"Incorporados al Sacerdocio de Jesús, con capacidad de ser profetas y construir el Reino" María del Pilar Silveira: "En esta Semana Santa Jesús celebra su pascua en tu templo interior"

Oración en familia
Oración en familia

"Esta nueva experiencia, nos acerca un poquito a la situación que viven desde hace años, las personas en la Amazonia como lo indica la Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonia n. 89, 93)"

"Se pone de manifiesto que la Iglesia somos los bautizados, que nos toca a nosotros ser su rostro visible, que no son los templos ni la jerarquía eclesial. Cada bautizado, somos el templo vivo donde habita el Espíritu y donde hoy se actualiza el misterio pascual"

"En el silencio interior, escuchando la voz interior, es donde se toman las decisiones que humanizan y ayudan al cristiano a ser un 'adulto' en la fe"

El panorama que tenemos en esta Semana Santa, son templos vacíos, sacerdotes celebrando solos o con grupos muy reducidos y los fieles creyentes aislados en sus hogares.

¿Qué nos dice esta situación a los que seguimos a Jesús?

Los sacerdotes continúan en el templo celebrando la Eucaristía en soledad o con algunas personas, conectados a las redes sociales que siguen la celebración desde sus casas.

Para los laicos, el cambio ha sido quedarse en la casa, sin poder ir al templo y sin poder recibir la Eucaristía, sino acceder a la misma en forma virtual ejercitando la comunión espiritual.

Hoy, los que seguimos la celebración de la Eucaristía por internet, estamos igualados. No hay personas que participen en la celebración de la Eucaristía y no comulguen, sino que nadie puede comulgar, salvo los que celebran solos, los sacerdotes. Pecadores y no pecadores, todos tenemos la posibilidad de comulgar espiritualmente. Ya no escuchamos que el celebrante recuerde antes de dar la comunión: “quien no esté preparado, quien no se haya confesado… no puede recibir el Cuerpo de Jesús.”

La experiencia común de los católicos en nuestros hogares en este momento, es que nadie comulga. La comunión es espiritual. Podemos ver la Hostia consagrada a través de la pantalla, si es que tenemos acceso a internet, mas no recibir a Jesús Sacramentado. Esta nueva experiencia, nos acerca un poquito a la situación que viven desde hace años, las personas en la Amazonia como lo indica la Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonia n. 89, 93). Aunque sabemos que en la Amazonia, como en muchos lugares lejos de las ciudades, muchas personas no tienen acceso a internet y las condiciones de aislamiento son permanentes.

Un altar doméstico para la celebración íntima de los chinos católicos ante la emergencia del virus
Un altar doméstico para la celebración íntima de los chinos católicos ante la emergencia del virus

¿Cuál es la novedad en este momento histórico?

La pandemia nos ha puesto a reflexionar sobre el don de nuestro bautismo, que nos hace hijos e hijas, invitados a vivir en comunión con nuestro Padre y entre nosotros. Nos interpela sobre el significado de haber sido incorporados al Sacerdocio de Jesús, con la capacidad de ser profetas y construir el reino. Esta realidad espiritual, ¿cómo la ejercitamos hoy?

Se pone de manifiesto que la Iglesia somos los bautizados, que nos toca a nosotros ser su rostro visible, que no son los templos ni la jerarquía eclesial. Cada bautizado, somos el templo vivo donde habita el Espíritu y donde hoy se actualiza el misterio pascual. Es un momento histórico donde la mayoría de las personas se preguntan por el sentido de sus vidas, al estar en soledad consigo mismo, sin “hacer”, sino preguntando por su “ser”. Tocando una experiencia límite, que es la muerte, el fin de nuestra vida. Nos hemos acostumbrado a hacer actividades y el “no hacer” es una oportunidad para conocer nuestra interioridad y descubrir allí la presencia silenciosa de Dios, en nuestro sagrario interior.

Recordemos lo que Gaudium et Spes 16 dice:

“La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo.” 

