El cardenal de Barcelona cumple la edad de jubilación trazando el futuro de la CEE Los 75 años de Omella: ¿Cómo cambiar el rostro de la Iglesia española en tiempo de renuncia?

Presidente y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal tendrán al menos tres años para cumplir los planes de Bergoglio

Sabe que habría que dar un paso más. Quién sabe, si un puñetazo en la mesa. Que no tiene mucho de sinodal pero, a veces -como buen aragonés debe saberlo- una buena voz, a tiempo, ahorra muchos escándalos

Este miércoles, el cardenal de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, cumple 75 años. El 'hombre' de Francisco en España, junto a Carlos Osoro (también en tiempo de prórroga, cumple 76 en mayo), debe presentar su renuncia que -como en el caso del arzobispo de Madrid-, Francisco no aceptará. Y es que tanto Omella como Osoro tienen, al menos, tres años, para trata de llevar a cabo una hazaña que muchos ven imposible: cambiar el rostro de la Iglesia española. ¿Podrán?

Los 75 años le llegan a Omella en plena forma, aunque la pandemia ha roto todos los planes que, hace un año, llevaron al tándem Barcelona-Madrid a la presidencia de los obispos españoles. Miles de muertos, un confinamiento, una falsa 'nueva normalidad', la crisis vocacional, la 'huida' de fieles de las iglesias tras la pandemia y una profunda crisis económica han impedido que el necesario cambio en el episcopado de nuestro país pudiera siquiera formularse.

Miles de muertos, un confinamiento, una falsa 'nueva normalidad', la crisis vocacional, la 'huida' de fieles de las iglesias tras la pandemia y una profunda crisis económica han impedido que el necesario cambio en el episcopado de nuestro país pudiera siquiera formularse

Los 'perdedores' de la Plenaria de marzo de 2020, sin embargo, no han perdido ocasión para lanzar a buena parte del aparato curial en manos de la ultraderecha y contra el populismo. Omella, al igual que Osoro, no están en esas. Y se les nota.

Cardenal Omella
Cardenal Omella

Y es que presidente y vicepresidente saben que, pese al frenazo a las esperanzas surgidas hace un año, cuentan con tiempo, y con la confianza de Francisco, para darle la vuelta al calcetín de la Iglesia española. Una Iglesia mucho más humana, más social, menos 'enfadada' con el mundo, menos cercana a la ultraderecha. Sólo hay que ver la 'pastoral del tweet' que lleva Omella desde que es presidente de la CEE, donde se da más relevancia a lo social que a lo dogmático, a la persona antes que a la institución.

¿Una Iglesia en retroceso?

Un cambio leve, que en el corto plazo apenas se nota, pero que espera dejar huella en el futuro. Un futuro para el que faltan 'soldados' y, en el caso concreto de la Iglesia española, cierta 'ilusión'. Vivimos una Iglesia en retroceso, que vuelve a mirar 'mar adentro', y que se siente más cómoda comprando discursos de persecución que parecían olvidados cuando se intentó (y, durante un tiempo, se consiguió) orillar a grupúsculos como HazteOir, Abogados Cristianos o la nueva cúpula propagandista, y mucho menos a gusto apostando, de verdad, por una Iglesia en salida.

Omella se somete a un control de temperatura
Omella se somete a un control de temperatura

En esa tesitura, el trabajo de Omella es arduo. Pero si alguien puede llevarlo a cabo es el único hombre que, en tiempos del poderoso cardenal Rouco, se atrevió a no acudir a las concentraciones contra el matrimonio gay o Educación para la Ciudadanía, pero sí a hacerlo en las manifestaciones de Pobreza Cero. El único obispo, por cierto, al que se vio detrás de esa pancarta. Y que pagó, durante años, las consecuencias.

Y es que, a sus 75 años, Omella sigue teniendo dentro al padre blanco que vivió un año en Zaire, al pastor que durante casi dos décadas acompañó a Manos Unidas, el hombre al que le duele, y mucho, que las víctimas hayan dejado de confiar en una Iglesia que creen que no les acompaña. A él, que tantos casos ha escuchado, que tantos expedientes ha llevado a Roma, que tantas veces se ha peleado por los supervivientes. Y que sabe que habría que dar un paso más. Quién sabe, si un puñetazo en la mesa. Que no tiene mucho de sinodal, pero a veces -como buen aragonés debe saberlo- una buena voz, a tiempo, ahorra muchos escándalos.

Feliz cumpleaños, monseñor Omella. Ahora empieza lo bueno. Estamos convencidos.

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