"Nadie, salvo excepciones livianas, entiende que la iglesia española mire para otro lado" Juan Cuatrecasas: "Hace tiempo que la jerarquía eclesiástica española se ha quedado sola, aislada del resto de las del mundo, vendiendo humo"

Omella y víctimas de abusos
Omella y víctimas de abusos

Porque las víctimas y supervivientes somos familia, un grupo en donde pese a las diferencias lógicas en cualquier debate, la unidad sobrevive frente a la divergencia

Esa lámpara con luz se hace necesaria cuando al parecer una parte minoritaria de esta sociedad encabezada por la jerarquía eclesiástica española, mira con desprecio a las víctimas y supervivientes de abusos sexuales en el ámbito eclesiástico

La Conferencia Episcopal de España formada por numerosas cabezas visibles y liderada por Monseñor Omella tiene la necesaria actitud de avanzar en busca de una solución digna a un litigio que más que conflicto es una perentoria culpa propia

Solamente luchando alcanzarás tu derecho. Desde el momento en que el derecho no está dispuesto a luchar, se sacrifica, así podemos aplicarle la sentencia del poeta, es la última palabra de la sabiduría que solo merece la libertad y la vida, el que cada día sabe conquistarlas.

La sociología del derecho del jurista alemán Rudolf Von Ihering manifestando que el derecho es fruto de la sociedad cobra especial interés cuando algunos persisten en sus esquivas intenciones de obviar la realidad, de seguir poniendo cemento en la construcción de un muro cargado de ladrillos de oscurantismo.

Cuando escribo esta declaración de intenciones, doce de mayo, se celebra el día internacional de la enfermería, una jornada en la que la figura de Florence Nightingale, creadora de los métodos estadísticos de servicios sanitarios y de epidemiología, reconocida bajo la luz del apelativo la dama de la lámpara por su intensa labor durante la Guerra de Crimea y considerada fundadora de la personalidad propia de los enfermeros y enfermeras del mundo.

'Foto de familia' del equipo de Cremades
'Foto de familia' del equipo de Cremades

Esa lámpara con luz se hace necesaria cuando al parecer una parte minoritaria de esta sociedad encabezada por la jerarquía eclesiástica española, mira con desprecio a las víctimas y supervivientes de abusos sexuales en el ámbito eclesiastico. El ejemplo de una mujer como Nightingale es rescatado hasta el presente buscando empatía, solidaridad, entrega a los y las demás, humanismo e integridad.

Porque la unión de Von Ihering y Nightingale crea un ente sólido, una formación ordenada y coordinada que nos habla de derecho y sanidad, justo dos de los aspectos que conforman la reivindicación de verdad, justicia, reparación y acompañamiento, capítulos de un libro inacabado que ahora en España, desde los poderes públicos, se busca finalizar. Encauzado el prólogo con fuerza e ilusión, los sucesivos capítulos irán avanzando con el ineludible deseo de alcanzar un positivo epílogo.

La Conferencia Episcopal de España formada por numerosas cabezas visibles y liderada por Monseñor Omella tiene la necesaria actitud de avanzar en busca de una solución digna a un litigio que más que conflicto es una perentoria culpa propia. Lo que ellos parecen no ver, en una demostración patética de miopía, es que la ausencia de obligación jurídica no elimina la presencia de una obligación moral, ética diría yo, que subyace tras la legión de principios y virtudes que acostumbran a formar parte de los sermones dominicales y de documentos canónicos al uso.

Una Plenaria en la que "no ha pasado absolutamente nada"
Una Plenaria en la que "no ha pasado absolutamente nada"

Con esa dioptrías inventadas, la lámpara de Nightingale y la línea editorial de Von Ihering contraria al Volksgeist y defensora de la voluntad del individuo que lucha deben ser la luz del faro que guié los intereses de supervivencia de la Iglesia católica oficial en España. Lo contrario conduce de modo irremediable a las tinieblas y a una más que difícil supervivencia intergeneracional.

La idea que debe formar parte del libro de cabecera de los señores obispos españoles es la de la posición activa del individuo en la construcción del Derecho, algo que legitima cualquier estructura de poder que proclame en su ADN un sistema rociado por las gotas positivas de un Estado de Derecho. Institución sin perversión, transparente y legitimada, carente de excusas ante la injusticia, armada en el presente para salir fortalecida de cara al futuro, corrigiendo su pasado. El deber ético y en efecto mediando una schuld, culpa en origen, ante la que la institución eclesiástica española debe responder ante sus víctimas y supervivientes de pederastia, pero también, y esto es algo de lo que no se habla, ante sí misma.

Hace tiempo que la jerarquía eclesiástica española se ha quedado sola, aislada del resto de las del mundo, vendiendo humo mediante excusas ridículas sin dar más pasos adelante que la de un perdón que se queda corto y cuya petición no es compartida por todos sus próceres. Hace tiempo que la mayor parte de los católicos practicantes, la mayor parte de ellos, claman pasos adelante en la búsqueda de esa verdad, esa justicia y desde luego de reparación y acompañamiento.

Víctimas de abusos del clero de Astorga
Víctimas de abusos del clero de Astorga

Nadie, salvo excepciones livianas, entiende que la iglesia española mire para otro lado, cuando no, niegue la mayor y la existencia de una legión aberrante de sacerdotes y religiosos pederastas, y de un ejercito de víctimas y supervivientes luchadores y luchadoras. Una lucha más que meritoria que nace en el alma y convive con cabeza y corazón. Esa lucha que crea Derecho y que con la luz de la lámpara de toda una dama de la enfermería, símbolo evidente de empatía a los demás, insiste una vez y mil más en lograr el objetivo.

Porque las víctimas y supervivientes somos familia, un grupo en donde pese a las diferencias lógicas en cualquier debate, la unidad sobrevive frente a la divergencia. Sabemos que la sentencia lombardiana de la consecución de los logros de un grupo a través del esfuerzo combinado de cada individuo es nuestra máxima. Y que aunque esa parte de la jerarquía aún no quiera saberlo, en nuestra casa común, la de víctimas y supervivientes, siempre brillará la luz de la lámpara de Nightingale y el respeto, reconocimiento y lucha del individuo. Y a ello nunca renunciaremos. Aunque ellos sigan persiguiendo sombras, tinieblas, cobardía y actuando en base a mentiras, tergiversaciones y miserables falacias. El tiempo se acaba.


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