"Resulta imperativo que la Iglesia considere la necesidad de establecer directrices claras" Fundaciones Civiles Católicas: Entre la caridad y los riesgos de una "Iglesia paralela"

Cruz
Cruz Johannes Krupinski

La proliferación de fundaciones y asociaciones civiles impulsadas por clérigos católicos es un fenómeno complejo con dos vertientes. Muchas de estas iniciativas surgen de la genuina intención de realizar obras de caridad, apostolado y promoción humana, respondiendo a necesidades sociales y espirituales específicas con transparencia y en colaboración con la comunidad eclesial.

Sin embargo, existe una creciente preocupación sobre si algunas representan una estrategia para eludir las normativas canónicas sobre la creación de nuevas congregaciones religiosas, lo que genera interrogantes sobre la transparencia y la rendición de cuentas dentro de la Iglesia

La proliferación de fundaciones y asociaciones civiles impulsadas por clérigos católicos es un fenómeno complejo con dos vertientes. Muchas de estas iniciativas surgen de la genuina intención de realizar obras de caridad, apostolado y promoción humana, respondiendo a necesidades sociales y espirituales específicas con transparencia y en colaboración con la comunidad eclesial.

Sin embargo, existe una creciente preocupación sobre si algunas representan una estrategia para eludir las normativas canónicas sobre la creación de nuevas congregaciones religiosas, lo que genera interrogantes sobre la transparencia y la rendición de cuentas dentro de la Iglesia.

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Para comprender esta dualidad, es crucial considerar la normativa canónica vigente. A diferencia del pasado, cuando la aprobación de nuevas órdenes y congregaciones dependía del obispo local, actualmente se requiere la autorización de la Santa Sede. Esta centralización busca asegurar la ortodoxia doctrinal y una supervisión uniforme a nivel universal, previniendo la proliferación de grupos con prácticas de espiritualidad o doctrinas cuestionables.

En este contexto, la constitución de fundaciones civiles, regidas por el derecho estatal y con una supervisión eclesiástica inherentemente menor o nula en su operatividad interna y gestión económica, podría ser vista por algunos clérigos como una vía para establecer comunidades con mayor autonomía/independencia, de la autoridad del obispo.

"Iglesia paralela"

Esta situación plantea la delicada cuestión de la potencial gestación de una "Iglesia paralela". Clérigos que actúan investidos de su ministerio y del reconocimiento que este conlleva entre los fieles podrían liderar organizaciones con fachada religiosa (oratorios, capillas, retiros, fundaciones, etc) que operan fuera de las estructuras formales de la Iglesia y con una limitada o nula rendición de cuentas a sus legítimas autoridades. Esto dificulta la supervisión doctrinal, pastoral y económica de estas entidades.

Templo
Templo Daniele Colucci

La interrogante sobre si estas fundaciones se convierten en una forma de "pastoral privada" también es relevante. Si bien algunas enriquecen el panorama pastoral diocesano, otras podrían desarrollar agendas y prácticas particulares, centradas en la visión individual de su fundador y su círculo cercano, sin la necesaria colegialidad y rendición de cuentas al obispo local o a las autoridades superiores.

Esta dinámica incrementa el riesgo de desviaciones doctrinales, prácticas heterodoxas y, como señalan investigaciones recientes, la creación de entornos donde el abuso de conciencia y la manipulación económica pueden encontrar un terreno fértil, aprovechándose de la menor supervisión inherente a estas estructuras civiles.

Aunque el derecho canónico actual no prohíbe explícitamente la creación de fundaciones civiles por parte de clérigos, la ausencia de una regulación específica o la falta de un permiso explícito para tales iniciativas genera un vacío legal y pastoral que podría ser aprovechado indebidamente. Para algunos, esto constituye una vía para actuar con mayor libertad bajo la apariencia de un carisma particular, siendo pastores “alternativos” con su propia pastoral. La relativa facilidad con la que un clérigo puede constituir una entidad legal bajo el derecho civil, utilizando su estatus eclesiástico para atraer fieles y recursos sin la debida supervisión eclesial, abre un espacio preocupante para la opacidad y el potencial abuso.

Iglesia vacía
Iglesia vacía Zihan Huang

La apariencia de aprobación eclesiástica que algunas de estas fundaciones cultivan mediante lugares de culto y actividades religiosaspuede inducir a error a los fieles, quienes podrían asumir una conexión y supervisión eclesial inexistente. Esta ambigüedad puede ser explotada para generar confianza y obtener beneficios económicos, incluso de manera fraudulenta. La investidura eclesiástica que dota de legitimidad a los clérigos puede generar un sentido de confianza en los fieles, quienes podrían suponer que todo lo que hacen cuenta con reconocimiento eclesial.

La intrínseca conexión entre el abuso de conciencia/espiritual y el manejo de dinero exige una reflexión profunda y honesta por parte de la Iglesia sobre este fenómeno. La limitada transparencia y rendición de cuentas en la gestión económica de algunas fundaciones civiles facilita la apropiación indebida de bienes y podría, en los casos más graves, servir como vehículo para el lavado de dinero.

Por ello, resulta imperativo que la Iglesia considere la necesidad de establecer directrices claras que regulen la creación de fundaciones civiles por parte de clérigos

Por ello, resulta imperativo que la Iglesia considere la necesidad de establecer directrices claras que regulen la creación de fundaciones civiles por parte de clérigos. Esto podría incluir la exigencia de un permiso explícito de la autoridad eclesiástica competente y la implementación de mecanismos de supervisión que garanticen la transparencia en su funcionamiento y la rendición de cuentas en la gestión de sus recursos, sin menoscabar la legítima autonomía que el derecho civil les otorga. La omisión en abordar esta cuestión podría no solo dañar la credibilidad de la Iglesia en su conjunto, sino también exponer a los fieles vulnerables a posibles abusos perpetrados bajo una apariencia de legitimidad religiosa.

La distinción entre las iniciativas de buena fe y aquellas que pudieran ocultar oscuros intereses es fundamental para la salud de la Iglesia y la protección de sus miembros. En última instancia, la manifestación más auténtica de la acción de Dios y del buen espíritu reside en el ejercicio de los carismas dentro de la comunión eclesial establecida, sin necesidad de recurrir a creativas alternativas que, en algunos casos, pueden desvirtuar la transparencia y la rendición de cuentas, además de propiciar una iglesia privatizada. Además de tentar al clero de convertirse en cuentapropistas u outsider, y en última instancia, siendo estas actividades impropias para el ejercicio del sacerdocio. Cuestión que siempre advirtió y criticó fuertemente cuando era arzobispo de Buenos Aires el cardenal Bergoglio.

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