Los personajes de Velázquez se echan a la calle Las "Meninas" también van a misa

Las "Meninas" se echan a la calle
Las "Meninas" se echan a la calle

"Las Meninas de Velázquez han decidido abandonar las regias estancias del madrileño Museo del Prado y echarse a la calle para dialogar más de cerca, y democráticamente, con el personal que las puebla"

"La idea ha sido, y es, ciertamente original, educativa y hasta sublime. Provechosa para ellas mismas -la 'Meninas'- para el arte y para contertulios y amigos"

"Comenzó ya el cabildeo de qué acontecerá cuando los 'meninos' responsables del éxodo de los personajes velazqueños decidan abrirles las puertas y facilitarles el acceso al ámbito de lo religioso"

"Contando con que más pronto que tarde, las 'Meninas irán también a misa', no solo en Madrid, sino en multitud de lugares, me apresto a subrayar consideraciones como estas"

Cansadas -hartas- las Meninas de don Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, pintor de Cámara y maestro de la pintura universal, de ser contempladas y obsequiadas con todos los piropos artísticos y en los infinitos idiomas del mundo, han decidido abandonar las regias estancias del madrileño Museo del Prado y echarse a la calle para dialogar más de cerca, y democráticamente, con el personal que las puebla. La idea ha sido, y es, ciertamente original, educativa y hasta sublime. Provechosa para ellas mismas -la “Meninas”- para el arte y para contertulios y amigos.

Pero en no pocos cenáculos clericales y adjuntos comenzó ya el cabildeo de qué acontecerá cuando los “meninos” responsables del éxodo de los personajes velazqueños decidan abrirles las puertas y facilitarles el acceso al ámbito de lo religioso, del que parecen ser dueños a perpetuidad, “por la gracia de Dios”, porque sí, y ya está.

Esto no obstante y contando con que más pronto que tarde, las “Meninas irán también a misa”, no solo en Madrid, sino en multitud de lugares, me apresto a subrayar consideraciones como estas:

La Iglesia está falta de humor. Humor complaciente, misericordioso y alegre. Humor-humor. A la Iglesia, a la nuestra, le sobran tristezas. Lo de que “un santo triste es un triste santo”, de la santa de Ávila, está de más en la Iglesia y sus aledaños. El humor, hermano de la poesía, tuvo que ausentarse de la Iglesia y de sus prédicas y hasta pretendieron tacharlo del santo Evangelio. El humor fue convertido y anatematizado como una deshonra, en la mente, valoración y comportamiento de la mayoría de los curas y obispos.

Y es que a estos-unos y otros- les faltan trajes -vestidos- de “meninas”. Y paseos callejeros. A quienes estén en desacuerdo con estas, o similares, aseveraciones, les bastaría con recordar tantas procesiones y actos de culto, que son las que de verdad y con el Evangelio en la mano, desdicen de la Iglesia, hasta su desacralización, en inúmeras ocasiones.

Imágenes de santos trajeados de “meninas”, con mención devotamente ejemplar para san Isidro Labrador, Pedro y Pablo, Josémaría, Juan Pablo I, y Vírgenes en su diversidad de advocaciones, contribuyen a dar testimonio de vida, tanto o más ejemplarizante que los que ofrecen en la actualidad desde sus carrozas, retablos, tumbas y altares.

En la actualidad hay y se organizan procesiones, -“personas que caminan lentamente y de forma solemne y ordenada”-, que jamás podrán ser santas. Son exhibiciones de autoridad y riquezas. Más que fieles signos y expresiones de devoción, culto y reverencia, los hábitos de hermanos y cofrades no siempre predican humildad, humanidad y servicio, sino todo lo contrario.

"Todo un Cardenal de la Iglesia romana, ornamentado litúrgicamente y como 'Príncipe de sangre real', escandaliza más al personal, que simplemente revestido de 'menino' o 'menina' velazqueños"

En la lejanísima e inculta suposición de que algunos siguieran pensando en la “acreditada” religiosidad de todos y cada uno de los ornamentos “sagrados”, habría que proclamar que, por ejemplo, una mitra, un báculo y hasta determinadas cruces, son y hasta pueden y deben presentarse como acatólicos y aún paganos, incomparablemente más que los trajeados de “meninas”. Todo un Cardenal de la Iglesia romana, ornamentado litúrgicamente y como “Príncipe de sangre real”, escandaliza más al personal, que simplemente revestido de “menino” o “menina” velazqueños.

Así trajeadas y trajeados, a hombres y a mujeres, se les facilitaría, por igual, la posibilidad y obligación de proclamar el evangelio en la vida pública, sin privarles de hacerlo en los recintos llamados “sagrados”, como si no fueran tanto o más sagradas las calles, las plazas y los lugares de trabajo y estancia habituales por esos pueblos de Dios.

El arte se sacralizó en la Iglesia con todas sus consecuencias, tiempos, expresiones, modos y modas. Aplicarle a un determinado estilo artístico la exclusiva de “sacro”, no es pastoral, ni teológico y menos, sinodal.

"A la discriminación del mujerío en la Iglesia, las “Meninas” de Velázquez, y el correspondiente permiso municipal de su callejeo, es posible que contribuya a terminar de una santa vez con tan odiosa, insensata y pagana injusticia"

La predicación-testimonio de las “meninas” supone ,además, y sobre todo, en misa y en el complejo eclesiástico en general, un paso más que se dará por el tortuoso e irreverente camino que la jerarquía le ha trazado nada menos que “en el nombre de Dios” al colectivo de las mujeres por el solo y dramático hecho de serlo.

A la discriminación del mujerío en la Iglesia, las “Meninas” de Velázquez, y el correspondiente permiso municipal de su callejeo, es posible que contribuya a terminar de una santa vez con tan odiosa, insensata y pagana injusticia.

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