Homenaje al querido teólogo en sus 80 años Leonardo Boff, cuidador de su dignidad y libertad

Leonardo Boff
Leonardo Boff

"Al sumarme al homenaje, que unos pocos pero en nombre de miles se ha preparado para Leonardo Boff en sus 80 años,pensé de pronto en lo difícil del desafío por lo valioso de su vida e inmensa obra teológica, pero no tardé en acotar el campo que me resultaba más sugeridor y preferente"

"Los elementales datos que voy a dar, sirven de encuadre para mejor entender, por quienes no hayan tenido conocimiento directo del proceso sufrido por el ex–Santo Oficio de Roma"

"Seguramente, la mayoría admiramos la postura de Leonardo Boff, pero a su vez nos deja una pregunta inquietante: ¿Qué sistema impera en la Iglesia para que en su inmensa mayoría el sector clerical no tenga pensamiento propio y obedezca ciegamente? ¿Qué es lo que hace difícil, sino imposible, una conducta y una teología liberadoras?"

"Decidirnos a aplicarlas, ¿no sería la mejor manera de celebrar nuestro homenaje al querido Leonardo?"

Al sumarme alhomenaje, que unos pocos pero en nombre de miles se ha preparado para Leonardo Boff en sus 80 años, (La Editorial VOZES, acaba de publicar el libro “Ternura Cósmica” con comentarios de muchos teólogos – amigos…) pensé de pronto en lo difícil del desafío por lo valioso de su vida e inmensa obra teológica, pero no tardé en acotar el campo que me resultaba más sugeridor y preferente.

El marco temporal del drama

Los elementales datos que voy a dar, sirven de encuadre para mejor entender, por quienes no hayan tenido conocimiento directo del proceso sufrido por el ex–Santo Oficio de Roma.

Leonardo Boff nace en 1938 en Concordia (Brasil). A los 12 años entra en un seminario de religiosos franciscanos alemanes. A los 27 años (1965), tras haber recibido clases de Evaristo Arns, cardenal de Sao Paulo, es ordenado sacerdotedentro de la congregación franciscana. Siguen cinco años de estudio de teología dogmática y cultivo de exégesis bíblica en la universidad estatal de Munich. Allí lo envió a estudiar Evaristo Arns, pues, le dijo, “vamos a tener que enfrentar problemas muy graves”

En 1970, bajo la dirección de Joseph Ratzinger, concluye su doctorado en Teología. El entonces profesor y amigo suyo, le concede una beca de 13.000 marcos, que le ayuda a publicar su tesis. El mismo Ratzinger, en el primer encuentro con el Papa, lo presenta con estas palabras: “Este es un nuevo teólogo latinoamericano”.

Ese mismo año 1970, Leonardo regresa a Brasil, se encarga de la cátedra de teología en Petrópolis, que simultanea con un trabajo de contacto pastoral con el pueblo. Se percata de que su teología es demasiado aséptica y comienza a hacer otra en función de la realidad, estimulado por la acuciante lectura de los documentos de Medellín. Y enseguida publica su primer libro Jesucristo Liberador.

Su actividad teológica se dispara y cobra relieve como asesor de la Conferencia Episcopal Brasileña, de la Comisión Teológica de Religiosos, prepara con Frei Betto y otros las estrategias pastorales frente a los militares, aporta su trabajo a la Reunión Episcopal Latinoamericana de Puebla, es director de Vozes, que edita un libro por día y publica cinco revistas. Propulsa el Centro Ecuménico de Servicios a La Evangelización (CESEP) y los Encuentros Nacionales de las Comunidades Eclesiales de Base. Y desde el comienzo de su enseñanza teológica forma parte de la revista Concilium.

Leonardo aparece –es voz común- una máquina productora de ideas. Hay que preservarlo. En este breve pero intenso plazo teológico de 7 años, comienza a tener problemas por su libro Jesucristo Liberador, que se agravan por su otro libro La Iglesia, Carisma y Poder.

No es difícil imaginar las críticas, réplicas y contrarréplicas que suscitaron su libro Iglesia, Carisma y Poder, los viajes y contactos entre unas y otras personalidades, las últimas conversaciones con Ratzinger, las entrevistas a los medios de comunicación.

