En recuerdo de una persona muy querida en Profesionales Cristianos (PX), del que fue Secretario Padre, amigo, hermano: A Miguel Bailón, desde la militancia y desde la vida

Miguel Bailón, con su comunidad de la JEC
Miguel Bailón, con su comunidad de la JEC Cedida

Miguel Bailón, con su optimismo militante y su esperanza inquebrantable, disertaba sin parar desde la teoría bien asimilada y desde toda una experiencia ardiente y colectiva de compromiso. Fiel a la Iglesia, al movimiento, al Evangelio, pero crítico, heterodoxo e incorregible

Miguel no se instalaba en la teoría. Demostraba su opción bajando al barro, en el terreno. Su disponibilidad era absoluta y su queja, inexistente

Miguel Bailón, militante de Profesionales Cristianos aquí y en Lima, y anteriormente de la UNEC (Unión Nacional de Estudiantes Católico de Perú), falleció de cáncer el 31 de julio de este año en Madrid a los 45 años.

Vivió su último año intensamente junto a su mujer, Karina, porque les nació un hijo, Alonso, largamente esperado, apenas unos días antes de que se declarase su enfermedad. Adelantaron el bautizo para compartir ese momento con amigos y familia. Fue 5 días antes de la muerte de Miguel y cuando el niño acababa de cumplir un año.

Vida y muerte de la mano en este tiempo que ellos han vivido con mucho coraje, mucha fe y mucho amor.

Miguel ha sido una persona muy querida en Profesionales Cristianos (PX), movimiento en el que ejerció de Secretario durante unos años, y también en la JEC, donde acompañó a varias comunidades de jóvenes.  Éste es el testimonio de dos de ellos, Carmen Ledesma y Álvaro Mota, que formaron parte del Equipo Nacional de la JEC del 2014 al 2017.

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Cuando llegamos ya nos estaban esperando. Dos jóvenes extremeños veinteañeros desembarcamos en Madrid en 2014 para coordinar la Juventud Estudiante Católica de España (JEC). Allí nos arropó una comunidad, un grupo de amigos formado por madrileños de adopción; parte importante de ellos, limeñas y limeños curtidos en los caminos de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos de Perú (UNEC) y en el magisterio de Gustavo Gutiérrez.

Todo hubiera sido muy difícil sin ellos. Allí pudimos beber directamente de la fuente: conocimos de primera mano la Teología de la liberación y profundizamos en la revisión de vida y en la pedagogía de la acción al tiempo que tratábamos de manejar el timón de nuestra organización. La comunidad fue un oasis y una balsa: reuniones interminables, oración, cenas, cervezas, luchas y caminos compartidos. Miguel Bailón, con su optimismo militante y su esperanza inquebrantable, disertaba sin parar desde la teoría bien asimilada y desde toda una experiencia ardiente y colectiva de compromiso. Fiel a la Iglesia, al movimiento, al Evangelio, pero crítico, heterodoxo e incorregible. Karina, con ternura y buen humor, a veces trataba de contenerlo en público para que las reuniones fluyeran. Era difícil hacerlo.

Familia de MIguel Bailón
Familia de MIguel Bailón Cedida

Pero Miguel no se instalaba en la teoría. Demostraba su opción bajando al barro, en el terreno. Su disponibilidad era absoluta y su queja, inexistente. Independientemente del frío que hiciese en invierno, siempre llevaba puesta una camiseta de manga corta y una sonrisa permanente. Estaba dispuesto para acompañarte a cualquier lance: ir a negociar con un vecino complicado o hacer guardia en el hospital la mañana en que habían ingresado de urgencias a tu compañera a la misma hora a la que había que recibir a una delegación internacional a punto de aterrizar en Barajas.

Miguel, latino y migrante con una sólida formación intelectual, era consciente de su posición en la escala de privilegios, y la usaba para hacer de este mundo un lugar más habitable. Recuerdo con mucha impresión cuando nos describía la ansiedad que experimentaban los jóvenes africanos a los que acompañaba a realizar trámites administrativos desde la Red Interlavapiés. Los chicos le indicaban por qué calles había que transitar y cuáles había que evitar para no cruzarse con la policía. Miguel, a su lado, les ayudaba a llevar la documentación y les inspiraba seguridad y confianza. Sabía que, a pesar de la importancia de las palabras, lo más importante es “decir haciendo”.

Miguel Bailón, Karina y Alonso, con una amiga
Miguel Bailón, Karina y Alonso, con una amiga Cedida

Nos ha faltado conversar largo y tendido sobre el nuevo papa peruano, León XIV, y sobre los desafíos de la Iglesia y los movimientos sociales en este mundo esquizofrénico. Nos ha faltado hacerlo con poso tranquilo y, como siempre, con una cerveza bien fría por delante.

Te nos has ido muy pronto, pero solo te has ido —como dice aquel texto atribuido a san Agustín— a la habitación de al lado. A Alonsito lo verás crecer, aunque desde un poco más lejos.

Y nosotros te requeriremos a menudo, Miguel, que nos han quedado muchos temas en el tintero. Que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero.

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