El vicepresidente de la Conferencia chilena ve con esperanza el futuro de la Iglesia y de su país Monseñor Chomali: "Las oficinas de denuncias de abusos a la largo y ancho de Chile dejan claro que la tolerancia cero es un hecho en nuestra Iglesia"

Fernando Chomali
Fernando Chomali

"Veo mi elección como vicepresidente como un signo de confianza. Espero responder a sus expectativas. Me conocen desde hace 15 años"

"Dentro de la Iglesia chilena, el trabajo decidido para terminar con el flagelo de los abusos de todo orden está dando sus frutos"

"Lo que me hace llorar de alegría es ver a la Iglesia en medio de la pandemia como 'un gran comedor'"

"La patria grande llegará cuando terminemos con la corrupción que nos acecha día a día, tengamos todos un proyecto común centrado en la dignidad de la persona y no en el tener y nos reconozcamos como hermanos"

"El Papa con sus palabras y sus gestos comenzó una reforma en el corazón de muchos católicos. De eso soy testigo… La reforma ya partió porque llegó al Pueblo de Dios que quieren vivir con fuerza su bautismo y su pertenencia a la Iglesia"

Fernando Natalio Chomali Garib (Santiago de Chile, 10 de marzo de 1957), arzobispo de Concepción y gran canciller de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, fue elegido vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Chile en la última Asamblea Plenaria Extraordinaria del episcopado, la 123. Dialogante y solidario, ve su designación como una señal de confianza y espera responder a las expectivas puestas en él: "Espero ser un aporte a la Iglesia en Chile y a la sociedad. Llego en momentos muy complejos desde todo punto de vista y le he pedido a Dios sabiduría, humildad y sobre todo valentía".

Chile no ha olvidado aún el escándalo de abusos que hizo dimitir al pleno de obispos y sabe que falta tiempo para recobrar la confianza de la gente en este sentido porque "hay muchas personas heridas en el camino". Pero, asegura, "el trabajo decidido para terminar con el flagelo de los abusos de todo orden está dando sus frutos. La tolerancia cero está en el decálogo de la nueva era que estamos viviendo".

Una nueva era de la Iglesia universal con piedras en el camino, como el decreto de Francisco respecto a la misa en latín, tan criticado por el sector tradicional, y que la Iglesia chilena apoya aunque ese no es el problema en Chile, sino "la falta de sacerdotes, la escasez de vocaciones al sacerdocio, la vida consagrada y la vida matrimonial".

Dimisión obispos de Chile

Respecto a la situación política que atraviesa el país, se muestra esperanzado con la Convención constitucional: "La patria grande llegará cuando terminemos con la corrupción que nos acecha día a día, tengamos todos un proyecto común centrado en la dignidad de la persona y no en el tener y nos reconozcamos como hermanos".

Preguntado por lo que le hace reír y lo que le hace llorar de alegría, lo tiene claro: "Lo que me hace llorar de alegría es ver a la Iglesia en medio de la pandemia como un gran comedor. ¡Ha sido impresionante ver con mis propios ojos como se cumple el 'tuve hambre y me diste de comer'", contesta el arzobispo célebre por su compromiso con las más vulnerables y admirador de Francisco: "Nadie puede quedar indiferente a su anhelo de una Iglesia pobre para los pobres, servidora, sencilla y muy centrada en Jesucristo". El cielo de la Iglesia chilena se despeja.

-Su elección a la vicepresidencia es, sin duda, un espaldarazo de sus compañeros obispos, ¿verdad?

-Lo veo como un signo de confianza. Espero responder a sus expectativas. Me conocen desde hace 15 años. Algunos obispos jóvenes fueron alumnos míos en el Seminario y en la facultad de teología. Saben de mis debilidades, pero también de mi gran pasión por evangelizar la cultura y por mostrar la misericordia de Dios a través de obras concretas en favor de los más desfavorecidos de la sociedad, ampliamente valoradas por creyentes y no creyentes. Espero ser un aporte a la Iglesia en Chile y a la sociedad. Llego en momentos muy complejos desde todo punto de vista y le he pedido a Dios sabiduría, humildad y sobre todo valentía.

Fernando Chomali inaugura una residencia sanitaria para personas con COVID-19 en situación de calle
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-¿Quedaron atrás los tiempos penosos de la dimisión episcopal colectiva chilena?

-Por supuesto que no. Lo que el Papa nos dijo, lo que nos escribió, lo que le dijo al Pueblo de Dios acerca de la Iglesia de Chile no se olvida de un día para otro. Su meridiana claridad para decirnos lo que él percibe respecto del episcopado chileno, después de conocer nuestra realidad, es fuente de meditación, de constante reflexión y profundo proceso de discernimiento que sigue muy vivo. Pero sobre todo de humildad para emprender el rumbo correcto. En ese sentido, el trabajo decidido para terminar con el flagelo de los abusos de todo orden está dando sus frutos y espera recobrar la confianza perdida a través de hechos concretos, la única manera.

-¿Poco a poco, la jerarquía chilena recobra credibilidad eclesiástica y social?

-Es muy temprano para hacer un análisis de esa índole. Sin embargo es interesante saber que los párrocos son personas muy valoradas en sus comunidades, los obispos también en sus diócesis, debido a que en ese ambiente se conoce y reconoce el aporte concreto e insustituible que la Iglesia realiza en la sociedad. Es la institución -como un todo- la que está en jaque entendida desde el punto de vista sociológico. Sin embargo, es lógico reconocer que es muy comprensible que no tenga credibilidad después de conocerse los abusos perpetrados por algunos de sus miembros.

