"El Papa del centro dinámico: León XIV teje la Iglesia de la inclusión y la continuidad primaveral" León XIV: el arte de unir sin romper, el Papa de la segunda síntesis eclesial

"Si Francisco fue el Papa de la ruptura amable, del “lío” y la misericordia, León XIV será el Papa de la continuidad con sello propio, de la concreción sin estridencias, del diálogo y la sonrisa, del 'fortiter in re, suaviter in forma'"
"León XIV no viene a enterrar la primavera de Francisco ni a devolver la Iglesia a la sacristía, sino a consolidar los procesos abiertos y a hacerlos irreversibles. Pero lo hará con moderación, tiento y delicadeza"
"León XIV sabe que la Iglesia es un poliedro, no una pirámide. Que el centro se conquista, no se impone. Que los extremos existen, pero el arte está en unirlos sin enemistarse con ninguno"
"León XIV sabe que la Iglesia es un poliedro, no una pirámide. Que el centro se conquista, no se impone. Que los extremos existen, pero el arte está en unirlos sin enemistarse con ninguno"
La Iglesia no avanza a golpes de timón ni a bandazos, sino por ciclos. Su historia reciente es la mejor prueba: primero la tesis del Concilio Vaticano II, con Juan XXIII y Pablo VI abriendo puertas y ventanas al ‘aggiornamento’ y la primavera eclesial; después, la antítesis de la involución, con Juan Pablo II y Benedicto XVI enfriando el entusiasmo conciliar y reforzando el muro doctrinal; y, finalmente, la primera síntesis de Francisco, que volvió a poner en marcha el tren de la primavera, activó procesos y devolvió la esperanza a quienes soñaban con una Iglesia circular, atenta a los signos de los tiempos y en salida.
Ahora, con León XIV, entramos en la que está llamada a ser la era de la segunda síntesis. ¿Qué significa esto? Que la Iglesia sigue avanzando, pero lo hace con otro ritmo, de otra manera, con otro tono, con otro estilo. Si Francisco fue el Papa de la ruptura amable, del “lío” y la misericordia, León XIV será el Papa de la continuidad con sello propio, de la concreción sin estridencias, del diálogo y la sonrisa, del “fortiter in re, suaviter in forma” (firmeza en el fondo, suavidad en las formas). Un estilo amable, cercano, sin durezas ni gestos de confrontación; gobernar con humanidad, empatía y buen humor, incluso en las diferencias.

La segunda síntesis: el arte de unir y concretar
León XIV no viene a enterrar la primavera de Francisco ni a devolver la Iglesia a la sacristía, sino a consolidar los procesos abiertos y a hacerlos irreversibles. Pero lo hará con moderación, tiento y delicadeza. Sin herir susceptibilidades, sin excluir a nadie, sin dejar a nadie fuera del tren de las reformas. La diferencia estará en el modo: más diálogo, más sonrisas, más mucetas y estolas (que tanto gustan a los conservadores), incluso volviendo a vivir en el Palacio Apostólico y veraneando en Castel Gandolfo. Porque el cambio no está en la indumentaria ni en la residencia, sino en el corazón y en la dirección del proceso.
León XIV sabe que la Iglesia es un poliedro, no una pirámide. Que el centro se conquista, no se impone. Que los extremos existen, pero el arte está en unirlos sin enemistarse con ninguno. Y sabe también que, como decía Francisco, “el tiempo es superior al espacio”: lo importante es poner en marcha procesos, no ocupar espacios de poder.
Continuidad con sello propio
La segunda síntesis será la de las concreciones. Toca aterrizar la sinodalidad en las parroquias y diócesis, abrir pasos reales a las mujeres, garantizar la tolerancia cero con los abusos, y seguir luchando por una Iglesia inclusiva, pobre y para los pobres. Pero todo ello con un estilo más institucional, más diplomático, menos rupturista. León XIV no viene a hacer ruido, sino a tejer consensos. A gobernar con autoridad moral, no con imposiciones. Si fue capaz de gobernar a sus frailes y a su diócesis de Chiclayo, marcada a fondo por décadas de obispos del Opus Dei, ¿cómo no va a ser capaz de gobernar a la Iglesia universal?

Tiempo y procesos: la gran ventaja
León XIV juega con una ventaja: tiene tiempo. Y el tiempo, en la Iglesia, es oro. Puede permitirse avanzar sin prisas, consolidar cada paso, escuchar a todos, y dejar que los procesos maduren. Porque sabe que las imposiciones duran poco, pero los consensos perduran. Su pontificado, que se prevé largo dada su edad, será el de la consolidación tranquila, la reforma sin rupturas, la Iglesia del centro que no renuncia a las periferias.
Un Papa para todos
La segunda síntesis será, sobre todo, la de la inclusión. León XIV quiere una Iglesia donde quepan todos: los nostálgicos de la sacristía y los soñadores de la periferia; los que añoran el incienso y los que prefieren el barro; los que rezan en latín y los que cantan en guaraní. Un Papa para todos, sin enemigos, sin exclusiones, sin rupturas. Un Papa que sabe que la Iglesia es más fuerte cuando es más amplia, más creíble cuando es más humilde, más fiel al Evangelio cuando es más humana.
León XIV, el Papa de la segunda síntesis, tiene ante sí el reto de conquistar el centro sin perder el alma. Y, por lo que hemos visto hasta ahora, está más que preparado para lograrlo.

El Papa Prevost puede conquistar el centro sin enemistarse con los extremos apostando por un liderazgo de equilibrio, diálogo y gestos inclusivos que buscan sumar y no excluir. Su perfil y primeras decisiones muestran una clara intención de unir a la Iglesia, respetando la pluralidad de sensibilidades y estilos, y evitando tanto rupturas como imposiciones abruptas.
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