"Los dos han pasado por noches oscuras y viven integrando contrarios" Monseñor Berzosa: "Estamos en una Iglesia de los dos 'Franciscos reformadores'"

Papa y cruz de San Damiano
Papa y cruz de San Damiano

"La Iglesia, en sus hijos, siempre estará en proceso de conversión; y en sus estructuras, en proceso de reforma constante para dejar traslucir su mejor y mayor tesoro: la presencia del Resucitado"

"Los dos practican las virtudes de la paciencia y de la misericordia. Creen más en los 'procesos' que en los 'eventos y espacios' de dominación"

"Los dos, cada cual en su tiempo, hacen posible el deseo del Vaticano II: romper el aislamiento de la Iglesia para que esté en medio del pueblo y sirva al pueblo"

"Los dos, predican con la vida y con el ejemplo, y, luego, si hace falta, con la palabra"

Hoy, estamos en una Iglesia de “Franciscos” (el de Asís y el actual Papa). Los dos, providencialmente dispuestos a “reformar” la Iglesia: el primero, “il poverello”, en las primeras puertas del segundo milenio, con una reforma desde “la base”. El segundo, Bergoglio, en las primeras puertas del tercer milenio, con una reforma eclesial “desde la cumbre”. ¿En qué se parecen? – Lo resumiremos, primero, en forma de “flashes” o titulares, quasi periodísticos, y, en un segundo momento, en forma de decálogo.

1.- Dos franciscos reformistas, en diez titulares…

No hay mejor manera de describir las principales reformas de los dos Franciscos, que mirando el crucifijo ante el cual rezó el de Asís. ¿Qué descubrimos en él?... Un Jesucristo con cara apacible, rodeado de todos aquellos que formamos la Iglesia, como Pueblo de Dios. ¿Qué nos está transmitiendo?... Todo un programa de vida auténtica y de reforma profunda.

Cruz de San Damiano

Porque la Iglesia, en sus hijos, siempre estará en proceso de conversión; y en sus estructuras, en proceso de reforma constante para dejar traslucir su mejor y mayor tesoro: la presencia del Resucitado. Y, en Él, del Misterio Trinitario. He aquí, en titulares, las diez reformas de los dos Franciscos, que marcan el segundo y tercer milenio de la Iglesia:

1.- Los dos viven en pobreza y en opción preferencial por los más pobres.

2.- Los dos viven integrando contrarios: viven en salud y en enfermedad; en soledad y en compañía: en consolación y en desolación; en contemplación y en acción…

3.- Los dos han pasado por noches oscuras, personales del espíritu y de “incomprensión social”.

4.- Los dos se dejan sorprender por su Señor y por los hermanos de camino.

5.- Los dos no se encuadran en planes y proyectos cerrados de vida ni de gobierno. Viven discerniendo lo que la Providencia les va deparando en cada momento.

Asís y la cruz

6.- Los dos practican las virtudes de la paciencia y de la misericordia. Creen más en los “procesos” que en los “eventos y espacios” de dominación.

7.- Los dos trabajan no sólo en el centro, sino en las periferias de la fe, en las periferias existenciales, y en las periferias geográficas. Con creyentes y no creyentes.

8.- Los dos potencian comunidades creyentes y la fraternidad universal.

9.- Los dos se sienten libres ante los poderosos de este mundo.

10.- Los dos aman lo creado y la casa común, desde una ecología integral.

Franciscos

2.- Dos Franciscos encuadrados en un decálogo…

Ampliando los titulares anteriores, y profundizando en otros, redescubrimos las analogías de ambos Franciscos, en las siguientes claves:

1.- Los dos son “revolucionarios” desde el Espíritu; no desde lo social-político. Los dos, sintieron la misma llamada: “Reconstruye mi Iglesia que amenaza ruina”, escuchó el poverello de Asís…“Me he encontrado una Iglesia como un campo de batalla: llena de heridos”, afirmó el Papa Francisco.

