"No te detengas. Sigue haciendo lío. Sigue con la locura del Evangelio" Francisco o la revolución de la autenticidad

Francisco o la revolución de la autenticidad
Francisco o la revolución de la autenticidad

"Su sencillez y opción por el Evangelio, cogió con el pie cambiado a los amigos del poder, a aquellos que como los hijos del Zebedeo o su madre, buscaban estar a la derecha y a la izquierda del poder"

"Eeabrió las ventanas y las puertas de la Iglesia para que el aire -que ya estaba muy contaminado- se renovara y para que el Espíritu Santo, con su fuerza transformadora devolviera credibilidad a la Iglesia nacida de la Pascua"

"La tolerancia cero a los abusos de menores, le granjeó enemigos, pero le ayudó limpiar el “amado rostro de Cristo” como llamaba catalina de Siena a la Iglesia"

"En ocho años Francisco ha recuperado en la Iglesia de Jesús el sentido del humor, porque es el sentido del amor. Ha devuelto la sonrisa y la esperanza a muchos que estaban agobiados"

"Que Dios te bendiga, mensajero de la paz, testigo de la misericordia, revolucionario del Evangelio: Padre y hermano ¡Francisco!"

Cumplimos ocho años de revolución iniciada por un Papa venido del fin del mundo, cuya única aspiración fue, desde el minuto cero, “ser un Papa -un servidor-sencillamente cristiano”. Y esa sencillez y opción por el Evangelio, cogió con el pie cambiado a los amigos del poder, a aquellos que como los hijos del Zebedeo o su madre, buscaban estar a la derecha y a la izquierda del poder.

Un Papa jesuita, que enamoró a los limpios de corazón y rescató del abismo a los que viviendo el mensaje de Jesús, la “Santa Madre Iglesia” les hacía sentir fuera de su comunión, porque había demasiados porteros, martillos de herejes que controlaban y sometían a hombres y mujeres que tomaban partido por los últimos, los marginados, por aquellos más débiles o ignorados por los imperialistas que desde hace años pugnaban por sentarse en la cátedra de Pedro.

Francisco
Francisco

Y este Papa cristiano, seguidor de Jesús, argentino, venido del tercer mundo, que llevaba en su corazón la compasión evangélica y que quería vivir la pasión compartida del Profeta de Nazareth, del amigo de los pobres, del cantor de las bienaventuranzas, reabrió las ventanas y las puertas de la Iglesia para que el aire -que ya estaba muy contaminado- se renovara y para que el Espíritu Santo, con su fuerza transformadora devolviera credibilidad a la Iglesia nacida de la Pascua.

Dicen que inició la revolución de la ternura, tal vez porque no “pontificaba” ni se sentía poseedor de la autoridad para condenar a nadie, antes bien, recordaba a aquel servidor del Rey que había organizado el banquete de su hijo y que por imperativo de su Señor, salió a los caminos a suplicar a los invitados que fueran a la fiesta porque todo estaba preparado. Le oímos hablar de una Iglesia “en salida” porque Él mismo salió a los caminos al encuentro de todos los que buscan. Y desde el primer instante de su servicio petrino, se negó a ocupar el lugar del rey renunciando a la tiara pontificia al salir por el balcón a suplicar a los fieles que rezaran por Él.

Pidió abandonar los palacios, a nos ser llamados príncipes y a no buscar privilegios. Contagió la pasión por el Evangelio de Jesús y pronto fascinó al mundo su fe. Si, su fe. Teníamos un Papa que transpiraba Evangelio y que se parecía mucho a Jesús.

El Papa y Sor Lucía

Sabía que la Iglesia había perdido credibilidad y que esa “culpa” ganada a pulso de infidelidades había puesto contra las cuerdas a Benedicto, que agotado sintió que no podía más y renunció como un acto de servicio. Y precisamente por ello decidió abordar aquellos frentes por los que sangraba y se desangraba la Iglesia de Jesús.

Dijo tolerancia cero a los abusos de menores y se aplicó a defender a las víctimas. Y cuando se equivocó o le tembló el pulso, pidió disculpas y rectificó. Prueba de ello fue su viaje a Chile y actitud de apoyo y reconocimiento posterior a las víctimas. Su reunión con Juan Carlos Cruz y sus compañeros, el envío de Monseñor Sicluna y Bertomeu a conocer, acompañar, consolar: a dar un poco de luz en medio de un infierno de tanto dolor. Y la tolerancia cero a los abusos de menores, le granjeó enemigos, pero le ayudó limpiar el “amado rostro de Cristo” como llamaba catalina de Siena a la Iglesia.

Y puso luz en las tenebrosas finanzas vaticanas y comenzaron a saltar príncipes que veían amenazado sus espacios de poder revestidos de púrpuras cardenalicias y episcopales. Y éstos, se revelaron, y vimos cómo aquellos que durante años manipulaban y engañaban a los Papas, les arrastraban al error y exigían obediencia ciega al sucesor de Pedro, se revelaron y desde trincheras, cada vez más violentas y visibles, atacaron y atacan sin piedad.

Papa y Sor Lucía

Un Papa que se acercó a los heridos por la santa Madre Iglesia, por la pobreza, el abandono o diversos tipos de dominación e indiferencia, y que salió al encuentro de los abusados, de los colectivos de LGT, de los divorciados, de aquellos que eran señalados y excluidos sin saber cómo vivían y qué anhelos había en sus corazones de creyentes. Salió y a los cuatro vientos dijo que quería una Iglesia pobre al servicio de los pobres, y se arrodilló para lavar los pies a hombres y mujeres de diversas religiones, razas y culturas, a los presos y marginados. Y esto disparó las alarmas. Algunos tenían mucho que perder y temieron ensuciarse las manos y decidieron matar al mensajero.

Y Francisco continuó leyendo el Evangelio en clave humana y humanizadora, y a los discípulos de Jesús nos hizo recuperar la ilusión y la confianza perdida en los últimos años. Y sus palabras y gestos pasaron a la acción, y poco a poco vimos que Él era el mensajero de la paz que venía cargado de bendiciones y que su fuerza era imparable y que la Iglesia comenzaba a vivir un nuevo pentecostés.

Hay muchas, demasiadas resistencias a su voz y a su mensaje. Muchos le quieren poner a prueba y otros se han erigido en sus acusadores. Pero él lo tiene claro. El Reino tiene que abrirse paso entre la mediocridad y la indiferencia; entre el pecado y las malas intenciones, el Reino es imparable y sólo se construye -y Él lo sabe- con la coherencia y la entrega sin reservas de la propia vida.

Papa y el humor
Papa y el humor

En ocho años Francisco ha recuperado en la Iglesia de Jesús el sentido del humor, porque es el sentido del amor. Ha devuelto la sonrisa y la esperanza a muchos que estaban agobiados, y escuchando a todos y acogiendo en su corazón sin discriminar a nadie, nos sigue mostrando cada día las dimensiones infinitas del corazón de Dios.

Francisco: No te detengas. Sigue haciendo lío. Sigue con la locura del Evangelio. Que nada ni nadie te detenga y que el Dios de la vida te regale muchos años para poder llevar adelante la reforma, que hoy te encomienda a Ti, como le encomendó al “pobre de Asís” reconstruirla desde la sencillez y la austeridad en aquella derruida Iglesia de San Damián.

Que Dios te bendiga, mensajero de la paz, testigo de la misericordia, revolucionario del Evangelio: Padre y hermano ¡Francisco!

Papa y escaleras

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