"Somos militantes de ideologías, mucho más que de análisis" España en 'duelo'

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Imposible abstraerse a lo que está sucediendo en el país después de la elecciones generales de julio

"Pienso que se habla en serio, cuando la primera pregunta que yo me haría es, ¿qué desconfianza sienten otros por mí si, viendo la catástrofe que se avecina, no confían para que los acerque a la salida?"

"¿Qué es de lo nuestro, lo que se nos debe de forma inapelable a nuestra condición esencial de país o identidad? y ¿qué es lo irrenunciable a quienes no tenemos ideología sino ciencia de la historia, unos, o ley natural, otros?"

"La libertad de opinión y decisión por todos los afectados en aquello de que se habla. Es el principio de autonomía moral en la vida política. Nada sin la participación soberana de todos los afectados en aquello de que se trate"

"En el trenzado paritario de estas exigencias éticas, la acción política cobra la forma de un pacto transitorio, ¡las veces que se necesite!, hasta sobreponerse a los pragmatismos políticos e identitarismos nacionales que éticamente son pobres hasta la indignidad"

Imposible abstraerse a lo que está sucediendo enel país después de la elecciones generales de julio.

Dicen de nosotros, los ciudadanos de a pie, que estamos sumidos en una siesta que, en su causa, va de la manipulación mediática a la indiferencia social. Lo dicen, claro está, quienes reclaman una movilización popular que ponga fin a la presidencia de Sánchez. A su lado, por decirlo de un modo físico más que político, otros ciudadanos no entienden que la situación sea tan extrema; sobre todo, si el resultado de la renuncia “debida” es la sustitución de Sánchez por los que lo cuestionan.

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"Dicen de nosotros, los ciudadanos de a pie, que estamos sumidos en una siesta que, en su causa, va de la manipulación mediática a la indiferencia social. Lo dicen, claro está, quienes reclaman una movilización popular que ponga fin a la presidencia de Sánchez"

Con esto quiero simplemente mostrar que un discurso atendible en su inicio, pues advierte de una catástrofe que nos llega -como hipótesis-, la solución que pretende es que les dejen gobernar a quienes lo defienden. O sea, tú eres un desastre y la solución es que te quites de en medio y que me dejes a mí, y esto por el bien de todos, sin otro interés espurio.

Este planteamiento no cuela ni en el patio de una escuela primaria. Aunque el lector no está obligado a creerme, lo cuento de este modo porque resulta sorprendente en política. En casa, en una situación de familia, con buena voluntad, puede darse este supuesto, pero en la vida política, que ahora mismo es puro poder con atisbos de propósito ético, me sorprende que se presente como evidencia irresistible. Siento apuro por comenzar con esta nadería, pero de tanto leerla, pienso que se habla en serio, cuando la primera pregunta que yo me haría es, ¿qué desconfianza sienten otros por mí si, viendo la catástrofe que se avecina, no confían para que los acerque a la salida? Yo creo que es una pregunta muy sencilla y primera.

"Pienso que se habla en serio, cuando la primera pregunta que yo me haría es, ¿qué desconfianza sienten otros por mí si, viendo la catástrofe que se avecina, no confían para que los acerque a la salida?"

Pero no es ese el recorrido que les propongo considerar aquí, sabedor de que la mínima apariencia partidista en política hace inútil el resto de consideraciones. Somos militantes de ideologías, mucho más que de análisis que se quieren honestos con lo real, es decir, desde abajo, desde dentro, desde el sufrimiento de los últimos, en equilibrio de derechos y deberes, en ejercicio de tomar el lugar de los otros ajenos y distintos a mí. Es otra cuestión, pero merece la pena comprender el secreto de la cosa pública y privada: la mirada honesta desde los últimos del mundo en oportunidades de vida digna, contra supuestos creídos de, primero, ¿qué es de lo nuestro, lo que se nos debe de forma inapelable a nuestra condición esencial de país o identidad?, y segundo, ¿qué es lo irrenunciable a quienes no tenemos ideología sino ciencia de la historia, unos, o ley natural, otros? Otro camino de absolutos que nos pierden si no caminan a la medida humana: mucho diálogo argumentado y pacto de justicia siempre provisional.

"¿Qué es de lo nuestro, lo que se nos debe de forma inapelable a nuestra condición esencial de país o identidad? y ¿qué es lo irrenunciable a quienes no tenemos ideología sino ciencia de la historia, unos, o ley natural, otros?"

Y vengamos a esto último. Cuando vivíamos acogotados por ETA, vamos a darlo como pasado, aprendimos mucho de esta cuestión. Tuvimos que pensar a fondo cómo se convive en paz, la paz tambaleante de los humanos, la vida de una sociedad, un pueblo, con diversidad y mestizaje en autoconciencia, lenguas, memorias y proyectos de futuro. Y en esa complejidad que incidía hasta los tuétanos del sujeto social, la mayoría vimos que hay dos verbos irrenunciables, transigir en el pacto de cada momento y transitar a nuevos estadios hasta lograr la paz social duradera. Si posible es, definitiva; la propia de la patria constitucional aceptada como justicia, libertad y solidaridad. Y esto mismo es lo que aparece a las puertas de este momento de la historia española.

"La libertad de opinión y decisión por todos los afectados en aquello de que se habla. Es el principio de autonomía moral en la vida política. Nada sin la participación soberana de todos los afectados en aquello de que se trate"

El conjunto de inconvenientes que se citan para mostrar la imposibilidad de otro pacto constitucional, en este momento y con las rupturas políticas recién vividas, es claro; no es mi tema, pero la ética civil, la ética común compartida por los ciudadanos de convicción democrática, y no puede haber otros con legitimidad moral, se tiene que atener a tres postulados imprescindible y conjugados en mezcla indivisible. La libertad de opinión y decisión por todos los afectados en aquello de que se habla. Es el principio de autonomía moral en la vida política. Nada sin la participación soberana de todos los afectados en aquello de que se trate. Dar forma a esto es complicado, pero tenerlo claro como principio sobre el sujeto es vital. La doctrina social de la iglesia lo postula sin ambages.

La justicia que reconoce, posibilita y exige de todos un equilibrio de equidad en el respeto de los derechos y deberes de los ciudadano, incluida su identidad diferenciada, la que no represente privilegios. Ninguna nación, por el hecho de serlo, es razón suficiente para una desigualdad fundamental de derechos, deberes y bienes en un Estado (y en todos). La solidaridad digna de todos con todos, y particularmente, con los más débiles, dando forma a un tejido institucional que cuida la empatía entre todos y, primero, la debilidad sobrevenida a tantos contra todo esfuerzo personal.

"En el trenzado paritario de estas exigencias éticas, la acción política cobra la forma de un pacto transitorio, ¡las veces que se necesite!, hasta sobreponerse a los pragmatismos políticos e identitarismos nacionales que éticamente son pobres hasta la indignidad"

En el trenzado paritario de estas exigencias éticas, la acción política cobra la forma de un pacto transitorio, ¡las veces que se necesite!, hasta sobreponerse a los pragmatismos políticos e identitarismos nacionales que éticamente son pobres hasta la indignidad.

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