Entrevista con el teólogo venezolano: "El gran desafío es asumir la sinodalidad de manera efectiva" Rafael Luciani: "Se nos pide contribuir. Esto es algo único, aprovechemos el momento. Aprovechemos el kairós"

Rafael Luciani
Rafael Luciani

El teólogo y miembro de la Comisión Teológica del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad nos habla del aporte de la teología y de las Conferencias Generales de América Latina al Sínodo, la experiencia eclesial de la Iglesia latinoamericana y de los desafíos y temores de este proceso sinodal que la Iglesia ha iniciado

"Es un momento para definir qué es lo que significa este Sínodo, qué implica para la Iglesia este Sínodo y cómo podemos contribuir desde la Comisión Teológica al proceso que se va a dar durante estos dos años"

"Hemos traído desde América Latina la experiencia que tenemos de un trabajo que siempre piensa desde el conjunto, desde lo común, desde lo comunitario"

"El gran desafío es un cambio de cultura eclesial que debe pasar del yo al nosotros a esa visión comunal, comunitaria y por otra parte, lo que eso significa en la vida cotidiana, una cultura nueva del consenso"

"Se abre una nueva etapa en la recepción del Concilio Vaticano II, a la luz de la eclesiología del pueblo de Dios, y eso supone ahora una conversión"

(Vatican News).- “El gran desafío de este proceso sinodal que hemos iniciado es un cambio de cultura eclesial que debe pasar del yo al nosotros, a esa visión comunitaria y por otra parte, lo que eso significa en la vida cotidiana, una cultura nueva del consenso, no una cultura donde unos deciden y el resto ejecutan pastoralmente algo, sino una cultura del consenso donde todos estén involucrados como Iglesia pueblo de Dios”, lo dijo el Profesor Rafael Luciani, teólogo venezolano, miembro de la Comisión Teológica del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad, que tiene como tema: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.

-¿Cómo se ha vivido la primera sesión del Sínodo? ¿Qué ha sucedido en la apertura de este proceso sinodal?

R.- Ha sido una semana intensa tanto en lo emocional, personal, como en la experiencia de trabajo como grupo, porque es la primera vez que nos vemos en persona. Hemos venido trabajando virtualmente en estos meses y la oportunidad de encontrarnos ha sido también un momento para definir qué es lo que significa este Sínodo, qué implica para la Iglesia este Sínodo y cómo podemos contribuir desde la Comisión Teológica al proceso que se va a dar durante estos dos años. Ha sido por eso una apertura oficial del Sínodo, no como algunas personas pueden creer que es el inicio de un camino sinodal, sino el Sínodo como tal que ha comenzado y que llevará al final de dos años a la Asamblea General Ordinaria, dónde se tomarán las decisiones respectivas de un proceso de dos años.

El aporte de la Iglesia Latinoamericana

-Qué ecos llegaron desde América Latina a esta primera sesión de apertura del Sínodo?

R.- En los distintos grupos una de las cosas más enriquecedoras es que tenemos personas de todos los continentes, de todas las culturas, de distintas corrientes teológicas y disciplinas y eso es muy enriquecedor. Desde América Latina participamos tres (teólogos, ndr), el padre Carlos María Galli, el padre Agenor Brighenti y mi persona. Hemos logrado un trabajo en equipo y hemos traído desde América Latina la experiencia que tenemos de un trabajo que siempre piensa desde el conjunto, desde lo común, desde lo comunitario y nuestras estructuras eclesiales como la del CELAM o como la de la CLAR, siempre han sido una referencia para otras regiones en las que no hay esa manera tan directa de trabajar entre los Obispos, entre los religiosos y las religiosas, con los laicos y laicas.

