El matrimonio, sacramento del misterio del amor Luis Lago: "El amor, por el que el yo sale al encuentro de un tú anhelado y presentido, necesita ser celebrado"

El misterio del amor
El misterio del amor PD

"La vida humana alcanza su plenitud y verdad interior cuando es transformada por el amor"

"Con su ministerio de la palabra y los sacramentos la Iglesia incorpora a los creyentes en el misterio de Cristo. Por sacramento del matrimonio los cristianos son introducidos de forma singular en la alianza nupcial de Dios con su pueblo"

Para vosotros, David y Belén, con la esperanza de que vuestra boda inaugure una larga historia de fidelidad, fecundidad y felicidad matrimonial.

La vida humana alcanza su plenitud y verdad interior cuando es transformada por el amor; el amor alcanza su madurez y plena realización cuando es fuente de vida. Misterio cristiano: en Jesucristo Dios desciende al hombre, revela su amor, le comunica su vida; el hombre se eleva y eleva su amor-caridad.                                                        

El misterio cristiano consiste en que Jesucristo Dios “que está en el cielo”, desciende y se encuentra con el hombre revelándole su amor y comunicándole su vida. Jesucristo nos da su Espíritu que transforma nuestro ser: nuestro amor humano, sin dejar de ser humano, se convierte en amor divino, o caridad; nuestra vida de frágiles criaturas se transforma en la vida nueva de los hijos de Dios.

Con el ministerio de la palabra y los sacramentos, la Iglesia, pueblo de Dios y cuerpo Cristo, incorpora a los creyentes a su misterio. Por el sacramento del matrimonio los cónyuges son introducidos de manera singular en la alianza nupcial que Dios en Cristo realiza con toda la humanidad. Y en la alianza de Cristo y su esposa la Iglesia.

El amor: un milagro, una paradoja, un misterio

A modo de definición: “El amor es un proyecto, constantemente renovado, de hacer felices al otro y a uno mismo, en la realización de nuestras posibilidades mutuas y en la dulzura y la lucha de “vivir juntos” (B. DELARGE). El Amor conyugal: dos personas extrañas, varón y mujer, se encuentran y se descubren llamados a compartir la vida, a unirse tan íntimamente que los dos se hacen una sola carne y así acontece el milagro: aparece una nueva vida, una tercera persona es procreada, no reproducida.

Matrimonio
Matrimonio

El amor es un milagro: “De repente, la felicidad de otra persona se manifiesta como elemento indispensable de mi propia felicidad. Este descentramiento egocéntrico va más allá de toda lógica y abre a una nueva dimensión de la realidad” (Como un salto, J.Marina). El amor es un éxodo, un éxtasis: el yo sale al encuentro de un tú anhelado y presentido, y los dos se abren al otro, al nosotros.

El amor es también también una paradoja: lo expresó muy bien el poeta R. M. RILKE : “Esta es la paradoja del amor entre hombre y mujer. Dos infinitos con dos límites. Dos infinitamente necesitados de ser amados con dos frágiles y limitadas capacidades de amar. Y sólo en el horizonte de una amor más grande no se devoran ni se resignan, sino que caminan hacia una plenitud de la cual el otro es signo”.  

Ese horizonte de un amor más grande, que señala el camino hacia la plenitud nos remite a lo misterioso del amor. Porque el amor es también un misterio, forma parte del misterio de la creación. Amamos, y existimos, porque hemos sido, porque somos amados, primero; porque hemos sido creados por amor y para el amor tenemos la necesidad y la capacidad de amar como hemos sido amados . Y por ser el amor un misterio tenemos la necesidad de creer en él y celebrarlo.

Sí, también un misterio, que forma parte de la nueva creación. Amamos. Hemos sido creados, por amor y para amar, por Dios que es amor. Por eso tenemos la capacidad y la necesidad de amar como somos amados Y porque hemos sido redimidos y recreados en Jesucristo por amor, hemos recibido el don del Espíritu que transforma nuestro ser y nuestra vida para que podamos vivir una vida nueva y amar con un amor nuevo a Dios como Padre, al prójimo como hermano y también a nosotros mismos como hijos de Dios. Y por ser un misterio, el amor necesita ser creído y celebrado.

Boda religiosa
Boda religiosa

Casarse por amor en la Iglesia

El matrimonio es el sacramento del amor y de la vida: Vosotros, Belén y David, David y Belén, habéis decidido casaros por amor, en la Iglesia. No lo hacéis por ceder a la costumbre, "a que siempre se hizo así”; tampoco os sometéis a la moda de que ahora las cosas se hacen de otro modo, por ejemplo emparejándose al margen de la Iglesia o de cualquier institución. Vuestra decisión es un acto de fe libre y responsable; es la de cualquier institución pública. Para vosotros casaros es un acto de fe madura y responsable: la fe que da un sentido, nuevo y último, a vuestra vidas, también da un sentido trascendente a vuestro matrimonio: casaros por la Iglesia significa participar de manera nueva en la alianza de amor y amistad que Dios hace con la humanidad.