En 1984 se le abre un duro proceso en Roma, que termina con su encuentro en 1989 en la sala del ex–Santo Oficio con el Cardenal Jerome Hamer. Unas palabras del mismo Leonardo, expresan el camino recorrido:

-“Ser llamado a la presencia de la más alta instancia doctrinal de la Iglesia no es un hecho corriente en la biografía de un teólogo. Es memorable y, a la vez, lacerante sentirse en la mira de la opinión pública y encarnar por un momento para no pocos, la razón y el destino de todo un caminar de pensamiento y experiencia eclesia”l.

-“Pude sentir una inmensa corriente de solidaridad de millares de cristianos de todo el país, así como de muchas partes del mundo”.

-“El hecho de la discusión significó un verdadero proceso de evangelización, hecho no tanto por los canales eclesiales sino por los profanos. Se captó perfectamente que la cuestión del compromiso con los pobres, con lo cambios profundos de la sociedad y las libertades de los oprimidos es algo que trasciende los límites de las Iglesias. Concierne a todos, a la conciencia ética de la humanidad y significa un desafío político universal”.

-“Se percibe la finitud de todas las cosas, incluidas las instancias eclesiásticas. Me lo advertía el sabio y santo padre Ives Congar: “El carisma del poder central es no tener ninguna duda. Ahora bien, no tener ninguna duda sobre uno mismo es a la vez magnífico y terrible. Magnifico porque el carisma del centro consiste precisamente en permanecer firme cuando vacila todo alrededor. Terrible porque en Roma hay hombres que tienen límites, en su inteligencia, en su vocabulario, en sus referencias, en el ángulo de visión”.

-“Fui a Roma como teólogo católico y regreso como teólogo católico. Espero poder continuar mi ministerio de reflexión dentro del caminar de nuestra Iglesia, en una comunión abierta a todos, aprendiendo y dando de lo poco que aprendí con humildad y coraje”.

Leonardo Boff y Pere Casaldáliga

Los actores del drama

Quisiera ahora subrayar desde qué bases y raíces Leonardo se atrevió a hacer teología liberadora, a sabiendas de que iban a caer sobre él las iras del poder eclesiástico y que actuaría sobre él hasta enmudecerle y hacerlo desaparecer.
Leonardo, pese a su natural actitud de dialogar y alcanzar acuerdos con los guardianes de la verdad y de la ortodoxia, no obtuvo más alternativa que la de callar y repetir la doctrina oficial del Magisterio.

Seguramente, la mayoría admiramos la postura de Leonardo Boff, pero a su vez nos deja una pregunta inquietante: ¿Qué sistema impera en la Iglesia para que en su inmensa mayoría el sector clerical no tenga pensamiento propio y obedezca ciegamente? ¿Qué es lo que hace difícil, sino imposible, una conducta y una teología liberadoras?

Decidirnos a aplicarlas, ¿no sería la mejor manera de celebrar nuestro homenaje al querido Leonardo?

No he tenido sino reavivar y espigar un poco sus escritos para componer un cuadro bellamente orientativo:

1. No podía renunciar a mi propia dignidad. Leonardo dejó el ministerio presbiteral pero no la Iglesia. Tal decisión tuvo que tomarla por ser fiel a sí mismo, por mantener su libertad y poder seguir ejerciendo su trabajo lleno de sentido y razones. No hacerlo sería renunciar a la propia dignidad, lo cual Dios no lo quiere en modo alguno. “No es posible, cita a José Martí, que Dios ponga en la cabeza de una persona el pensamiento y que un obispo , que no es tanto como Dios, prohiba expresarlo”.

2. Me proponía liberar al cristianismo de los interés de los poderosos.
 Leonardo intenta conjugar el Evangelio con la justicia social y el grito de los pobres con el Dios de la vida. De ahí, resulta la teología de la liberación.
De la sagrada ira pasó a la práctica social y a la reflexión comprometida. Continúa siendo teólogo de matriz católica y ecuménica, a partir de los pobres, contra su pobreza y a favor de su liberación.

Liberación

3. Sufrí la maledicencia y acusación de mis hermanos en la fe Como otros teólogos, ha tenido que sufrir la maledicencia y acusación de hereje y de aliado del marximos por parte de propios hermanos en la fe.

