“Obispos faraones” hay muchos. Lo ha dicho el papa “Quien sirve a la Iglesia, no puede vivir como un faraón”

Jerarquía con mitra y báculo
Jerarquía con mitra y báculo

La condición faraónica  se mantiene,  se justifica y expresa con mayor contundencia y claridad  en el “¡ordeno y mando¡”, en el ejercicio del poder, superioridad, arbitrariedades y autoritarismos 

No está de más referir  que la Conferencia Episcopal Española -CEE- cuenta con el índice más alto  de “obispos inmovilistas de Europa y de Hispanoamérica

De “boutade”-sandez, simpleza o inconveniente-  tildaron no pocos   la frase,  que ya en los primeros escarceos  de sus caminos pontificios  pronunciara el papa Francisco. Huelga referir que entre  los destinatarios   de  tan programática y cristiana   elocución, o modo de hablar, que es  se hallaban presentes los 5,364  obispos católicos, apostólicos y romanos  del censo canónico de entonces, con acento  y mención especial  para quienes certeramente  constituirían  el “Colegio” por antonomasia, que es, se llama y actúa como “Cardenalicio”.

Las palabras del papa, y el tema en general  relativo  a la jerarquía eclesiástica  y a su ministerio-ejercicio, merece atención, desde perspectivas “divinas y humanas” , con sabor-olor a liturgia  y a santo Evangelio. 

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Apóstoles

¿Obispos, sucesores de los Apóstoles? Es -será- el punto de partida de la reflexión, pese a la aceptación incuestionable  por parte de algunos teólogos, sobre todo “de oficio”. ¿Puede aseverarse con honradez que todos los obispos, de todas las diócesis, por el hecho de serlo y haber sido nombrados -que no elegidos- sin participación alguna  del pueblo , y en ocasiones hasta con sobrados motivos para no  haberlo sido jamás,  o para ser removidos “quam primum” y “némine discrepante”,  a no ser por su condición de privilegiados beneficiarios  acogidos  a su benevolencia  y  por el uso y abuso de sus incensarios?

La aseveración  de que los 5,364 obispos  fueron y son  “Sucesores de los Apóstoles”, rebasa con creces   el número de los DOCE del primer colegio,  en el que por cierto , uno era de procedencia “iscariota”, además de traidor. 

“Obispos faraones” hay muchos. Lo ha dicho el papa. Y quede constancia de que su “faraoneidad ni se centra ni se incluye exhaustivamente  en la  ornamentación  litúrgica  con que  se visten y revisten  en lugares y momentos que se dicen “sagrados”, pertenecientes irremisiblemente  a tiempos achacosos  pretéritos , hoy escandalosos, indecentes –“non decet”- , además de absurdos. 

La condición faraónica  se mantiene,  se justifica y expresa con mayor contundencia y claridad  en el “¡ordeno y mando¡”, en el ejercicio del poder, superioridad, arbitrariedades y autoritarismos  y en la convicción de que tal es  la voluntad de Dios, mientras  que los otros -laicos y laicas-  habrían de limitarse a  ser y ejercer de siervos, siervas, esclavos o esclavas  a tenor de los  nombres , sobrenombres y exigencias ascéticas  de la Congregación u Orden Religiosa  que los -las-  encobija , salva y protege. 

Discurso de Juan José Omella en la Asamblea Plenaria de la CEE
Discurso de Juan José Omella en la Asamblea Plenaria de la CEE

No está de más referir  que la Conferencia Episcopal Española -CEE- cuenta con el índice más alto  de “obispos inmovilistas de Europa y de Hispanoamérica. Así lo relatan  las estadísticas  -“palabra de Dios”-  avaladas con el testimonio diario  de declaraciones y comportamientos  de obispos, cuya misión de algunos  parece reducirse a defenderse del laicado  de sus “embestidas”, en reciente frase antológica del Primado de Toledo.

Tampoco está de más  dejar transparente y veraz  constancia de que con frecuencia, el mentado grupo de “santos inmovilistas y conservadores”, no sólo ni fundamentalmente objetan y adoctrinan, por ejemplo,  acerca  de la homosexualidad , el feminismo,  la inmigración musulmana el aborto, eutanasia  y otras cuestiones. Los Excelentísimos y Reverendísimos inmovilistas mentales  no pierden la ocasión de defender con alma, vida y corazón  e idéntico o similar ardor, el estatus de privilegios en el que están instalados, con leyes, normas, tradiciones y pactos “concordatarios”, inmatriculados , necesitados de reforma  y de mayor y más generosa disponibilidad  a favor del pueblo, de modo especial por el más vulnerable, como en el caso de los pobres y de la mujer por mujer.

“A la sombra  de la cultura tradicional  se han cometido y cometen barbaridades  e hipocresías reverendísimas que despojan al colegio episcopal  de credibilidad, culto y cultura”, tal y como apuntan  algunas conclusiones sinodales, con esperanzas decisivamente “franciscanas”,  y al margen y en contra  de innobles  y abyectos clericalismos.

Obispos y faraones  es ecuación frecuente en liturgias y paraliturgias  fastuosas, al igual  que  en el Código de Derecho Canónico  por cuyos expertos y afines  suelen apostar todavía  algunos Nuncios de SS., para cubrir –“tapar o encubrir”-  las sedes catedralicias desde las que  adoctrinar al pueblo, con desprecio flagrante de que lo que de verdad este necesita, no son discursos ni paráfrasis episcopales, sino sus comportamientos y ejemplos de vida cristiana.

En tan alta, evangélica y evangelizadora misión, sobran, por ejemplo, las mitras, además de los palacios.

Mitra

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