Josep Miquel Bausset Misas en árabe y en chino pero no en valenciano
(Josep Miquel Bausset).- Este año la solemnidad de Pentecostés, con la manifestación del don de lenguas, se adelantó en València, ya que la celebración de una misa en árabe nos evocó ese primer Pentecostés, con la diversidad de lenguas, expresión de la universalidad de la Iglesia, donde se manifiesta el Espíritu del Señor Resucitado.
Por eso me alegré, y mucho, cuando el martes 24 de abril por la tarde, las comunidades cristianas de Siria e Iraq que viven en el País Valenciano, celebraron la eucaristía en árabe en la basílica de Nuestra Señora de los Desamparados de València. La misa fue presidida por el presbítero iraquí, Naim Shoshandy, que actualmente estudia en València y en ella participaron cristianos sirios e iraquíes que viven en el País Valenciano.
Cuando leí esta noticia a la web del arzobispado de València me alegré mucho por estas personas que, lejos de sus países, viven su fe a pesar de las dificultades e incluso, en algunos casos, de la persecución. Y es que no hace falta recordar, porqué es bien evidente, que los cristianos del Oriente Medio, desde hace mucho tiempo, son perseguidos por el hecho de ser discípulos de Jesús, ante la vergonzosa indiferencia de Europa, que no hace nada para protegerlos.
Es muy hermoso que en la basílica de la Virgen de los Desamparados de València se celebrara la Eucaristía en árabe y que se rezara el Padrenuestro en arameo, la misma lengua que hablaba Jesús con María y con José y con los apóstoles o con María Magdalena. Porqué Jesús no hablaba la lengua del imperio, el latín, ni tampoco la lengua de la cultura predominante, el griego, sino la lengua de su pueblo, el arameo.
También es hermoso (y ecuménico) el gesto del arzobispado de València, que ha cedido a los cristianos orientales católicos y ortodoxos de Siria, Líbano, Egipto e Irak que viven entre nosotros, la iglesia de San Pablo, en Benimaclet, para que de esta manera puedan celebrar la liturgia en árabe.
El cardenal Cañizares, en la nueva parroquia árabe de Valencia
También los cristianos de origen chino que viven en València pueden celebrar la Eucaristía en su lengua, en la parroquia de San Valero, cómo es normal. Con todo, los cristianos valencianos que también queremos celebrar nuestra fe en la lengua de Sant Vicent Ferrer, todavía no podemos hacerlo con normalidad, debido a la indiferencia (cuando no al desprecio) de los obispos y de los presbíteros valencianos a nuestra lengua.
En nuestro camino pascual, hoy solemnidad de Pentecostés, celebramos la manifestación del Espíritu Santo en el don de lenguas. Y aunque parezca mentira y después de veinte siglos del primer Pentecostés, la Iglesia Valenciana continua excluyendo el valenciano de la celebración de la Eucaristía y de los otros sacramentos, así como de los estudios en los Seminarios.
Es muy triste que nuestra fe no la podamos expresar en valenciano, por el hecho que no tenemos el Misal Romano traducido a nuestra lengua, ni haya ningún interés en hacerlo. Es muy triste que los cristianos valencianoparlantes no podamos celebrar nuestra fe en la lengua propia del País Valenciano (reconocida así en l'Estatut d'Autonomia) cómo sí lo pueden hacer los cristianos de origen chino o los árabes que viven entre nosotros y que pueden celebrar la Eucaristía en chino o en árabe.
Hace falta recordar, para más "inri", que la Asamblea Diocesana de València, reunida (y presidida por el arzobispo Antonio Cañizares) en la catedral en octubre de 2016, aprobó la resolución 107 que dice: "Fomentar el uso del valenciano en la liturgia, como cauce de evangelización enraizado en nuestra cultura, promoviendo la edición de los libros litúrgicos en valenciano". Y todavía no hay ninguna traducción ni ningún interés por hacerla.
Hace 50 años, en un número de la revista Serra d'Or, el periodista J. J. Pérez Benlloch tuvo una conversación larga con el presbítero valenciano mossèn Antoni Sanchis, de Alberic. Mossèn Antoni decía: "La clerecía valenciana aún no se ha dado cuenta del valor pastoral de la lengua vernácula. A pesar de eso, se ha hecho camino. Yo recuerdo que después de la guerra, en el Seminario, era duramente castigado el hecho de hablar valenciano". Y mossèn Antoni añadía aún: "Tenemos el derecho que los obispos, presbíteros y diáconos sepan bien el valenciano, la lengua propia de la tierra. Tenemos derecho a una evangelización y a una catequesis en valenciano y la liturgia también. A sentir la predicación en la misma lengua de Sant Vicent Ferrer, no un día al año sino siempre".
Ante la excusa sempiterna de la jerarquía valenciana para no utilizar nuestra lengua, y que queda reflejada en la pregunta sobre qué valenciano se ha de utilizar (cosa que no hacen con el castellano, que se utiliza el normativo), mossèn Antoni no podía ser más claro cuando decía: "La pseudodiscusión valenciano/catalán no es más que una estratagema para continuar con una Iglesia castellanizada. Pedimos a las parroquias más valenciano. Sed valientes y no renunciéis a vuestros derechos".
Qué suerte tendríamos si tuviésemos obispos con la sensibilidad por nuestra lengua cómo la tuvo mossèn Antoni Sanchis. Y con todo, 50 años después de estas declaraciones, nuestra lengua aún no ha entrado en la Iglesia Valenciana.
Bandera valenciana