¿Qué hace un obispo sin curas? Parca y manca cosecha de clérigos

Parca y manca cosecha de clérigos
Parca y manca cosecha de clérigos

"Desde perspectivas religiosas, cristianas o no, las noticias, son manaderos de oración y meditación, en fiel consonancia con el Evangelio, siempre –'por los siglos de los siglos'- definidos como 'palabra de Dios'"

"En la diócesis andaluza de Almería, después de tres años sin haberse consagrado sacerdote ningún seminarista de su demarcación diocesana, por fin, uno se ha decidido a recibir las Órdenes Sagradas y el Ministerio Sacerdotal"

"La Iglesia -esta Iglesia- se acaba. Con un cura nuevo cada tres años no es posible su supervivencia, por buenas dosis de salud, mental y de la otra, de tiempo y de espíritu que los defina e inspire"

"Con la desaparición de los curas, ¿desaparecerán también los obispos? ¿Qué hace un obispo sin curas, en una demarcación eclesiástica, con báculo, anillos y mitra, acoliteado por los muy ilustres señores canónigos que todavía queden, también con sus inalienables capisayos y títulos litúrgicos o para litúrgicos?"

Unas veces con titulares más o menos escandalosos, y otras con silencios culpables, los medios de comunicación social les proporcionan a los usuarios los elementos valiosos de reflexión, entendimiento y discernimiento precisos para vivir y morir cuando y como Dios manda, tanto personal como colectivamente.

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Desde perspectivas religiosas, cristianas o no, las noticias, son manaderos de oración y meditación, en fiel consonancia con el Evangelio, siempre –“por los siglos de los siglos”- definidos como “palabra de Dios. La “Oración de todas las noticias” es libro de actualidad, de tan valiosa estima y consideración que la de tantos otros títulos escritos o patrocinados por fundadores y fundadoras, santos ya, o en vías de serlo lo antes posible, y si los “milagros” y estipendios así lo permiten y urgen.

Falta de vocaciones

Y en el capítulo primero del sugerido libro “La oración de todas las noticias”, destaca la información religiosa del siguiente hecho:

En la diócesis andaluza de Almería, con suma complacencia episcopal y participación masiva de feligreses y feligresas, sin faltar a la cita el exultante repiqueteo de las campanas catedralicias, acaban de celebrarse recientemente unas solemnes y excepcionales fiestas litúrgicas. Acontecimiento de relevancia tan eclesial y eclesiástica lo ha justificado el hecho de que, después de tres años sin haberse consagrado sacerdote ningún seminarista de su demarcación diocesana, por fin, uno se ha decidido a recibir las Órdenes Sagradas y el Ministerio Sacerdotal.

(En la información no se detalla, por ejemplo, el tiempo que ha de transcurrir para la celebración de otro acontecimiento similar, dándose por supuesto que ha de ser similar y aún superior, con el añadido “por ley natural” de las defunciones- óbitos- que se registren, al igual que de las jubilaciones canónicamente establecidas, al cumplirse los 75 años “et ultra”).

Los pueblos y las ciudades almerienses se quedan huérfanos de curas. Y la Eucaristía y sus celebraciones se echan de menos en parroquias y templos, con lo que signos y sacramentos de Iglesia apenas su perduran en el recuerdo del vecindario, obligados sus responsables a tener que echar el cerrojo a lugares que antes fueron sagrados, o, a lo sumo, a entreabrirlos solo en las fiestas populares que todavía perduren.

La Iglesia -esta Iglesia- se acaba. Con un cura nuevo cada tres años no es posible su supervivencia, por buenas dosis de salud, mental y de la otra, de tiempo y de espíritu que los defina e inspire. Y para estos efectos y tantos otros más, la noticia de carencia y afasia sacerdotal registrada en la diócesis almeriense, es común a las del resto de España, y aún más.

Y, con la desaparición de los curas, ¿desaparecerán también los obispos?¿Qué hace un obispo sin curas, en una demarcación eclesiástica, con báculo, anillos y mitra, acoliteado por los muy ilustres señores canónigos que todavía queden, también con sus inalienables capisayos y títulos litúrgicos o para litúrgicos?

¿Dedicaron los obispos la debida atención, oraciones y tiempo para intentar subsanar una situación que se presiente no solo próxima y cercana, sino ya inminente? Dada la impertérrita, nada razonable y semi dogmática misoginia que padece, y de la que hace gala la jerarquía eclesiástica, ¿podría esta decidir que alguna parte de la solución habría de hallarse en la promoción integral de la mujer, con todos los derechos y deberes que el varón, por el hecho de serlo?

NOTA

Parca y manca quedaría la referencia informativa eclesial almeriense, si a la vez no se dejara aquí y ahora clara constancia de hechos como el siguiente:

Años ha, a mi pueblo extremeño, de poco más de 2,000 habitantes censados, se desplazó personalmente su obispo don José María para presidir la misa solemne en la que habríamos de ser consagrados sacerdotes cinco -¡cinco¡-seminaristas nacidos y bautizados en su pila bautismal, y posteriormente recriados en el Seminario Conciliar, regido entonces por don Sebastián, con el director espiritual de nombre Luís. Los gastos eran sufragados por otras tantas becas, gestionadas benévolamente por un canónigo, de nombre Manuel, nacido en la misma localidad.

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