"El Reino de Dios ya está aquí, es la verdad del evangelio que se experimenta hoy" El Evangelio es anuncio y encuentro de vida

El Reino de Dios
El Reino de Dios

"No dejemos de hacer la experiencia del Don que Dios nos quiere comunicar como regalo de su amor"

"Hoy los textos de la escritura de este domingo 14 del tiempo ordinario nos hablan de esa paz que se experimenta en quien se abre a esta buena nueva"

"Hay quienes no quieren hacer esa experiencia profunda de alegría propia del evangelio y recibir el consuelo y la paz que el mismo Espíritu Santo nos hace experimentar como un Don"

Los diferentes escenarios de la vida donde transcurre nuestra existencia son iluminados por una presencia viva de Dios, donde el Espíritu Divino busca hacer morada para comunicarnos toda la riqueza y sabiduría que trae consigo y que abre siempre un horizonte de trascendencia.

Para reconocer en profundidad que todo es un don y por lo tanto providencia divina de lo que Dios ve necesario que necesitamos recibir, no hay que llevar no dinero, ni morral.No dejemos de hacer la experiencia del Don que Dios nos quiere comunicar como regalo de su amor.

Quien quiere abrirse a la paz y al consuelo que ésta buena nueva del evangelio nos comunica, experimenta la vida misma de la alegría que este Espíritu Divino, Espíritu Santo, desborda en aquellos corazones o personas que se abren a este don maravilloso que nos conecta con la existencia de fe, en la cual no dejamos de maravillarnos por este don que se nos revela y descubre.

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El Reino de Dios

Hoy los textos de la escritura de este domingo 14 del tiempo ordinario nos hablan de esa paz que se experimenta en quien se abre a esta buena nueva. En el texto de Lucas se nos refiere la claridad de la paz que se experimenta ante el anuncio del evangelio que despierta y hace viva la presencia de Dios entre nosotros.

Ante el anuncio de este evangelio, que los 72 discípulos enviados por Jesús deben hacer presente, se despierta una presencia viva de Dios que es paz, alegría, sanación, liberando de cualquier pena de tormento y opresión, abriéndonos a una esperanza de vida que se nos revela e invita a caminar en la fe que hace posible la experiencia de este gran don divino.

Donde no hay paz del alma, del hogar, de la aldea, de la ciudad y no se quiere aceptar esa paz que es un camino de cambio de la misma vida para superar la variedad de los tormentos del mal, ahí donde no se recibe esa paz, se debe sacudir hasta el polvo de los pies y que se queden con su vida atormentada que libremente quieren seguir y que acabará destrozando esa existencia.

Jesús lo dirá a las afueras de Jerusalén, mirando la ciudad: ¡Jerusalén Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! Cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas y no has querido! 

A Jesús lo sacan afuera de la ciudad para despeñarlo, en el mismo Nazareth y en otros lugares como la tierra de los gerasenos, donde después de liberar de los tormentos de los demonios a los endemoniados, la gente prefiere quedarse como está en sus tormentos y sufrimientos en lugar de abrirse a un camino de vida donde hay que estar dispuesto a los cambios y exigencias  que significa aceptar y creer en Jesús.

En la misma región de Samaria, cuando Jesús atraviesa ese lugar con sus discípulos, la gente no los recibe, a pesar del hermoso encuentro de vida que Jesús tuvo con la mujer samaritana en el pozo de Jacob.

Hay quienes no quieren hacer esa experiencia profunda de alegría propia del evangelio y recibir el consuelo y la paz que el mismo Espíritu Santo nos hace experimentar como un Don para recibir el consuelo propio del espíritu, como es esa comparación que ya nos hace el profeta Isaías en la primera lectura de hoy, como una madre que toma a los hijos y los amamanta con sus pechos abundantes y sobre sus rodillas los acaricias; dándonos a entender la abundancia de un alimento que es verdadera vida que nos une profunda e íntimamente.

Por eso Jesús dice en el evangelio de Lucas de hoy: vi a Satanás que caía como un rayo y los discípulos confiesan: hasta los demonios se nos someten en tu nombre.

El Reino de Dios ya está aquí, es la verdad del evangelio que se experimenta hoy en el Espíritu Santo que se derrama de una forma viva, que nos hace descubrir la novedad de una paz sin limites, que nos llena de alegría y cuya palabra nos invita a vivir como creaturas nuevas, como ya lo recuerda el apóstol san Pablo en la carta a los Gálatas.

Dejémonos por tanto, de cosas triviales, si se es circunciso o incircunciso y miremos en experiencia viva lo que el Espíritu Santo derrama en nosotros y tras él caminemos como personas vivas en su gracia derramada.

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