Fiducia suplicans: "No olvidemos que somos la sal de la tierra y la luz del mundo. Que se note un poco, por favor" ¿Una Iglesia polarizada? ¿A qué estamos jugando?

Jesús
Jesús

"La Iglesia no es un partido político, ni un club deportivo, ni una red social con un usuario determinado, es la institución que encarna el mensaje de Dios en la tierra, ese Dios que nace en Belén, el Príncipe de la Paz, no de la guerra ni de la polarización"

"El nivel de enfrentamiento y de vulgaridad por la declaración Fiducia suplicans al que se está llegando es inadmisible en aquellos que se dicen seguidores del Cristo, del crucificado"

"Claro que hay que disentir, faltaría más, pero primero que se cumpla una regla: digamos la verdad desde el estudio y la lectura de aquello que criticamos"

"Simplemente este documento intenta establecer lo que tendríamos que haber hecho desde el origen mismo de la Iglesia: no demonizar a ninguna persona por algo que no ha elegido"

"En los primeros pasos que Jesús va iniciando en su vida pública, no hace otra cosa que acercarse a aquellos que eran condenados y señalados"

Siempre he considerado que los tiempos litúrgicos no son cualquier cosa. Están para parar y meditar en profundidad el sentido de los pasos que voy dando en mi vida: ¿aquello que hago se acerca a la persona y al proyecto de Jesús de Nazareth?

Campaña en defensa del Papa: Yo con Francisco

En plena Navidad y después de ella, estoy asistiendo atónito a la polémica que se ha creado por la publicación de la declaración Fiducia Suplicans que permite a los sacerdotes católicos bendecir a las parejas que no son consideradas casadas según la enseñanza de la Iglesia, incluida, aquí está servida la polémica, la bendición a parejas del mismo sexo.

El nivel de enfrentamiento y de vulgaridad al que se está llegando es inadmisible en aquellos que se dicen seguidores del Cristo, del crucificado. Ya no estamos ante un problema de calado doctrinal, estamos, pues, ante un problema personal. Digámoslo alto y claro, sin remilgos: los antifrancisquistas están aprovechando cualquier cosa para anatematizar a Francisco. Leyendo el documento una y otra vez se expresa lo que se expresa, con claridad, con un calado profundamente cristológico que iremos mostrando a lo largo de esta breve reflexión.

"¿No vamos a diferenciarnos como Iglesia a los partidos políticos? ¿De verdad que no estamos en otro plano diferente al de la lógica partidista?"

Retornado la importancia de los tiempos litúrgicos, ¿nos ha servido la Navidad? ¿Se han apagado ya no sólo las luces de nuestros belenes, árboles y balcones sino los de nuestros corazones que deben palpitar fraternidad por los cuatro costados? ¿No vamos a diferenciarnos como Iglesia a los partidos políticos? ¿De verdad que no estamos en otro plano diferente al de la lógica partidista? ¿A tan poco aspiramos? ¿Vamos a asumir el acoso y derribo como un quehacer más dentro de la vida eclesial? ¿En serio que queremos una Iglesia polarizada? ¿Nos vamos a enfrentar por todo aquello que se publique y lleve el sello de Francisco? 

Junto con ultrafalso, fentanilo, amnistía y euríbor, la palabra polarización ha sido elegida la palabra del año 2023 por la FundéuRAE por su amplia presencia en los medios de comunicación y por la evolución que ha experimentado su significado, aunque esté recogida desde 1884, aludiendo a situaciones en las que hay dos opiniones o actividades muy definidas y distanciadas, entendidas desde la crispación y la confrontación. Hasta ahora los académicos la han situado en ámbitos como el ideológico, el político, el deportivo y en las redes sociales. Si seguimos así, la Iglesia hará su contribución al alimento de esta palabra que concibe la sociedad desde la dicotomía de Carl Schimitt amigo-enemigo que desarrolla de forma magistral en su libro El concepto de lo político.