Eso ha sido para muchos aquí un modelo o un testimonio, mejor dicho, del modo como nosotros procedemos y es que esto ya viene de antes del Concilio con la creación, en el año 55, del CELAM y también con la creación de la CLAR y eso ha hecho que durante todos estos años haya sido una Iglesia que de alguna u otra ya ha tenido una experiencia de lo que hoy se llama sinodalidad, pero que hoy la quiere asumir de manera institucional, no solamente afectiva sino efectiva a través de estructuras y también lo que esto va a implicar para el modo como involucramos a todos y no solo a algunos en todos los procesos eclesiales y en la toma de decisiones. Eso ha sido un testimonio que ha sido bien acogido y creo que, desde ahí se hará de ahora en adelante un intercambio muy enriquecedor del modo como en otras regiones la Iglesia también trabaja.

El aporte de las Conferencias Generales del Episcopado

Si pensamos en los aportes de Medellín, de Puebla, de Santo Domingo, de Aparecida, ¿Qué pistas de cada una de estas Conferenciasmiras tú que están presentes ahora como aportes al Sínodo para la Sinodalidad?

R.- De Medellín, pudiéramos decir que “la lectura de la realidad, de los signos de los tiempos como el punto de partida”, eso ha sido tomado muy en cuenta en el documento preparatorio y de hecho, se asume ese engranaje con la realidad y desde ahí se hace entonces la lectura eclesial y de lo que el Sínodo ya propondrá como sinodalidad.

Luego de Puebla, podemos también hacer alusión al “sentido del pueblo de Dios, a la comunión y participación” que fue muy importante. Y ese concepto de participación y de comunión que nosotros en América Latina lo hemos desarrollado mucho, hoy en día parecen como los temas centrales del Sínodo, participación, comunión y misión.

Creo que, de Santo Domingo, el concepto de “conversión pastoral” que nace en Santo Domingo y luego Aparecida lo retoma. En Santo Domingo la importancia que tiene ese concepto es que habla de las relaciones de estructuras y de poder, que no es solamente un cambio de un modelo pastoral, sino que explícitamente dice relaciones de poder.

Y Aparecida, en este concepto de la “conversión pastoral” hace una lectura que es muy importante para la sinodalidad, porque tiene dos claves. Una primera que es aquella que dice que la Iglesia siempre tiene que ser en salida y por tanto la escucha es lo que cualifica y da identidad al ser de la Iglesia. Una Iglesia que no escucha es una Iglesia que se cierra en una pequeña burbuja y no crece. Pero, por otra parte, la otra clave es que en América Latina un aporte inmenso a lo que hoy es la sinodalidad cuando habla el documento de los laicos, como aquellos que tienen que participar en los procesos que van desde la elaboración, el discernimiento, hasta la toma de decisiones, dice Aparecida en la Iglesia.

Aparecida

Hoy en día son uno de los grandes temas de la sinodalidad, de he hecho, el Papa en uno de sus mensajes que hace regularmente ha dicho, en un vídeo muy hermoso, que las mujeres han de participar no solo en instancias donde se ejecutan planes, sino dónde se toman decisiones. Y hoy vemos que en el Vaticano eso se ha ido poco a poco haciendo una praxis más habitual. Por eso, América Latina ha dado alguna contribución de no solo conceptos teóricos sino de una praxis que va haciendo poco a poco representada a través de estas Conferencias Generales del Episcopado.

Desafíos en el proceso sinodal

Ahora, de cara al proceso sinodal ya iniciado que concluirá dentro de dos años, ¿Qué desafíos se presentan en el horizonte?

R.- El gran desafío es que, si tenemos la conciencia como Iglesia, todos los sujetos en la Iglesia, desde el laicado hasta el episcopado y el papado, que este momento es un momento de kairos porque implica un cambio, una transición hacia un modelo nuevo, un modelo nuevo que se puede llamar el de la Iglesia sinodal, no una Iglesia en la que algunas cosas funcionan sinodalmente, sino una Iglesia toda ella sinodal.

El gran desafío es como transformar ese concepto en relaciones concretas, en dinámicas comunicativas como la escucha de manera puntual, que sea el alimento para los cambios en la Iglesia y también en estructuras en las que esas relaciones y esas dinámicas puedan ser la vida de cada día y estructuras en las que las relaciones horizontales, la escucha recíproca puede hacer lo que le de vida a las estructuras cómo los consejos parroquiales, los consejos diocesanos pastorales, las curias, cualquier instancia la Iglesia donde se vaya haciendo poco a poco la vida eclesial y su misión.

