierde como centro de atención a las personas, para fugarse en la rapidez de los instrumentos digitales. Nuestro espíritu clama atención para vivir con serenidad y sin agitaciones angustiantes la vida cotidiana. Necesitamos saber detenernos, escuchar la voz sufrida de quienes están a nuestro lado en el camino para caminar no más distanciados, sino haciendo camino juntos.

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Ensimismados en nosotros mismos perdemos capacidad de ver al anciano, al joven, al niño, al esposo, a la esposa, al amigo, al pordiosero. Jesús nos da la lección fundamental de ser humano, a través de una actitud totalmente fraterna y de familia. Nos falta ponernos a disposición del otro con el objetivo de ayudar de verdad: ¿qué quieres que haga por ti? Esta pregunta se la debemos hacer a las personas que decimos amar. Se escucha no sólo bonito, sino, acaricia el dolor para sanar la herida y restaurar la vida.

Primero, Religión Digital

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