Evangelio versus 'Camino': el Opus Dei, en entredicho Monseñor Escrivá no llegó a Obispo

Escrivá de Balaguer
Escrivá de Balaguer

"Monseñor Escrivá no llegó a obispo, por lo que el sentido, contenido y significado del titular de esta reflexión- sugerencia habrá de estar necesariamente envuelto entre los pliegues -dobleces- de misteriosos y ricos -muy ricos- ornamentos que se dicen sagrados"

"No llegó a obispo, pero se equiparó con la mayoría de los Pontífices Romanos que enmarcaron su vida. Sí lo fue su sucesor en el cargo, Mons. Álvaro Portillo, ya beatificado … es posible que algunos invoquen como favorecedor de causas económicamente maltrechas"

"Está de más insistir en que la selección y el nombramiento de obispos demanda con urgencia santa, y profundidad teológica y pastoral, una certera renovación y reforma en su planteamiento"

"Nos sobra, de modo especial e irreverente cuanto la selección de los episcopables la inspiró y la sigue inspirando el conservadurismo y el 'así fue y se hizo toda la vida', siempre alertando y 'protegiendo' el cortijo eclesiástico en esta vida y en la otra, con los anatemas, las excomuniones, los “baculazos”, los AMÉN y 'sea lo que Dios quiera'"

Tal y como refiere la historia eclesiástica, Mons. Escrivá no llegó a obispo, por lo que el sentido, contenido y significado del titular de esta reflexión- sugerencia habrá de estar necesariamente envuelto entre los pliegues -dobleces- de misteriosos y ricos -muy ricos- ornamentos que se dicen sagrados.

Y la noticia-noticia está en gran parte en el hecho de que, con todos los requisitos concordatarios a favor del candidato del Régimen en las diversas ternas de episcopables que este le presentara a la Curia Romana, jamás en ella se le abrieron las puertas canónicas de las diócesis de cuyas sedes hubiera algún día “tomado posesión”. De entre las mismas parece haber constancia de las de Vitoria, La Rioja, Madrid-Alcalá y la del Arzobispado Castrense. Para todas ellas y en los fervorosos tiempos de indisolubilidades matrimoniales entre Gobernadores Civiles y Obispos, el Espíritu Santo escatimó su último y decisivo “placet” y Mons. Escrivá se dedicó de por vida a la organización de su “Obra” con el título oficial de “Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei”.

No llegó a obispo, pero se equiparó con la mayoría de los Pontífices Romanos que enmarcaron su vida. Sí lo fue su sucesor en el cargo, Mons. Álvaro Portillo, ya beatificado y que, si el tiempo y las circunstancias lo permiten, también llegará a subir hasta el máximo el honor de los altares, con la sagrada connotación de santo canonizado cuyo nombre es posible que algunos invoquen como favorecedor de causas económicamente maltrechas, o en grave e inminente peligro de llegar a estarlo.

Está de más insistiren que la selección y el nombramiento de obispos demanda con urgencia santa, y profundidad teológica y pastoral, una certera renovación y reforma en su planteamiento, con predilecta mención para la intervención del pueblo-pueblo de Dios, al igual que con la estricta eliminación semi dogmática de que a la mujer, por mujer, se les abran de par en par las puertas, con igualdad de derechos y deberes que les están abiertas al hombre por su condición de varón.

Con las nuevas medidas tomadas ya, y aún por tomar, por el papa Francisco en relación con el Opus, al menos resulta ya factible y publicable que no siempre tengan estas que seguir escribiéndose solo con todas las letras mayúsculas de CAMINO y no con las del EVANGELIO.

La concesión del título y de la misión de obispo, solo o fundamentalmente como recompensa o premio por servicios prestados o como remuneración y estímulo por los que han de prestarse en circunstancias concretas, motiva y acrecienta la discusión acerca de si a todos ellos, por obispos, podría aplicárseles la condición de “Sucesores de los Apóstoles”. Con todo respeto y vistos y estudiados los porqués fueron designados la mayoría de nuestros obispos, no es difícil concluir que de “Sucesores de los Apóstoles, poco o nada de nada. Ruboriza estudiar la historia de los episcopologios habidos y por haber, a la luz de la Teología, de la Pastoral y de los criterios que primaron en otros colectivos.

Obispos

Ante tal perspectiva renovadora, ya irreversible “franciscanamente”, por la gracia de Dios, por así exigirlo la Iglesia para no dejar de ejercer como tal, ¿cuál es el comportamiento catequístico de los medios “oficiales” de comunicación social patrocinados por la Iglesia en sus más altas y coloridas instancias jerárquicas?

Mons. Escrivá no llegó a obispo. Con el diocesano tenemos bastante. En frecuentes ocasiones, hasta nos sobra, de modo especial e irreverente cuanto la selección de los episcopables la inspiró y la sigue inspirando el conservadurismo y el “así fue y se hizo toda la vida”, siempre alertando y “protegiendo” el cortijo eclesiástico en esta vida y en la otra, con los anatemas, las excomuniones, los “baculazos”, los AMÉN y “sea lo que Dios quiera”.

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