Entonces, creo que el desafío es un cambio de cultura eclesial que debe pasar del yo al nosotros a esa visión comunal, comunitaria y por otra parte, lo que eso significa en la vida cotidiana, una cultura nueva del consenso, no una cultura donde unos deciden y el resto ejecutan pastoralmente algo, una cultura del consenso todo en la Iglesia es en función de la misión y todos somos corresponsables de la misión, por tanto o hacemos la misión a partir de consensos o simplemente seguiremos divididos entre laicos por un lado, Obispo por otro y no nos sentiremos involucrados de manera personal y de manera comunitaria como Iglesia pueblo de Dios.

Miedos y temores sobre la sinodalidad

¿Has identificado algún tipo de miedos, temores, en relación a todo este proceso que se ha echado en marcha?

R.- Si hay muchos temores en relación por ejemplo a la autoridad, al tema de las decisiones en la Iglesia, la relación entre teología y magisterio. Creo que son temores que pueden ser vistos como parte normal de la vida de una Iglesia que durante 30 ó 40 años se acostumbró a un estilo, pero estamos cambiando de ese estilo. Se abre una nueva etapa en la recepción del Concilio Vaticano II, a la luz de la eclesiología del pueblo de Dios, y eso supone ahora una conversión. Por eso, todos estos miedos tienen que ser vistos también desde el discernimiento de nosotros como Iglesia, si queremos o no responder a la realidad actual, a los clamores de las personas actualmente, los clamores de la sociedad o si queremos seguir en un modelo que ya no responde a la actualidad.

Por eso, se recuerda mucho a Congar, a quien el Papa citó en su discurso de apertura del Sínodo, dónde Congar refería con toda claridad, como un gran visionario de la eclesiología, si hay estructuras que ya no responden a los tiempos actuales, esas estructuras no tienen sentido porque no transmiten la fe, porque más bien se convierten en obstáculos y eso es lo que decía el eclesiológico chileno Ronaldo Muñoz, que para mí es un referente fundamental en América Latina, cuando con toda parresia dijo: las estructuras de forma clerical, digamos las que asumen el clericalismo como parte de la vida cotidiana se convierten en obstáculos para el anuncio del Evangelio. Una Iglesia, entonces que quiera cumplir con su misión tiene que estar en continua conversión, tiene que estar en continua reforma, por eso los miedos son oportunidades para ponernos a reflexionar, para ponernos a dialogar entre las distintas posiciones, pero, sobre todo, desde el Evangelio, desde el seguimiento de Jesús.

Por eso recuerdo que Unitatis redintegratio cuando habla de reforma dice, la reforma se hace por fidelidad a Jesucristo, no es por fidelidad a nosotros mismos que queremos una nueva institución, sino por fidelidad Jesús a quien tenemos que responder de nuestro seguimiento cotidiano.

Vivir el Sínodo y dar contribuciones

¿Cómo vivir este proceso sinodal de modo personal y comunitario?

R.- Pues, invitarlos a que tomen el documento preparatorio, se descarga fácilmente de la página web del Sínodo, también el Vademecum, que lo leamos, no tenemos que tener algún experto, es sentarnos en la familia, en una comunidad, con una de un par de personas, amigos, amigas, sentarnos y leer los que nos dice, leer punto por punto, compartir simplemente que genera en nosotros cuando lo leemos, qué preguntas nos trae, cómo podemos contribuir y al final del documento dice con toda claridad y es una invitación a cada uno y a cada una que podemos enviar nuestras propuestas directamente a la Secretaria del Sínodo. Cuando en una comunidad o en una diócesis no se nos quiera escuchar la Secretaria del Sínodo de los Obispos, si nos quiere escuchar y por eso nos da esa oportunidad, enviemos nuestras contribuciones también, si no lo podemos hacer a través de nuestras comunidades locales directamente a la Secretaria del Sínodo, esto es algo único, aprovechemos el momento, aprovechemos el kairos.

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