"Ocho años aliviando las llagas del pobre, del cansado, del desnudo" Papa Francisco: testimonio de la misericordia que revela el corazón de Dios

El Papa y el niño
El Papa y el niño

"¿Qué son ocho inviernos para quien ha puesto la palabra, el corazón y la vida en los empobrecidos de la tierra?"

"Ha testimoniado y enseñado pacientemente la Palabra y se ha mostrado como Sucesor de Pedro que encuentra en la misericordia la medida del corazón de Dios"

"Este Papa misionero que se vuelca en las periferias con el nombre del poverello de Asís, Francisco"

"Ocho años llevando a Dios a lugares inesperados, inhóspitos de vida, donde la Palabra se hace carne en el perdón y la reconciliación"

Siempre he pensado que el tiempo agarrota la piel de quien no se atreve a amar pero que, como dice el Papa en Christus vivit, joven es aquél que es capaz de amar. Y en un día como el de hoy, cuando se cumplen ocho años de Pontificado del Papa Francisco, mientras miro el calendario y echo la vista atrás, me pregunto en silencio: ¿qué son ocho inviernos para quien ha puesto la palabra, el corazón y la vida en los empobrecidos de la tierra?

Recuerdo cuando leí por vez primera su exhortación “La alegría del Evangelio” y se desplegaban las claves de su pontificado. En ella se despertaba la alegría y esperanza tan necesarias en este tiempo herido que naufraga a la intemperie de pandemias sobrevenidas. Ha testimoniado y enseñado pacientemente la Palabra y se ha mostrado como Sucesor de Pedro que encuentra en la misericordia la medida del corazón de Dios.

Papa de la misericordia

Interpelan sus gestos, sus miradas y también sus silencios. Cada tesela de su caminar, desde el día en que dijo sí al Señor, testimonia la fidelidad de Dios hacia el ser humano que busca su plenitud en un mundo tantas veces sacudido por tormentas y sufrimientos. Nos ha sorprendido su teología de la ternura, desplegada –a corazón abierto– durante todos estos años, que consuela nuestra pequeñez y nos orienta hacia dos caminos: la belleza de sentirse amados por Dios y la belleza de amar en nombre de Dios.

Un apostolado sembrado en esas periferias que tantas y tantas veces olvidamos; no por desidia o por desconfianza, sino porque el quehacer diario, tan estresante y veloz, puede desgastar poco a poco nuestra fe. Y es, entonces, cuando más duele el creer, cuando volvemos la vista hacia horizontes de luz como el que nos descubre este Papa misionero que se vuelca en las periferias con el nombre del poverello de Asís, Francisco.

Papa e Iceta

También ha impulsado el estilo sinodal que revela la Iglesia como comunión y como pueblo de Dios. Ocho años aliviando las llagas del pobre, del cansado, del desnudo. En las periferias, con las familias y cuidando la casa común. Ocho años llevando a Dios a lugares inesperados, inhóspitos de vida, donde la Palabra se hace carne en el perdón y la reconciliación.

Fue un 19 de marzo, solemnidad de San José, cuando inauguró su ministerio. El año santo josefino que acabamos de iniciar nos recuerda que, al estilo de José, también los pastores de la Iglesia, como nos invita el Papa, debemos cuidar el pueblo santo de Dios al estilo del corazón de José, con un “Patris corde”.

El San José del Papa

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