Fiestas de la Mercè en Barcelona "Hacer piña…"

Castellers
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"A pesar de la huelga de autobuses, a pesar del peligro de lluvia, a pesar de todos los inconvenientes, no dejé de ver las maravillas de nuestras tradiciones festivas"

"Mi favorita es la de los 'castellers'. Nada más oír las 'graellas' de los músicos cuando ya están trepando por el tercer 'piso', se me pone la piel de gallina"

"La maravilla de esta tradición tan nuestra y tan enriquecedora, con su significación más profunda: si no es con una 'piña' grande y con fuerza, no se puede levantar un castillo de muchos pisos sin peligro de 'hacer leña' o derrumbarse"

"Si el Papa Francisco hace un llamamiento a la sinodalidad, quizás lo que quiere decir es que trabajemos un poco más en fortalecer la “piña” que sostiene el castillo de la Iglesia, o de las iglesias como fue en los primeros cristianos"

A pesar de la huelga de autobuses, a pesar del peligro de lluvia, a pesar de todos los inconvenientes que hemos tenido para circular por Barcelona los que no vamos en bicicleta ni en patinete... no dejé de ver las maravillas de nuestras tradiciones festivas. Aunque fuera por la tele, cuando no podía de otra manera. Mi favorita es la de los ”castellers”.

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Nada más oír las “graellas” de los músicos cuando ya están trepando por el tercer “piso”, se me pone la piel de gallina. Es una emoción que se renueva cada vez que veo “escalar” por las espaldas de los “castellers” a cada uno de los que la forman, escalando desde la piña o inmensa base de personas apoyándose unas a otras. Primero los mayores, después los llamados “doses”, algo más jóvenes y menos pesados después el que levanta a punto de rematar con la “enxaneta” o miembro más joven y de menos peso del castillo que es el que ha de rematarlo, acompañado siempre de un estremecedor estallido de aplausos que siempre me arranca lágrimas, aunque, a mi edad, lo he visto cientos de veces.

Y eso que en mi infancia -con el franquismo y viviendo en Barcelona- se me hacía difícil ver castillos, a pesar de oír hablar tanto de los “Xiquets de Valls”, entre otros, y asistir a algunos de vez en cuando. En los No-dos no salían demasiado... en todo caso mucho menos que la pesca de salmones de Franco o la inauguración de pantanos de Fraga Iribarne.

Pero vayamos a la maravilla de esta tradición tan nuestra y tan enriquecedora, con su significación más profunda: si no es con una “piña” grande y con fuerza, no se puede levantar un castillo de muchos pisos sin peligro de “hacer leña” o derrumbarse. A todos aquellos hombres, mujeres, niños y niñas que aguantan el peso de muchos castellers sin saber qué está pasando, sin ver el resultado maravilloso de la enxaneta levantando la mano o la bandera, yo los admiro porque aguantan, sostienen el edificio de ese castillo que contemplamos conmovidos, sin disfrutar ellos, los protagonistas, del espectáculo, a pesar de ser parte imprescindible de él.

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"Si no es con una 'piña' grande y con fuerza, no se puede levantar un castillo de muchos pisos sin peligro de 'hacer leña' o derrumbarse"

Cuando nos hemos pasado este último año la gente de iglesia hablando de “sinodalidad”, creo que no podemos encontrar mejor ejemplo para reflejarnos que el de los castellers.

Allá arriba, donde corona el edificio la “anxaneta”, el Vaticano, el Papa y los Cardenales, ¿qué podrían hacer en la Iglesia sin una buena y segura piña sosteniendo el edificio de la Iglesia o congregación de seguidores de Cristo.

Si el Papa Francisco hace un llamamiento a la sinodalidad –trabajar en equipo y desde la base- quizás lo que quiere decir es que trabajemos un poco más en fortalecer la “piña” que sostiene el castillo de la Iglesia, o de las iglesias como fue en los primeros cristianos.

Todo esto me ha hecho pensar la maravillosa exhibición de castellers en la plaza de Sant Jaume el día de la Mercè, nuestra Princesa de Barcelona.

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