"Surgen voces plurales que ofrecen su punto de vista crítico y constructivo" Proceso sinodal y Año Jubilar: tiempo de renovación eclesial

Sínodo de Vitoria
Sínodo de Vitoria

"La diócesis de Vitoria que celebra el 100 aniversario de la ’Coronación Canónica  de la Virgen de  Estibaliz’, patrona junto a San Prudencio, de este territorio y de su Iglesia"

"El Año Jubilar también es una invitación renovadora para la Iglesia con un horizonte que mira hacia la realidad y contexto que vivimos"

"Llama la atención  una práctica pastoral dominante que, a pesar de algunos avances e iniciativas, no responde a tales exigencias y mantiene posturas conservadoras, sin audacia profética, con estructuras del pasado, sin  renovación profunda y creativa"

"El Sínodo sobre la sinodalidad quedaría frustrado si no atiende esas críticas y propuestas y  no  ofrece respuestas convincentes"

Sin prisa, pero sin pausa, se van realizando las fases de Sínodo sobre la  sinodalidad, previstas en su Vademécum. Culminarán en la celebración de la Asamblea del Sínodo de Obispos en octubre de este año y, en su segunda fase, en el próximo; con algunas innovaciones significativas como es, por ejemplo, la inclusión de hombres y mujeres laicos con voz y voto en las decisiones sinodales.

Hasta ahora el proceso sinodal ha logrado dinamizar en todos los continentes grupos y personas que han aportado sus opiniones y propuestas  recogidas en el ‘Documento de  trabajo para la Etapa Continental’ (DEC). Para  finales de este mes se entregará  el denominado Instrumentum laboris que será el documento de trabajo sobre el que  reflexionará  la Asamblea sinodal para presentar  sus conclusiones al Papa a quien corresponde aprobar y hacer públicas las conclusiones definitivas del Sínodo.

Sínodo de Vitoria

El proceso es lento, exige su tiempo, pero va siguiendo las pautas programadas.  Entre tanto las diócesis continúan su caminar, pero para bastantes participantes en la primera consulta está resultando alejado de sus primeras ilusiones cuando los grupos de la base diocesana trabajaron y ofrecieron sus propuestas con motivación participativa  e interés renovador, con esperanza para una renovación eficaz.

Se proponen ciertamente algunas iniciativas y realizan acciones. Entre  ellas,  y con especial significado, está la convocatoria y celebración del Año Jubilar para la Iglesia universal en el año 2025. A nivel local también se vienen celebrando otros jubileos concedidos  por el Papa con  diversos motivos y celebraciones. Uno de  ellos, inaugurado en este mes, es el de la diócesis de Vitoria que celebra el 100 aniversario de la ’Coronación Canónica  de la Virgen de  Estibaliz’, patrona junto a San Prudencio, de este territorio y de su Iglesia.

Proceso sinodal y Año Jubilar no son caminos diferentes, sino que se complementan, como lo subraya en su Carta pastoral el Obispo de Vitoria:”Hoy la Iglesia está viviendo un proceso sinodal fecundo y esperanzador… El Año Jubilar no es un paréntesis en la vida de nuestra Diócesis, ni es un evento que nos lleve a celebrar actos novedosos o llamativos. Es un tiempo fuerte de trabajo interior y privilegiado de presencia del Señor junto a su Madre, Santa María de Estíbaliz, que nos ayuda a revisar, purificar y potenciar la vida de nuestra Iglesia diocesana”. Se inscribe también en la línea del ya  citado para toda la Iglesia ‘Jubileo de la esperanza’ del año 2025. El de Estibaliz tiene como lema ‘Peregrinar a Estíbaliz, camino de esperanza’.

El Sínodo sobre  la sinodalidad quiere “ofrecer una oportunidad para que todo el Pueblo de Dios discierna conjuntamente cómo avanzar en el camino para ser Iglesia más sinodal a largo plazo…para avanzar hacia una Iglesia más fructífera al servicio de la llegada del Reino…”. Es una mirada hacia adentro purificadora  y renovadora en la “comunión, participación y misión” (Vadémecum  del Sinodo).

Elizalde

El Año Jubilar también es una invitación renovadora para la Iglesia con un horizonte que mira hacia la realidad y contexto que vivimos. Tiene su referencia bíblica en el Antiguo Testamento; juntamente con el año sabático (Ex 21,2-6; 23,10-11; Lev 25), era una llamada  al Pueblo fiel a Yahwe, de amplio significado transformador, liberador, social, económico, estructural, donde la justicia social constituía su motivo central. Implicaba la exigencia de responder a las injusticias sociales y económicas que se acumulaban con el paso del tiempo en el pueblo de Israel. Quería ser una respuesta transformadora y liberadora para recuperar la igualdad, la supresión de las  injusticias, el cuidado de la tierra. 

Como afirma el Papa Francisco, ”el próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, donde como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente …  las voces de los pobres sean escuchadas en este tiempo de preparación al Jubileo que, según el mandato bíblico, devuelve a cada uno el acceso a los frutos de la tierra: «podrán comer todo lo que la tierra produzca durante su descanso, tú, tu esclavo, tu esclava y tu jornalero, así como el huésped que resida contigo; y también el ganado y los animales que estén en la tierra, podrán comer todos sus productos» (Lv 25,6-7)”.

