Juan José Aguirre, desde Bangassou, en otra guerra olvidada "Dios está muriendo de hambre en Gaza"

El domingo pasado, el Papa León XIV describió la situación actual en Gaza como algo "inhumano". Igual de inhumanas son todas las guerras del mundo, empezando con la del Sudán del Norte de la cual se habla muy poco y terminando con lo que estamos viviendo en el este de la diócesis de Bangassou, donde vivo desde hace decenas de años.

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Allí vemos como se utiliza el hambre como arma de guerra mientras que en el este de Bangassou, mercenarios rusos de la Wagner utilizan los caminos llenísimos de barro para no dejar entrar ni salir nadie y matar a una población inerme que se refugia peníblemente en las misiones o huyen al Congo democrático pasando el río Ubangui. Como decía un amigo mío, Dios llora en todas las guerras y donde hay odio visceral hacia la población civil, hay odio visceral hacia Dios.

Curioso que, desde hace unos días, se está hablando mucho de un grupo de niñatos adolescentes, en plena fiebre hormonal, 50 chavales judíos que venían de un campamento pijo, que tuvieron que desembarcar de un avión en Valencia porque empezaron a destruir el material del avión y a mofarse del equipaje.

Curioso que dos empleadas "mercenarias" del lobby judío, (una abogada y una embajadora) acusaran a la compañía aérea de "odio por razones religiosas" porque eran  franceses de origen judío. Da grima oir algo parecido cuando esas mismas cierran el pico por los 50.000 niños, mujeres y ancianos que, por cuestiones de odio, o de revanchismo militar, están siendo matados de hambre, de una forma inhumana en la franja de Gaza.

Dios está muriendo allí en Gaza por odio. No está muriendo en la experiencia de esos 50 adolescentes macarras en Valencia. Está muriendo en manos de militares judíos que hierven de odio hacia los habitantes de la franja de Gaza. No toda la población del estado de Israel estará de acuerdo con tanta barbaridad. He leído que últimamente 44 soldados del ejército de Israel se han suicidado, llevando la perplejidad a sus propios mandos. Pero eso de meter el odio hasta en la sopa...Hombre no! 

Ver la paja ajena y no ver la viga en nuestro ojo... qué rápido caemos en ese error. La congregación de los Misioneros Combonianos acaba de escribir una carta de repulsa por lo que está pasando en Gaza y la indiferencia casi generalizada del mundo, empezando por el gobierno español que no se moja ni en un diluvio sin paraguas ni chubasquero...

Estoy escribiendo todo ésto porque yo también estoy metido en otro fregao aunque de mucha menos intensidad que en Gaza. Y me decía a mi mismo que si no digo nada exploto, que la indiferencia me hace cómplice, que Dios muere de hambre en Gaza.