"Pero la Iglesia no es un partido político, ni un club deportivo, ni una red social con un usuario determinado, es la institución que encarna el mensaje de Dios en la tierra, ese Dios que nace en Belén, el Príncipe de la Paz, no de la guerra ni de la polarización"

Pero la Iglesia no es un partido político, ni un club deportivo, ni una red social con un usuario determinado, es la institución que encarna el mensaje de Dios en la tierra, ese Dios que nace en Belén, el Príncipe de la Paz, no de la guerra ni de la polarización, que viene a salvar a todo bicho viviente, incluso a sus verdugos, quienes lo clavaron en la cruz, quienes se jugaron a suertes sus harapos en el momento de la crucifixión, quienes se burlaron de Él hasta el escarnio más absoluto e inimaginable. Claro que hay que disentir, faltaría más, pero primero que se cumpla una regla: digamos la verdad desde el estudio y la lectura de aquello que criticamos.

Evangelio

En plena Navidad, el periódico El Mundo publicó una encuesta donde la mayoría de los españoles daba su apoyo a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado junto con la Corona y situaba en el furgón de cola a los partidos políticos, cómo no, y a la Iglesia. Sigamos con nuestras discusiones bizantinas, alejadas de la realidad y la vida de las personas del siglo XXI. Sí, de este siglo, porque no podemos entender la Biblia o el evangelio hoy como se entendía en el siglo II. Si esto tenemos que explicarlo otra vez, pues nada, lo explicaremos las veces que haga falta. Cuando la verdad de esa tradición de la Iglesia que muchos defienden ha quedado más inalterada que nunca. El problema está si lo que defendemos es la tradición de la Iglesia o la verdad que se trasluce del evangelio. 

"El problema está si lo que defendemos es la tradición de la Iglesia o la verdad que se trasluce del evangelio"

El documento, a pesar de lo que se dice y publica, es claro, interpretativo, como casi todo en la vida, puesto que no podemos conocer nada sin la interpretación. Me gustaría que se leyera otra vez a Benedicto XVI y su hermenéutica de la reforma, renovación desde la continuidad única de la Iglesia. ¿De dónde procede la necesidad de renovación? Pues sencillamente de los tiempos que vivimos. ¿Esto implica adulterar y violar la verdad de Dios? Todo lo contrario. Jesús tenía unas urgencias que atender, unos perfiles personales que curar y sanar, nosotros, igual, corregidos y aumentados, y afrontarlo desde el magisterio de Jesús, desde su verdad, que nos sostiene, nos da vida y sentido. ¿Resulta esto tan difícil de entender? Vayamos al documento.

En primer lugar, Fiducia Suplicans reafirma la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio destacando la importancia de no permitir ritos litúrgicos. No hay, por tanto, oposición doctrinal alguna, puesto que mantiene intacta la enseñanza eclesial sobre el matrimonio. Las aplicaciones prácticas de las bendiciones a parejas irregulares deben ser breves y no litúrgicas. No estamos ante una aprobación de la situación de dichas personas, sino que surgen de una necesidad de acompañamiento, de que la Iglesia está a su lado, porque es Madre de todos, tengamos la inclinación sexual que tengamos.

La salvación de Dios es universal, no tiene fronteras, para Jesús, no, para nosotros, sí. No lo olvidemos. Y aquí no entra todo. Pero simplemente este documento intenta establecer lo que tendríamos que haber hecho desde el origen mismo de la Iglesia: no demonizar a ninguna personapor algo que no ha elegido. Las personas que soliciten la bendición están reconociendo el poder sanador de Dios, su necesidad de pertenecer y caminar junto al pueblo de Dios. De ahí pueden iniciarse nuevas posibilidades, nuevas experiencias en un sentido u otro. Es un documento que invita a la cercanía. Ahora bien, ¿esta tiene también sus condiciones? ¿De qué estamos hablando? 

