"La gente ya no muere simplemente por el horror de la guerra, muere de hambre" Gaza: No se puede dar la espalda ante el horror

Una madre abraza a su hijo desnutrido   (MAHMOUD ISSA)
Una madre abraza a su hijo desnutrido (MAHMOUD ISSA) Vatican Media

Morir de hambre frente a un mundo tecnológico que documenta e informa: la política y los gobiernos no pueden hacer como si nada estuviera pasando, sólo así se puede fortalecer el trabajo de la diplomacia, realizar formas de ayuda, construir una verdadera humanidad

¿Cuánto tiempo más debemos esperar, qué más debemos ver para detener la barbarie de la guerra —como reiteró recientemente el Papa León— que estalla a diario desde Gaza?

Sin comida ni agua, la gente muere de hambre ante un mundo informado y tecnológico que relata, documenta y devora cada suceso con videos y fotos, sin lograr derrotar la inhumanidad

¿Cuánto tiempo más debemos esperar, qué más debemos ver para detener la barbarie de la guerra —como reiteró recientemente el Papa León— que estalla a diario desde Gaza? Toda guerra es terrible y debe detenerse: en Ucrania, Sudán, Myanmar, Yemen... incluso la muerte de una sola persona determina la transformación de la humanidad en su conjunto.

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Pero en Gaza, la gente ya no muere simplemente por el horror de la guerra, muere de hambre, ya no solo por las armas: los niños dejan de llorar, los ancianos de abrazarse, los adultos de caminar, porque sus corazones dejan de respirar, sus cuerpos carecen de recursos.

Sin comida ni agua, la gente muere de hambre ante un mundo informado y tecnológico que relata, documenta y devora cada suceso con videos y fotos, sin lograr derrotar la inhumanidad. Ante todo esto, no podemos permanecer indiferentes, no podemos insensibilizarnos ni mirar hacia otro lado tras presenciar el horror y la violencia.

Todos estamos llamados a ser constructores de paz, aceptación, diálogo, fraternidad y esperanza, y cada uno es una voz que puede apoyar la bondad, la dignidad y la vida

Todos estamos llamados a ser constructores de paz, aceptación, diálogo, fraternidad y esperanza, y cada uno es una voz que puede apoyar la bondad, la dignidad y la vida.

Y tantas voces que se convierten en actos de alivio, mediación y apoyo no pueden ser ignoradas: los políticos y los gobiernos no pueden hacer la vista gorda. Y así, se fortalece la labor diplomática, se concretan las vías de ayuda y se construye una verdadera humanidad, donde la paz no es solo una palabra invocada, sino un hecho.

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