"Jesús apostó fuerte por las mujeres. ¿A la Iglesia le da miedo apostar fuerte por ellas?" Mujeres e Iglesia: Evangelio sine glosa

Mujeres e Iglesia
Mujeres e Iglesia

"No creo que la solución a todo este esté jaleo sólo esté en los motivos teológicos: hay un camino más seguro y firme. Hay un camino tan básico que a base de escucharlo tanto se nos olvida: el propio Evangelio"

En pleno Adviento hemos recibido la resolución de la Comisión establecida para el estudio del diaconado de la mujer en la Iglesia. Unos y otros, unas y otras van expresando su aceptación o no de la decisión definitiva. Lo que quiero compartir lo hago desde un lugar absolutamente poco relevante y al margen de argumentos “teológicos” a favor o en contra. Tranquilos, que no soy teólogo, ni quiero serlo. No creo que la solución a todo este esté jaleo sólo esté en los motivos teológicos: hay un camino más seguro y firme. Hay un camino tan básico que a base de escucharlo tanto se nos olvida: el propio Evangelio.

Creemos. Crecemos. Contigo

Como católico de a pie observo cómo en medio de una Iglesia dividida y polarizada hay algunos que apuntan a que estamos viviendo las consecuencias de un pontificado anterior en el que, al romper ciertas tendencias e inercias con decisiones arriesgadas, se han iniciado reformas que han llevado a levantar ciertas ampollas y a pisar ciertos callos de peso en la Iglesia. Al papa Francisco se le ha acusado de todo y se le ha puesto de vuelta y media, rezando algunos, incluso por su muerte.

Bartolomé y León saluda a los fieles
Bartolomé y León saluda a los fieles Vatican Media

Ahora para cuidar la comunión que tanto se desea (y que indudablemente es importante) este pontificado va dando una de cal y otra de arena. Recuerdo el hecho de que el papa León no impidiera la peregrinación de los cristianos de orientaciones diversas en el contexto del año santo (ante el inmenso cabreo de los grupos más conservadores), como también recuerdo la celebración de la misa tradicional en el altar de la Cátedra en san Pedro. Una de cal y otra de arena. Después la nota de Doctrina de la fe sobre el título mariano de corredentora (que de nuevo levantó olas en ciertos sectores), ahora nos llega la resolución de la Comisión para el estudio del diaconado femenino, pero justo antes el documento Una caro…y después… veremos qué.

El otro día el predicador de la Casa Pontificia, el padre Roberto Pasolini (O.F.M.) recordaba al inicio de su intervención en la meditación del adviento al Cristo escatológico que viene sobre las nubes del cielo en la imagen de un típico Pantocrator románico. El Cristo glorioso que viene a juzgar trae en sus manos, en palabras del padre Roberto Pasolini, el Evangelio. Hasta ahí lo afirmado por el predicador de la casa Pontificia. A esto se puede añadir la observación de que no trae en sus manos ni el Código de Derecho Canónico, ni la Summa Theologica, ni un buen manual de Tradición y documentos pontificios… trae el Evangelio. Y el Evangelio es como el algodón, no engaña…

Está claro que León XIV no se casa con nadie, lo cual me gusta. Está claro que en su primera entrevista dejó claro que hay que enfatizar lo que une y no lo que separa y eso es fundamental en este momento. Por supuesto que hay actitudes en la Iglesia que destruyen y otras que construyen

Está claro que León XIV no se casa con nadie, lo cual me gusta. Está claro que en su primera entrevista dejó claro que hay que enfatizar lo que une y no lo que separa y eso es fundamental en este momento. Por supuesto que hay actitudes en la Iglesia que destruyen y otras que construyen.

Tengo claro que Benedicto XVI fue un papa que metió mano a lo que nadie fue capaz de meter mano. Está muy claro que Francisco descentró la Iglesia sacándola hacia afuera e ilusionando a la gente que estaba apartada y a los no creyentes y que insistió en volver a lo fundamental. Y está muy claro que este papa es el que ahora quiere el Espíritu: se trata de ahondar en la reforma de Francisco, pero conservando la unidad: ¿cómo vamos a ser signo hacia afuera de esperanza y cómo vamos a poder evangelizar al mundo si estamos en guerra entre nosotros, en una guerra brutal?

Va a ser difícil contentar a todos porque se puede acabar no contentado a nadie. Pero bueno… si tenemos claro todos que la hoja clara de ruta es el Evangelio, sin glosa, como le gustaba afirmar al papa Francisco, en el evangelio, por ejemplo, aparece muy clara la actitud de Jesús con las mujeres.

Último libro de Christian Gálvez en San Pablo

Hace poco leía el libro de Christian Gálvez Lucas. El evangelio de los invisibles. Lo compré tras escuchar su entrevista en el programa Iglesia al día de la Cope. Si hay algo que me llamó la atención es su forma tan directa y fresca de explicar su descubrimiento del evangelista y del contenido del evangelio. No se enredaba en argumentos teológicos complicados, no veía en el texto original lo que no había haciéndole decir al texto lo que no dice. Su visión del texto sin los ojos de un experto teólogo le hacía reconocer lo evidente. Una visión directa y transmitida desde su vocación de comunicador. Justo lo que el mundo necesita: ir a lo importante, volver, de nuevo, al Evangelio.