4. Estoy con una jerarquía de servicios y funciones. Desde 1971 recibió frecuentes cartas y amonestaciones, negoció el temporal alejamiento de su cátedra, afrontó en Roma el diálogo, fue destituido de la revista Eclesiástica Brasileña y alejado de la dirección de la editorial de Vozes, fue obligado a someter todo escrito suyo a una censura previa doble.
Se sometió y, después de todo, fue castigado con un tiempo de silencio obsequioso.

“Nunca estuve contra una jerarquía de servicios. Si no resulta ser así, ¿dónde va a parar el sueño de Jesús de una comunidad de hermanos y de hermanas si existen tantos que se presentan como padres y maestros, cuando él ha dicho explícitamente que tenemos un solo padre y un solo maestro? (Cfr. Mt 23, 8-9).
La forma actual de organizar la Iglesia crea y reproduce demasiadas desigualdades en vez de actualizar y hacer posible la utopía fraterna e igualitaria de Jesús y los apóstoles”.

“La experiencia que he sacado después de 20 años de relación con el poder doctrinal, es que este poder es cruel y sin piedad. No olvida nada, no perdona nada, exige todo. Y, para alcanzar su fin, se toma el tiempo necesario, y escoge los medios oportunos”.

Leonardo, en su Carta “Las razones de mi renuncia al sacerdocio”, confiesa firme y explícito: “Tengo la sensación de haber llegado ante un muro. No puedo avanzar ni un paso más. Retroceder implicaría sacrificar la propia dignidad y renunciar a una lucha de tantos años… Las motivaciones eje inspiradoras de mi vida seguirán inalterables: la lucha por el Reino que comienza desde los pobres, la pasión por el Evangelio, la compasión con los sufrientes de este mundo, el compromiso de liberación de los oprimidos, la articulación entre el pensamiento más crítico con la realidad más inhumana y el empeño de cultivar la ternura hacia todo ser creado, a la luz del ejemplo de San Francisco de Asís”.

Lo hasta aquí reseñado, provocó reacciones muy diversas, la mayoría de consternación, sobre todo cuando en la Expo de Sevilla (1992), el Secretario de Estado monseñor Angelo Sodano compara públicamente a Leonardo con Judas.

Escribí entonces un artículo en El Pais “Leonardo Boff, ¿un Judas?”, que concluía con estas palabras de Pedro Casaldáliga: “Hermano Leonardo, teólogo de la Gracia Liberadora, paz y bien. La hermandad entera te acompaña en la oración de la fe, con las serenatas impacientes de la esperanza y en la rebelde fidelidad de los adultos corresponsables por el reino de Dios. Profeta escogido de muchas palabras luminosas”.

Por entonces también, escribí “Leonardo Boff, ¿Conflicto doctrinal o conflicto con el poder? (Herria 2000 Eliza, nº 124, 1992, pp. 22-26).

De él entresaco algunos párrafos:

“El proceso de Boff no ha sido tratado como un proceso doctrinal, en que se le imputara la negación de algún dogma o la propalación de una doctrina peligrosa. Sus escritos están expuestos con rigor y gran documentación. Pero, insisten en un punto central: la configuración histórica de la Iglesia se ha hecho en gran parte desde la clave del poder y con unas constantes de corrupción y patología que resultan inconciliables con el proyecto de fe Jesús y la naturaleza de la Iglesia.

El fenómeno de la involución y represión en la Iglesia ha venido gestándose desde hace tiempo. Esta Iglesia –paradójicamente- en asamblea solemne (Vaticano II) da sentencia contra un modelo de Iglesia articulado de arriba abajo y cuyo sujeto era exclusivamente el clero. Teóricamente se había desmantelado los fundamentos de una Iglesia que se autodefinía simplemente como jerárquica”.

No se trata, psicoanalíticamente hablando, de mejor o peor teología, de ortodoxia o heterodoxia, sino de un poder e interés amenazados. El centralismo romano ha arremetido contra teólogos que fueron los que de un modo decisivo gestaron el Vaticano II. Y contra ellos ha procedido de un modo ética y jurídicamente insostenible: en secreto, desde acusaciones anónimas, sin diálogo, con menosprecio de todo razonamiento y con exclusión de toda aportación histórica nueva.