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Tenemos confianza que con las acciones que estamos tomando para que volvamos a nuestra raíz, el Evangelio, sumado a un claro y decidido nunca más a los abusos al interior de la Iglesia y un programa de justicia y reparación adecuados, podremos volver a generar confianza. El mensaje de Jesucristo sigue vigente y no podemos renunciar a él, porque es la sabia desde donde brota la vida de la Iglesia.

-¿La muerte de Karadima puede ser un símbolo de que la plaga de los abusos en la Iglesia de Chile queda atrás y la tolerancia cero es real y efectiva?

-La muerte de Karadima tuvo mucha cobertura mediática porque su figura representa la negación misma de lo que se espera de un sacerdote y porque el daño hecho es inmenso. El decidido trabajo al interior de los seminarios, tener un seguimiento más claro respecto de la vida al interior de las comunidades y protocolos de ambientes sanos mejores y constantemente evaluados, permitirá a la Iglesia dejar atrás un episodio de su vida nefasto que encontró en Karadima su máxima expresión. Para ello falta mucho tiempo, porque hay muchas personas heridas en el camino. La tolerancia cero está en el decálogo de la nueva era que estamos viviendo. El tener oficinas de denuncias a la largo y ancho de Chile dan prueba de aquello.

-¿La Convención nacional es un hito esperanzador para Chile?

-Sentar en torno a una mesa a personas tan diversas elegidas democráticamente puede ayudar a generar una Constitución que nos ayude a construir una sociedad más equitativa, donde se respete al ser humano siempre y bajo todas las condiciones, y permita que cada persona pueda desarrollar sus destrezas, talentos y habilidades que Dios le ha regalado y los pueda poner al servicio de la comunidad. La Convención constitucional puede permitir sacar lo mejor que tenemos en aras del bien común y una auténtica democracia, así como generar un ambiente en que los derechos y los deberes vayan de la mano. Ello da esperanza, pero el camino por recorrer es arduo. Chile es un país herido que requiere mucho tiempo y trabajo para sanarse. La Convención es un paso en ese proceso.

-¿Qué le hace llorar y que le alegra de su país?

-Me hace llorar que el episodio de Lázaro y Epulón sigue presente en la sociedad chilena. Son muchos los chilenos que comen las sobras. A este grupo se han integrado los migrantes cuyo trato ha sido deplorable por parte de la sociedad y del Estado. Me alegra ver una Iglesia activa, propositiva, que en nombre del Señor entrega lo mejor de Sí para que el Reino de Dios se haga presente, aunque sea como semilla. Lo que me hace llorar de alegría es ver a la Iglesia en medio de la pandemia como un gran comedor. ¡Ha sido impresionante ver con mis propios ojos como se cumple el “tuve hambre y me diste de comer”.

-¿Los obispos latinoamericanos van a escuchar realmente al pueblo de Dios de cara a la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe?

-Espero que así sea. En la Iglesia de Chile estamos dando lo mejor para que la asamblea eclesial abarque a muchas personas. Es el tiempo de reconocernos como Pueblo de Dios y ver en el ministerio episcopal y sacerdotal un servicio a la comunidad que tiene mucho que decir y aportar desde su carisma laical.

-¿Para cuándo el sueño incumplido de la Patria Grande?

-La patria grande llegará cuando terminemos con la corrupción que nos acecha día a día, tengamos todos un proyecto común centrado en la dignidad de la persona y no en el tener y nos reconozcamos como hermanos.

La tarea evangelizadora desde ese punto de vista es una aliada dado que nos invita a reconocernos como hijos de un mismo Padre y hermanos en Cristo. Ello implica pasar de un modelo económico centrado en la competencia, el consumo y la depredación del medio ambiente con fuerte concentración de la riqueza a un modelo más centrado en la persona, la fraternidad y la solidaridad.

Chile da comienzo a la redacción de la nueva Constitución
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-¿Qué opina del reciente decreto sobre la misa tradicional del Papa? ¿Qué va a hacer en su archidiócesis?

-El Papa como sucesor de Pedro tiene una visión amplia de la vida de la Iglesia y, movido por el Espíritu, ha visto que los tiempos de Dios y de la Iglesia van en la línea del Concilio Vaticano II. Lo apoyamos. En la Arquidiócesis no tenemos esa situación. Nuestro problema es la escasez de sacerdotes para servir al Pueblo de Dios y la escasez de vocaciones al sacerdocio, la vida consagrada y la vida matrimonial.

-¿Espera que Francisco, superado su problema de colón, dé el impulso definitivo a las reformas de la Iglesia?

El Papa con sus palabras y sus gestos comenzó una reforma en el corazón de muchos católicos. De eso soy testigo. Nadie puede quedar indiferente a su anhelo de una Iglesia pobre para los pobres, servidora, sencilla y muy centrada en Jesucristo. La reforma ya partió porque llegó al Pueblo de Dios que quieren vivir con fuerza su bautismo y su pertenencia a la Iglesia. La alegría del Evangelio, la fraternidad universal, el cántico al Dios Creador y la vocación fundamental a amar y ser amado, llegó para quedarse como el gran anuncio - y por lejos el mejor - al mundo.

Papa Francisco
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