También el Obispo de Vitoria citando a Juan Pablo II subraya  que “el año jubilar debía servir de ese modo a la restauración de la justicia social”. En sus homilías de la fiesta de San Prudencio y  del 1 de mayo, fiesta de Virgen de Estibaliz, llamaba a responder  ante las injusticias sociales a sus causas  “defendiendo la vida por encima del beneficio, de los números y de la avaricia especulativa de unos pocos… con nuestro compromiso personal y comunitario desde la cultura del cuidado y la cercanía, al estilo de Jesús de Nazareth”.

Fue, en efecto, el sentido que dio a su misión: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y a dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor.” (Lc 4,18-19).

Jubileo 2025

Sínodo y Año Jubilar se  entrelazan y complementan en sus mensajes de renovación, de reconciliación, de justicia,  de liberación, de amnistía,  de cuidado de la tierra, de fraternidad sinodal, de transformación de estructuras tanto eclesiales como sociales. Se hacen camino para  una  peregrinaje  de esperanza orientado por ”los signos de los tiempos interpretados a la luz del evangelio… donde discierne la presencia o los planes de Dios” (Gaudium et spes 4;11), como  lo propuso el concilio Vaticano II y recuerda el Vademécum sinodal.

Siendo consecuentes y coherentes con este planteamiento, llama la atención  una práctica pastoral dominante que, a pesar de algunos avances e iniciativas, no responde a tales exigencias y mantiene posturas conservadoras, sin audacia profética, con estructuras del pasado, sin  renovación profunda y creativa que  ofrezcan la novedad permanente y liberadora del evangelio para nuestro mundo. Se observan, además, importantes obstáculos.

A nivel más amplio, el mismo Papa denunciaba durante su reciente viaje a Hungría, en un encuentro con jesuitas, “resistencias  terribles… apoyo increíble  al restauracionismo”, en referencia  al  Vaticano II.  En el DEC se subrayaban tensiones y divergencias, el miedo a expresarse con libertad, el ejercicio  de la autoridad, la participación de la mujer  y su reivindicación de igualdad en todos los ámbitos, unas estructuras eclesiásticas que sean abiertas, trasparentes, participativas; dejarse interpelar por los retos del mundo actual (signos de los tiempos) … una Iglesia que vuelva su mirada a la humanidad; que renueve ritos y lenguaje litúrgicos tan  poco o nada comunicativos y comprensibles en la cultura actual.

En este contexto surgen voces plurales que, preocupadas por esta situación pastoral, ofrecen su punto de vista crítico y constructivo. Varios grupos  de Vizcaya “con inquietud por el futuro de nuestra Iglesia” se preguntan  en un encuentro de actitud dialogante: “¿hacia dónde caminamos?”. El movimiento denominado ‘Revuelta de las mujeres en la Iglesia. Hasta que la igualdad se haga costumbre’, denuncia el patriarcado eclesiástico y de la exclusión de las mujeres y propone una participación en igualdad.

Olarte y Aguirre

Entre nosotros lo viene expresando el grupo Ibilian con propuestas de cambio y renovación; también el reciente Foro Krisare (red cristiana) en Vitoria-Gasteiz trataba  de responder a los signos de los tiempos    para construir una sociedad y mundo mejor y una Iglesia consecuente con ellos. Desde otras Iglesias, como la  alemana, se propone un reestructuración a fondo del modelo de Iglesia para responder  los problemas planteados hoy… 

En definitiva, las voces son muy amplias y extensas, en todos los continentes. Muchas son críticas, entre ellas las que acabo de citar, valorando también  avances logrados; también autocríticas: “Ante la grave problemática de nuestra diócesis y los desafíos evangelizadores, también nosotras y nosotros nos consideramos responsables y asumimos nuestras deficiencias con sinceridad y humildad” (grupo Ibilian). Reconocer con honestidad su denuncia sincera será una prueba del caminar juntos que el Sínodo propone, buscando compartir la unidad a través del diálogo, con libertad. En este sentido no resulta coherente con sus propuestas de pluralidad y diálogo la opinión del Obispo de Vitoria para quien  “son singularidades en nuestra Diócesis y en nuestro presbiterio problemáticas… porque no comparten algo o mucho de la unidad en lo esencial” (homilía en la misa crismal).

El Sínodo sobre la sinodalidad quedaría frustrado si no atiende esas críticas y propuestas y  no  ofrece respuestas convincentes. Los  caminos de  esperanza  que invitan a recorrer los Años Jubilares se perderán en la niebla si no abren vías nuevas y solidarias para lograr la fraternidad local y  universal como propuso el Vaticano II. Su mensaje no será escuchado si no logra ser  comprensible y profético en un mundo sin rumbo; si no es, como ya lo propuso Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi, “eficaz” para responder dialogando a los urgentes problemas que nos acosan y a los peligros  que nos amenazan; si no ofrece vías claras en la búsqueda de sentido para tanta gente desorientada; si no logra avanzar, junto a otras instancias, en  la realización de la justicia y compasión en un mundo de injusticias económicas y sociales  sistémicas.

El Sínodo y los Años Jubilares invitan a peregrinar con esperanza impulsados por el Espíritu, interpretando los signos de los tiempos, creyendo y realizando  la motivante utopía  fundamentada en el ”Reino misteriosamente  presente en nuestra tierra” (Gaudium et spes).  Es un “año de gracia” decisivo para el presente y futuro de nuestra Iglesia y para la humanidad, ante la crisis global de enfrentamientos, guerras e injusticias, buscando con tantas víctimas la paz desde la justicia.

Jubileo 2025

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