Piedra

"Simplemente este documento intenta establecer lo que tendríamos que haber hecho desde el origen mismo de la Iglesia: no demonizar a ninguna persona por algo que no ha elegido"

Precisamente en los evangelios de inicio del tiempo ordinario después de la Navidad, en los primeros pasos que Jesús va iniciando en su vida pública, no hace otra cosa que acercarse a aquellos que eran condenados y señalados: “Se acercó Jesús a un leproso, suplicándole de rodillas: ‘Si quieres, puedes limpiarme’. Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: ‘Quiero: queda limpio’. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio” (Marcos, 1, 40-42). 

¿Qué hace Jesús? Acompañar. Este infinitivo lo ha aplicado Francisco en todos y cada uno de los documentos y escritos que ha hecho desde la Evangelii Gaudium, texto programático de su pontificado. En su número 24, dice: “La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufrimiento de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así ‘olor a oveja’ y estas escuchan su voz. Acompaña a la humanidad en todos en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean”. Como en el caso del leproso, la misericordia de Dios supera toda barrera y se expone, como diría Francisco, directamente al contagio del mal porque, a pecho descubierto, toma nuestra humanidad a partir del mal que nos aflige. Y esta es la condición que se da en el evangelio para que Dios emerja en nuestra vida. ¿Recordamos las palabras del fariseo que decía en su interior gracias Señor por no ser como estos pecadores y el publicano cómo pedía perdón a Dios desde el arrepentimiento y la humildad? ¿Quién elige Jesús como modelo de fe?

"En los primeros pasos que Jesús va iniciando en su vida pública, no hace otra cosa que acercarse a aquellos que eran condenados y señalados"

Las bendiciones las pedimos porque somos pobres y vulnerables ante el pecado, porque por sí solos, a la primera, nos volvemos a caer en el mismo pozo de siempre: “Pedimos la bendición para una casa, para instrumentos de trabajo, para una empresa, para la comida, para un niño o para una pareja. Lo hacemos porque hay un bien que ofrecer y una necesidad que sólo el Señor puede atender” (“Dios bendiga a las parejas imperfectas” en El debate, por Marcelo López Cambronero). En toda relación humana hay un bien que ofrecer porque se necesita el amor y el cariño, y es esa realidad la que ofrecemos a Dios porque le necesitamos. Dios no se pone los guantes antes sus hijos, los ama, los acoge y los acompaña. Sale en su busca, aunque se salgan del redil doctrinal. 

¿Quiénes somos nosotros para juzgar la necesidad, nada más y nada menos, que tienen de Dios dos personas que comparten su vida, que discuten y luchan por su proyecto vital como el resto de parejas y matrimonios? Quien aquí escribe, lo está haciendo, probablemente, porque hace muchos años, un sacerdote, el Padre Ximo Montes, bendijo mi matrimonio civil. Nos acompañó a mi mujer y a mí y ese mismo día, alejado como estaba de la Iglesia, atisbé y noté que una puerta se abría, me sentí acogido y ahí, en mi boda, un sacerdote católico nos invitó a que mirásemos la vida de forma distinta. A partir de ese momento mi vida comenzó a cambiar y no puedo concebirme hoy sin la presencia de Jesús y su Iglesia.

"A quien aquí escribe, hace muchos años, un sacerdote, el Padre Ximo Montes, bendijo mi matrimonio civil. Nos acompañó a mi mujer y a mí y ese mismo día, alejado como estaba de la Iglesia, atisbé y noté que una puerta se abría…"

¿Todavía queremos seguir el camino de la polarización y del alejamiento? Estas bendiciones no son más que seguir encarnado el proyecto de Dios en el mundo desde el amor y la fraternidad. Quien tenga oídos para oír, que oiga, y quien quiera seguir jugando a construir muros, allá él, porque no olvidemos que somos la sal de la tierra y la luz del mundo. Que se note un poco, por favor

La sal de la tierra

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