Al leer el capítulo dedicado a las mujeres descubrimos una María que anuncia la profecía del Reino que invierte los poderes y que proclama el triunfo de los humildes y de la fidelidad de Dios. Isabel, también actúa como profetisa reconociendo en María la Madre de su Señor, la profetisa Ana que, tras el encuentro en el templo, anuncia la llegada del Mesías, la suegra de Pedro responde a su curación en una hermosa diaconía, sirviendo a Jesús. Lucas, también, dio nombre concreto, salvando su invisibilidad, a las mujeres que acompañaron a Jesús, corriendo el mismo riesgo que los hombres. El episodio de la pecadora que unge los pies de Jesús da pie al Señor a dejar claro que el perdón no se concede como premio a la pureza, sino al amor. Marta y María ejemplifican las dos actitudes de acción y escucha, pero María está a los pies de Jesús, como cualquier discípulo varón: las mujeres no sólo estaban para servir, sino también, para recibir la palabra. La mujer encorvada es llamada Hija de Abraham, curada en sábado. La mujer que busca la moneda perdida es una imagen femenina de Dios, cuya alegría por recuperar un pecador es entrañable y maternal. La viuda persistente es imagen de una fe activa y una oración constante frente a la injusticia. La viuda pobre que deja todo lo que tenía para vivir ejemplifica la esencia del Reino: la entrega gratuita y la misericordia. En el tramo final, cuando los hombres abandonan a Jesús, ellas quedan al pie de la cruz y ellas van a ser las primeras testigos de la Resurrección, aunque las tomarán por locas cuando anuncien la noticia central de todo el mensaje: ha resucitado.

Christian Gálvez insiste, a continuación, en los capítulos dedicados al libro de los Hechos de los Apóstoles. Las mujeres están en el Cenáculo, con María y los apóstoles el día de Pentecostés, la resurrección de Tabita, la hospitalidad y liderazgo de Lidia, primera cristiana de Europa. Priscila que anuncia a Apolo el “camino de Dios”, los carismas de las mujeres en la Iglesia primitiva… Como podemos ver, nada que no sepamos, pero contando desde la lectura fresca y directa del texto. Hay que agradecer a Christian Gálvez esta gran aportación.

Cualquier cristiano de a pie, no dominado por ninguna ideología y sin conocimientos “teológicos especiales”, puede caer en la cuenta de que si en aquella sociedad profundamente patriarcal, machista y hasta misógina el anuncio del Evangelio se abrió paso gracias a las mujeres… en nuestro mundo no sólo no debe de dejar de hacerlo, sino que hacerlo es seguir a Jesús y no hacerlo es seguir las estrategias “prudentes”, “políticamente correctas” y “diplomáticas” del mundo

Cualquier cristiano de a pie, no dominado por ninguna ideología y sin conocimientos “teológicos especiales”, puede caer en la cuenta de que si en aquella sociedad profundamente patriarcal, machista y hasta misógina el anuncio del Evangelio se abrió paso gracias a las mujeres… en nuestro mundo no sólo no debe de dejar de hacerlo, sino que hacerlo es seguir a Jesús y no hacerlo es seguir las estrategias “prudentes”, “políticamente correctas” y “diplomáticas” del mundo. Jesús apostó fuerte por las mujeres. ¿A la Iglesia le da miedo apostar fuerte por ellas? ¿Qué le pasa en estos y otros temas? ¿Olvida que en el Reino definitivo todas estas historias están ya más que superadas? ¿No se dan cuenta de que al anunciar el evangelio glosado provocamos esquizofrenias en los jóvenes que o bien rechazan a la Iglesia o caen en una visión acrítica y negadora de la realidad?

En la Iglesia veneramos a la par los dos apóstoles que mejor materializan institución y profecía: Pedro y Pablo. Pedro escuchó a Pablo en Jerusalén y llegó a un acuerdo con él. Después será duramente reprendido por Pablo cuando no respete lo acordado. Pablo tuvo siempre claro que su encuentro con el Resucitado pasaba por subir a Jerusalén y encontrarse con Pedro. Uno y otro de la mano, uno y otro sufriendo martirio en Roma, uno y otro celebrados en la tradición dando su vida por el Evangelio. Cualquiera que se haya acercado en peregrinación a Roma habrá descubierto esa unión entre los dos apóstoles.

Ojalá ni la prudencia institucional deje de prestar oído a la profecía y a los nuevos caminos que el Espíritu abre, ni la Iglesia que avanza hacia adelante se desespere en sus propuestas, guardando la paciencia. Mientras tanto, miremos al Cristo que viene trayendo en sus manos el Evangelio donde Jesús puso nombre concreto a las mujeres y donde espera que la Iglesia no sólo asigne tareas representativas, sino también “materialice” el servicio y la “diaconía” institucional de las bautizadas.

Mujeres presbíteras católicas hoy
Mujeres presbíteras católicas hoy

Hay un texto de Santa Teresa que es poco conocido. La santa Mística y Doctora de la Iglesia, ante las críticas y las resistencias a su labor fundacional recordaba, adelantándose en siglos a lo que sería la hermenéutica de la sagrada Escritura en el Concilio Vaticano II:

Estando, pocos días después de esto que digo, pensando si tenían razón los que les parecía mal que yo saliese a fundar, y que estaría yo mejor empleándome siempre en oración, entendí: «Mientras se vive, no está la ganancia en procurar gozarme más, sino en hacer mi voluntad». Parecíame a mí que, pues San Pablo dice del encerramiento de las mujeres -que me han dicho poco ha y aun antes lo había oído-, que ésta sería la voluntad de Dios. Díjome: «Diles que no se sigan por sola una parte de la Escritura, que miren otras, y que si podrán por ventura atarme las manos».

Se ve que Santa Teresa entendió bien que una sugerencia del mismo Señor podía reinterpretar perfectamente un texto a la luz de otros y que el Espíritu siempre puede abrir nuevos caminos, aunque algunos lo quieran enjaular. Gracias a esas experiencias internas y a su valentía Teresa hizo lo que Dios le pidió: sine glosa.

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