El cometido ha consistido en gran parte en vigilar y reprimir todo aquello que contagia los intereses hegemónicos del poder institucional jerárquico. La historia nos demuestra que el ex–Santo Oficio nunca fue amigo de la evolución y de los avances, tanto en el campo de la Ciencia como en el de la Exégesis y de la Teología.

“El trasfondo del problema es que un grupo establecido en el poder se autodefine a sí mismo como depositario de la verdad. La historia y los hechos demuestran que esta autoposesión de la verdad es un círculo imaginario celosamente cerrado (en nombre de la llamada Tradición); encerrados en ese círculo utilizan el disfraz de la ortodoxia para ocultar lo que de verdad quieren defender: el poder. Y la emprenden contra quienes críticamente lo cuestión peligrosamente”

5. Epílogo: la grandeza de un testigo del Evangelio. Pienso que, para congratulación y edificación de todos, nada puede indicar la grandeza y calidad de la vida de Leonardo Boff, como el testimonio que voy a narrar:
En el año 1989, Leonardo fue convocado a Roma para ser examinado por el cardenal Jerome Hamer. Nada más llegar le hicieron pasar a la sala del ex– Santo Oficio (unos 150 m. de larga). Le hicieron sentarse en una sillita.

Ratzinger

Al fin llegó el cardenal con su pompa y comienza:

-Quiero comprobar si tu fe es verdadera, si está de acuerdo con la ortodoxia. ¿Qué piensas del Concilio Vaticano II?

-Fue un extraordinario concilio pastoral.

Ese es tu error, pensar que ese concilio adaptó la Iglesia al mundo moderno. ¡No adaptó nada! Hay que leerlo bajo la óptica del Vaticano I, como doctrina, y tú no lo haces. Veo, además, que en tus cartas te presentas como hermano, teólogo menor y pecador.

- Sí, y me admira que Vd. no se considere un pecador.-

-Yo ejerzo aquí como autoridad, no tiene sentido que me presente como pecador.

-Vd. ha olvidado el sueño de San Jerónimo, en el que se presenta a Dios como teólogo y Dios no lo reconoce hasta que se confiesa cristiano y pecador.

Estuve en Brasil y veo que vuestro error es pensar como los marxistas a partir de la realidad. Los cristianos tienen que pensar a partir del Magisterio, de los documentos oficiales, de la tradición. No tenéis teología. Sois menores, no tenéis seriedad en el discurso.

-Si no soy serio, ¿por qué analiza mis textos?

Boff

-Por qué hacéis una lectura sociológica e ideológica, transformais las comunidades eclesiales en cédulas marxistas que, más que rezar y hacer militancia de la palabra de Dios, aprenden la guerrilla?.

En cierto momento, Leonardo no pudo remediarlo y se puso a llorar de rabia.

¿Ves? Lloras como un niño, muestras tu fragilidad.

-Vd, dijo Leonardo, es peor que un ateo. El ateo cree al menos en el ser humano y Vd. no. Es un cínico, que se rie de las lágrimas de una persona, no quiero hablar más con Vd.

(Pasado un tiempo de esta entrevista, Leonardo volvió a Roma, supo que el cardenal estaba moribundo de cáncer y lo llamó por teléfono)

-”Hola, aquí Boff, el que Vd. condenó”.

-Ah, Leonardo, nadie me llama. Me siento solo. Yo quería ser un gran teólogo, el sucesor de Congar, y no lo conseguí. Me hicieron obispo, me llamaron a Roma, no tengo comunidad: celebro la misa aquí, solo, por la mañana y me siento despreciado de mis hermanos. (Y empezó a llorar).

Leonardo le dijo:

-¿Quién es el niño ahora, quién el frágil?. Pero no haré lo que Vd. hizo conmigo, quiero enjugar sus lágrimas.

-Boff, quedemos amigos. Conozco una pizzeria aquí, cerca del Vaticano. Cuando vengas, me llamas, charlamos, comemos unas pizzas y bebemos unos vinos. Lloraba, dice Boff, como un niño.

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