En el silencio interior, escuchando la voz interior, es donde se toman las decisiones que humanizan y ayudan al cristiano a ser un “adulto” en la fe. Más adelante dice ese mismo numeral: “La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad”

Iglesia doméstica

Tenemos muchas situaciones desafiantes para resolver como humanidad, y la respuesta está en nuestra interioridad, donde el mismo Espíritu nos habla, nos hermana y nos une.

El silencio nos ayuda a escuchar la Palabra de Dios, que el mismo Espíritu ha inspirado y al leerla despierta nuestra fe y abre nuestro entendimiento. La Constitución Dei Verbum 21 dice. “La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor.” En nuestras manos, tenemos la oportunidad de tomar el “Cuerpo del Señor” y alimentar nuestro espíritu.

Confrontando nuestra vida con la Palabra de Dios, sucede la conversión, el cambio de actitudes, de pensamientos, y la puesta en práctica de acciones que no hemos hecho, reparando el mal realizado. Allí es donde se realiza la pascua, el cambio interior con la fuerza del Espíritu, experimentando el perdón que nos reconcilia y nos hace mejores personas. Ese cambio se hacer real y verdadero cuando se ejercita con los que están a nuestro lado, con los más cercanos, nuestra familia.

Somos seres corporales, necesitamos un lugar físico donde colocar La Palabra de Dios y donde expresar nuestra fe. La costumbre de los altares domésticos trasmitida por tradición familiar, hoy se revaloriza. En los altares de los hogares, se coloca la Palabra de Dios, la imagen de Jesús, de María, o de algún santo y algunos símbolos que nos recuerdan el bautismo, agua, palmas, olivos, rosarios, velas.

En este momento se muestra la iglesia doméstica por las redes sociales, el hogar como templo visible donde vivimos cotidianamente la fe en familia.

Oración en familia
Oración en familia

Esta situación, nos lleva a confirmar que la Palabra de Dios, las imágenes y los símbolos, son medios eficaces que tiene la iglesia para transmitir los misterios de su fe desde sus inicios.

Podemos decir entonces, que el Covid 19 deja visible lo invisible, la fe de la iglesia doméstica vivida en lo ordinario. Nos pone a reflexionar en la presencia del Señor en la Palabra, en la imagen, en los símbolos como el agua y nuestra capacidad como bautizados de vivir en plenitud esa unión profunda con el Señor y con María

Hoy estamos “perseguidos, y amenazados por un virus”, los primeros cristianos vivieron la experiencia de ser perseguidos por el imperio Romano. En las catacumbas de Santa Priscila se encuentra el primer icono de María. Esto nos muestra que nosotros necesitamos de la imagen, para tocar, sentir, ver. Experimentar la compañía, como cuando estamos lejos de nuestra familia y llevamos una foto de nuestros padres, hijos, esposo. El cuadro, la imagen, es siempre actual y actuante, es decir que refleja la imagen de una persona viva en Dios. El poder de la imagen, lo da quien lo representa. Por lo cual el altar doméstico adquiere un sentido muy importante para celebrar la fe junto a la familia. Y si hay miembros de nuestra familia que no desean orar, y son indiferentes, la imagen, la Palabra y los símbolos, permanecen allí, dispuestos a revelar el misterio que contienen.

En esta Semana Santa, estamos invitados a abrir nuestro templo interior para celebrar la pascua del Dios de la Vida. A pesar de la amenaza de la pandemia, nuestra fe se fortalece, como dice el Papa Francisco en Evangelii Gaudium 278 : “La fe es también creerle a Él, creer que es verdad que nos ama, que vive, que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad. Es creer que Él marcha victorioso en la historia « en unión con los suyos, los llamados, los elegidos y los fieles » (Ap 17,14).

Las experiencias personales vividas en soledad o en familia están renovando a la Iglesia. Es la hora de “los verdaderos adoradores que adoran al Padre en espíritu y en verdad” (cf. Juan 4, 23). Cuando podamos celebrar en comunidad, será con una fe fortalecida que ha sido acrisolada en este momento de soledad; con un amor que ha sido sanado del dolor por la partida de tantos hermanos y hermanas a la eternidad. Y con la esperanza de que seamos más humanos, más solidarios y cuidadosos nuestro templo interior y de nuestra casa común.

Oración en familia
Oración en familia

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