¿Quedarán seminarios en España cuando se efectúe la 'visita apostólica'? Inmoralidad y seminarios

Inmoralidad y seminarios
Inmoralidad y seminarios

El papa Francisco acaba de 'ordenar una visita apostólica a los seminarios españoles para valorar la formación que en ellos se imparte a los candidatos al sacerdocio', encargando de la misma a dos obispos uruguayos

¿Quedarán todavía seminarios en España, cuando se efectúe la visita apostólica, se redacten las conclusiones y se programen las actividades precisas, 'némine discrepante', y con el convencimiento de ser ellas la 'voluntad del Señor'?

"Educarse 'por la gracia de Dios' para ser más, distintos, distantes, distinguidos y superiores del resto de los mortales- ellos y ellas-, en esta vida y en la otra, es inmoral, es decir, 'contra las buenas costumbres', además y sobre todo contra el Evangelio"

"No es de extrañar que a los seminarios diocesanos así registrados, sin presencia femenina, algunos los tachen de inmorales, apostando por que los seminaristas sean educados y formados al igual que el resto de sus condiscípulos"

Reconozco que, además de esperpéntico y “ofensivo para los piadosos oídos“ de no pocos cristianos, la relación “seminarios-inmoralidad” que intitula esta reflexión, les parezca inadmisible y hasta perseguible de oficio, tanto eclesiástica como civilmente. Reconocimiento tal obliga a no demorar la exposición y a avalarla con razones tan discretas como sugerentes, es decir, inspiradoras de otras muchas más.

De todas formas, el papa Francisco acaba de “ordenar una visita apostólica a los seminarios españoles para valorar la formación que en ellos se imparte a los candidatos al sacerdocio”, encargando de la misma a los obispos de Maldonado de Punta Este-Minas, Mons. Multon Luis Troccoli, y al de Salto, Mons. Arturo Fajardo, ambos uruguayos.

(Antes de proseguir con esta exposición, es compresible que los lectores se formulen preguntas como estas: ¿por qué obispos uruguayos y no españoles?; ¿cómo ha reaccionado la CEE dedicada a este menester?; ¿se han registrado ya algunas dimisiones personales y aún colectivas?; ¿quedarán todavía seminarios en España, cuando se efectúe la visita apostólica, se redacten las conclusiones y se programen las actividades precisas, “némine discrepante”, y con el convencimiento de ser ellas la “voluntad del Señor”?)

Aunque en cualquier manual de moral que se estudie en los seminarios y fuera de ellos, quede constancia de que, por sí y por definición, “inmoral” no se reduzca a un sector o comportamiento humano relativo a cuanto se relaciona con el sexo, sino con todo lo que personal y colectivamente afecta en la convivencia y a las “buenas costumbres”, es indispensable destacar que también en la actualidad, el sexo es lo que identifica lo moral o lo inmoral. Y esto no solo en el sentir y valoración popular, sino en ámbitos que se consideran superiores en algo, o en todo.

Y desde tal perspectiva es preciso leer y releer las recientes noticias procedentes de la Iglesia que peregrina por tierras francesas: En la misma, el ex presidente de su Episcopado, el cardenal Ricard, acaba de reconocer públicamente, con la correspondiente petición de perdón, haber abusado de una menor hace unos 35 años. De la misma “cristianísima” Francia procede la información acreditada por sus propios estamentos “oficiales”, que testifica que 18 de sus obispos están implicados por la justicia canónica o civil, unos por abusos personales y otros por “consentidores”.

Por ahora, y por lo que respecta a España, las cifras se nos ocultan, aunque convencidos todos, de que aquí no somos ni mejores ni peores que los de ”más allá de los Pirineos” y aún del Océano Atlántico

Seminarios

Los seminarios que todavía quedan, y no pocos de los añorados por muchos “cristianos de toda la vida”, están llamados –“vocacionados”- a desaparecer. Los seminarios tridentinos, que más o menos respondieron, feliz o infelizmente, a otras teologías, pastorales, pedagogías, psicologías, éticas y morales e interpretaciones de los santos evangelios, del concepto de autoridad y de la idea de Iglesia y de la salvación, quedaron ya relegados al olvido y a la conmiseración.

Seminarios como estos, no forman. Deforman. No es moral enclaustrar a los nueve o diez años, revestidos de sotanas, a los niños, en edificios inhóspitos, con horarios infranqueables, apartados de amigos, amigas y de sus propios familiares, y sin más conciencia de pecado –“toda materia era y es, grave”- . que la impartida en los devocionarios y “Años Cristianos” -con sus ”Nihil Obstat e Imprimatur” respectivos-, exornados, y en calidad de semi dogma de fe, de leyendas áureas, de milagrerías y de acérrimos e insuperables temores al infierno y a los “enemigos del alma”, que eran y siguen siendo, “mundo, demonio y carne”.

"No es moral enclaustrar a los nueve o diez años, revestidos de sotanas, a los niños, en edificios inhóspitos, con horarios infranqueables, apartados de amigos, amigas y de sus propios familiares, y sin más conciencia de pecado que la impartida en los devocionarios y 'Años Cristianos'"

Seminario

Formaciones clericales así signadas y santificadas, imposibilitaban e imposibilitan al futuro sacerdote para ser y ejercer de persona normal, y menos de pastor y de amigo. Tal empeño y programa de vida apostólica, la complementan la condición “celibataria”, los ornamentos sagrados en las ceremonias litúrgicas y el atuendo “ensotanado” en la vida “normal”, con el convencimiento colosalmente indocto y antievangélico de que todo y todos los demás, ni eran ni son, ni jamás podrán ser, “sagrados”. Sagrados son solo los templos y, en última instancia, quienes los sirven o se sirven de ellos.

"Educarse 'por la gracia de Dios' para ser más, distintos, distantes, distinguidos y superiores del resto de los mortales- ellos y ellas-, en esta vida y en la otra, es inmoral, es decir, 'contra las buenas costumbres', además y sobre todo contra el Evangelio"

“Inmoralidad” y “seminarios” son conceptos abocados con urgencia e inexcusablemente a su extrañamiento y disolución, por el bien de la Iglesia, de la sociedad y de la convivencia en general. Educarse “por la gracia de Dios” para ser más, distintos, distantes, distinguidos y superiores del resto de los mortales- ellos y ellas-, en esta vida y en la otra, es inmoral, es decir,” contra las buenas costumbres”, además y sobre todo contra el Evangelio.

No es de extrañar, sino todo lo contrario, que a los seminarios diocesanos así registrados, sin presencia femenina -sin mujeres- , algunos los tachen de inmorales, apostando por que los seminaristas sean educados y formados al igual que el resto de sus condiscípulos, ellos y ellas, con el complemento de algún “máster” o cursillo, cuando corresponda…

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