En la iglesia parroquial, y en la “iglesia doméstica” de vuestra familia, ha nacido y madurado vuestra fe, la habéis compartido y profesado, confesado, como entusiastas creyentes y como cofrades; en la Iglesia proclamaste tú, David, con entusiasmo, el último pregón entusiasta de la Semana Santa de Cacabelos. En la iglesia también habéis recibido los sacramentos de la iniciación de la vida cristiana – bautismo  confirmación, eucaristía-, y ahora el sacramento del matrimonio consagra vuestra unión conyugal y con él recibís una misión singular: crear una nueva “Iglesia doméstica”, transmitiendo la vida y vuestra fe a nuevos hijos de la Iglesia.

Familia feliz
Familia feliz

Entregarse y prometer

YO, TE RECIBO A TI  tal como eres con gozo y gratitud como el máximo regalo que me hace la vida,  pues gracias a ti espero llegar a ser verdaderamente lo que estoy llamado a ser.

YO ME ENTREGO A TI para compartir la vida contigo con la esperanza de que los dos, uno gracias al otro, lleguemos a ser lo que estamos llamados a ser y así alcancemos la plenitud, la felicidad, plenamente humanos y felices; ese será nuestro primer oficio y beneficio.

Yo te PROMETO y te juro permanecer siempre a tu lado; acogiéndonos y entregándonos mutuamente, saldremos de nosotros mismos hacia los otros con la esperanza de  crear así un mundo donde todos podamos vivir una vida feliz. Juntos subiremos al monte del gozo, juntos descenderemos a cultivar la tierra, llenándola de vida y de dicha, juntos estaremos en el abismo del dolor cuando llegue, y en el momento de la despedida última te diré, nos diremos: ”Tú no morirás”, porque amar a alguien es decirle. “Tú no morirás” (G. Marcel). Juntos alcanzaréis los tres bienes que jamás pueden separarse: la fidelidad, la fecundidad y la felicidad. Juntos buscaremos las tres cosas que nunca deberán separarse: la felicidad, la fidelidad, la fecundidad.

Fe, esperanza y amor
Fe, esperanza y amor

Casarse en tiempos de inclemencia: invitación a la paciencia y a la esperanza

Es éste un tiempo de inclemencia, doble. Primero por la pandemia, que atenta contra el carácter festivo de vuestra celebración. Esperábais más de 200 invitados y, sólo podrán asistir menos de veinte; vuestro fantástico, magnífico viaje de novios será recortado, la fiesta de los cantos, los besos y los abrazos, estará regida por la rígida ley de la distancia social.

Así que sólo os queda... ¡lo esencial! Vuestra fe entusiasta y alegre y vuestro amor invencible, vuestra alegría y esperanza, que saldrán de la prueba renovadas y fortalecidas. Y fortalecida os queda también la presencia de vuestros padres y familia y la presencia de D. Jesús, el sacerdote, párroco y amigo, testigo oficial, que bendecirá  vuestra unión; y lejos, pero a la vez, presentes, muy presentes y atentos, estaremos todos vuestros amigos.

Y además, una segunda forma de inclemencia: la “epidemia” de nuestra cultura que, como decía ya el último Concilio ( 1962-65) GS 47, es la “epidemia que consiste en la banalización del amor, de la vida y del matrimonio. Una corriente cultural que exalta el amor y la libertad, el amor libre y el poliamor, si acaso el matrimonio pero provisional y abierto... en realidad banaliza el amor, el matrimonio y la vida.

Confinamiento
Confinamiento

Exaltando formas como el amor libre y provisional, poliamor, el divorcio, el aborto y otras “deformaciones”, contrarias an la dignidad de la institución matrimonial (dice también el Concilio). Frente a todas esas formas de “epidemia” os queda la fe: fe en el amor y en la vida, fe mutua entre vosotros, la fe en Dios, ”que vence al mundo”, la fe como “coraje de existir” y de mantenerse fieles a aquello en que creemos, y aquellos a quienes amamos.

Dos invitados de excepción y un magnífico anfitrión: como en la boda de Caná

“Hubo una boda en Caná de Galilea- escribe san Juan en su Evangelio ( Jn 2,1ss)-. La madre de Jesús estaba invitada. También Jesús y sus discípulos”. Se acabó el vino y Jesús, advertido por su madre, se reveló como un espléndido anfitrión: convirtió el agua en vino, un vino excelente por su abundancia- unos 600 litros- y, sobre todo por su calidad”; era  el símbolo de la alianza matrimonial de Dios con su pueblo.

También estarán como invitados en vuestra boda, compartiendo vuestra alegría, Jesús y su madre. Y de nuevo Jesús, invitado de excepción, se revelará como magnífico anfitrión y os ofrecerá su vino admirable que os introducirá en la gran fiesta de los esponsales de Dios con la humanidad y de la entrega de Jesucristo a su esposa la Iglesia. Hasta pronto. Como amigo os deseo de todo corazón y con una gran esperanza un día de feliz fiesta de boda y una larga historia de vida matrimonial de felicidad.

Bodas de Caná
Bodas de Caná

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