2.- Los dos, vuelven a hablar de lo esencial: de la vuelta al Evangelio y de la fe en la Providencia para “vivir como si Dios existiera en verdad”… y para “experimentar el Arte de Vivir auténtico como vivió nuestro Señor Jesucristo.

Franciscos

3.- Los dos, enamorados de Jesucristo: creen en una Persona; no en algo. “¿Qué quieres, Señor, de mí; qué puedo hacer por ti?”, preguntará Francisco de Asís. “Cuando vengan a Roma no griten “Francisco, Francisco”, sino “Jesucristo, Jesucristo”, dirá el Papa Francisco. Esto conlleva vivir como discípulos, como misioneros y como configurados con Cristo; no sólo seguimiento, sino identificación con Él: ser otros “Cristos” vivientes que transmitan Vida (Gal 2).

3.- Los dos, viven la pobreza, en un triple sentido: “llenos de Dios, configurados con Jesucristo pobre y su Evangelio, y solidarios fraternalmente”. Es consecuencia de haber encontrado la “perla del Evangelio”, el tesoro existencial, por lo que se deja todo. Por eso, entendieron que los pobres, contemplados desde Cristo, no serán nunca “manipulados” sino tratados con la dignidad que merecen y a quienes se debe no sólo dar pan, techo o cobijo sino predicar la esperanza y el sentido a la vida.

4.- Los dos, se saben criaturas, hijos de Dios y la misma carne de Jesucristo; a veces, carne llagada y herida. Es la espiritualidad de la encarnación, del “realismo”, de hacer de este mundo “otro”; no “otro mundo”: y es la necesidad de fomentar el misterio de la Eucaristía, la devoción de los belenes, el amor “palpable” a los pobres, la devoción a la Virgen (la anawin, la pobre de Yahvé) y a los santos.

Franciscos

5.- Los dos, viven la alegría y la esperanza profundas, desde el “octavo día”, desde el día cristiano de la resurrección. Es la experiencia de sentirnos peregrinos y mendicantes, sin “ser mundanos”, como repetirá el Papa Francisco; o el, “toma, padre, hasta mi ropa; tengo otro Padre: el del cielo”, como lo vivió el pobrecito de Asís.

6.- Los dos, cada cual en su tiempo, hacen posible el deseo del Vaticano II: romper el aislamiento de la Iglesia para que esté en medio del pueblo y sirva al pueblo. Y, sus pastores y evangelizadores, unas veces caminen delante del rebaño, otras en medio y, otras, detrás. Y siempre oliendo, al mismo tiempo, a oveja y al Pastor (“el pastor huele a lo que huele Dios”, dirá San Juan de Avila).

8.- Los dos, insisten en la verdadera conversión personal para reformar la Iglesia y la sociedad: comporta salir de nosotros, el no ser “autorreferenciales”, dirá el Papa Francisco, para poner siempre en primer lugar a Jesucristo y, en todo, poder servir al Señor, a su Iglesia y a los hermanos.

Franciscos

9.- Los dos, predican con la vida y con el ejemplo, y, luego, si hace falta, con la palabra. Comporta “cruz, lágrimas y sangre” y “vencer y besar hasta los miedos”, como cuando San Francisco besó al leproso o el Papa Francisco no teme un atentado hacia su persona.

10.- Los dos, potencian “nuevas fraternidades”: donde seamos, unos para otros, esposos fecundados por el Espíritu Santo, madres que nos ayudemos a dar a luz a Cristo y hermanos para vivir el mismo Evangelio; donde siempre veamos lo positivo de la vida y de los demás; donde se experimente la paz y la reconciliación y “no seamos rivales ni contrincantes”; donde se experimente una fraternidad universal desde la familia de fe y no sólo de sangre; donde irradiemos amor a todas las criaturas; y donde no nos “matemos con las críticas y con la mala lengua”.

Francisco

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