"La Iglesia precisa hoy en España otro tipo de obispos" Hermanos legos y obispos

Obispos españoles
Obispos españoles

"¿Y por qué no permitir y auspiciar, ser y ejercer de obispos a curas párrocos, coadjutores y aún seglares (“¡Ambrosius, epíscopus¡”) , si así lo quisiera el pueblo y no solo el Nuncio de SS., tal y como es y acontece en la actualidad?"

"Fundamentalmente les hace ser noticia su rareza. Y es que en general, y salvo excepciones, los obispos, como obispos, ni son ni se comportan como personas normales"

"Obispo-evangelio no suele ser titular asiduo en las informaciones religiosas, ni en otras a ellas cercanas"

"Los aspirantes a obispos habrían de contar con buenas dosis de humildad   y responsabilidad"

NOTA: Los Hermanos Legos, sin más podrán aspirar  a ser nombrados -elegidos-  también  Superiores Generales  de las respectivas Órdenes o Congregaciones Religiosas  a las que pertenecen. Algo tan eclesial y eclesiástico no les era permitido y habría de ser el papa Francisco su inspirador e instigador   de idea tan extrañamente canónica.  ¿Y por qué no permitir y auspiciar, ser y ejercer de obispos a curas párrocos, coadjutores y aún seglares (“¡Ambrosius, epíscopus¡”) , si así lo quisiera el pueblo y no solo el Nuncio de SS., tal y como es y acontece en la actualidad?

Es posible que estas reflexiones ayuden en el   planteamiento de un tema de vibrante actualidad en la eclesiología.

La necesidad de la urgente y profunda “desclericalización” de la Iglesia, programada e intentada llevar a la práctica   por el papa Francisco, es un motivo más para justificar tratar una y otra vez el tema-eje de estas consideraciones.  La Iglesia precisa “desclericalizarse” con manifiesta e inviolable inclusión de su consecuente “desespicopalización”. Los obispos son, principalmente en España, permanente noticia   y no solo a consecuencia del ajetreo cultual al que están sometidos dentro y fuera de los lugares llamados “sagrados”, sino también -por acción u omisión- en los otros, catalogados de “profanos”, como los judiciales y sus periferias, algo insólito hace tan solo un breve puñado de años. 

Iglesia laical
Iglesia laical

Y de entre las notas que destacan   en mayor proporción y medida, en el colectivo episcopal para ser y convertirse en noticia, reclaman atención las   identificadas en su ser y proceder no precisamente por aseverarse de ellos que son “Sucesores de los Apóstoles”. Exactamente no es tal condición la que les hace ser noticia-evangelio salvador al servicio del pueblo.  Obispo-evangelio no suele ser titular asiduo en las informaciones religiosas, ni en otras a ellas cercanas.

Fundamentalmente les hace ser noticia su rareza. Y es que en general, y salvo excepciones, los obispos, como obispos, ni son ni se comportan como personas normales, confiándole a este término académico   la definición del concepto   de “conformidad   con el propio estado natural, o con las características habituales”. Los obispos son personas “raras”, poco común y nada corrientes o llanas. Destacan siempre, y en todo.  Jamás pasan desapercibidos o inadvertidos. Ya se encargarán ellos mismos y sus adláteres por defender, sobre todo con el signo de cruces ostentosas, las imágenes que del ejercicio de su vocación-profesión -nombramiento “en el nombre de Dios”, un día recibieran.

No sería justo interpretar este reducido pergeño episcopal como desdoro jerárquico, sino como simple e inocua referencia a hechos tan frecuentes y “normales” en el ámbito social, político, convivencial  , en cierto  modo, explicable - que no siempre  justificable-  también en el litúrgico.

Sin ser, comportarse, sentirse, querer y pretender   que los demás  -los otros-, traten  y crean firmemente  que los obispos  -los suyos y los de los demás-  resulten y demanden ser considerados y tratados  como personas normales, al obispo   le falta someterse a diversidad de semanas cuaresmales  - y de Pasión-   para resucitar  y aparecer ante los suyos  como uno de tantos,  que come peces del lago de Tiberíades , que parte  el pan con sus compañeros  camino de Emaús, o que cariñosamente insta al rebelde Tomás  a que “meta la mano en la herida de su costado”….

Obispos españoles

Bien es verdad que los solemnes arreos, que con tanta profusión, riqueza, ostentación , magnificencia, lujo y exhibición  acompañan y definen  su actividad litúrgica  - y para litúrgica-  imprimen carácter y les hace ser a sus portadores  distintos al resto  del `pobrecito pueblo de Dios, pero este dato y estas características no tendrán por qué  robarles la identidad  de su condición jerárquica,-léase servicio- sino todo lo contrario. Imaginar a cualquiera de los Apóstoles comportarse como nuestros obispos, y además con mitras, báculos, anillos y otras monsergas, equivaldría a apostatar del Evangelio, de sus ideas y de lo que Jesús pretendiera perpetuar en la Iglesia.  Obispos y Evangelio, tal y como lo salmodian hoy la Liturgia y la vida palaciega, jamás cantarán en gregoriano …A lo que, a lo sumo, más aspirarán, será   a hacerlo por bulerías, dicho y expresado con todo el noble contenido de la alegría que identifica y encarna el mensaje divino de salvación y de vida. 

La Iglesia precisa hoy en España otro tipo de obispos, que en teoría lo serían los llamados “Ordinarios del lugar”. Es tarea difícil, entre otras cosas porque en la misma habría de intervenir el pueblo-pueblo y no dejar su nombramiento -que no su elección- “a la buena de Dios”,  “que sea lo que Dios quiera” y que “otro vendrá, que bueno me hará”, siempre y cuando   no le causen molestias a la institución  y a los interesados  en que todo siga como está .

Los aspirantes a obispos habrían de contar con buenas dosis de humildad   y responsabilidad como para que expertos en Ciencias Antropológicas avalen su capacidad de madurez psíquica para ser y actuar pastoralmente como personas “normales” en consonancia con los “pastoreados” , teniendo sagradamente en cuenta   lo del Evangelio  y las ovejas que  solo por la voz son reconocidas.

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No son pocos los casos episcopales carentes de otra explicación, a no ser las propiciadas   por determinadas “irregularidades” al menos de tipo psíquico- sociológico. Y conste además que su rezo, no es un “númerus clausus” en la actualidad, aunque lo del “Ordinario del lugar” siga perteneciendo al lenguaje misteriosamente canónico.

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