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Reflexión para un año que termina y otro que empieza
Este año termina dejándonos el sabor amargo de la tragedia, con centenares de muertos y la región levantina devastada por una impetuosa riada. Con el corazón encogido y lágrimas en los ojos, elevamos nuestra mirada hacia nuestro dios interior para reflexionar sobre las víctimas de la inmisericorde Dana.
Desde nuestro dios interior, pidamos que quienes perecieron encuentren la luz inextinguible de la paz. Que aquellos que aquí quedaron, heridos por este infortunio, encuentren consuelo y fortaleza para recuperar el pulso de la vida. Que cada uno encuentre en su interior un horizonte de esperanzas y la energía para seguir adelante.
El año se despide dejando en nuestro corazón un eterno interrogante: ¿por qué han de suceder cosas así? La presencia del mal en el mundo ha sido y será para el ser humano un misterio cuya revelación está por encima de su capacidad. En la mentalidad moderna, las desgracias como la Dana son vistas como algo casual, aumentando nuestro dolor y angustia.
Los pensadores griegos creían que la casualidad no existe; detrás de todo hay una razón desconocida. Esta concepción, también presente en muchas tradiciones espirituales, nos recuerda que nada sucede sin una razón y que el amor universal siempre busca lo mejor para nosotros. Saber esto debiera servirnos de consuelo.
Los caminos del universo son inescrutables, pero no podemos hacer responsable a lo divino de nuestra negligencia o del deterioro ambiental que hemos provocado. La degradación ambiental contribuye a las catástrofes naturales, amenazando convertir la madre tierra en un gigantesco cementerio. ¿Cuándo tomaremos conciencia de esto?
Pese a todo, soñemos con un 2025 de paz, concordia y restauración ecológica. Que la naturaleza vuelva a ser un reflejo esplendoroso de la energía universal que nos rodea. Que nunca nos falte la alegría de vivir, los sentidos abiertos a la belleza de la tierra, ni la gratitud hacia lo divino en nosotros.
Que el dios interior de cada uno de nosotros llene de gozo y paz a quienes lean estas líneas. Que encuentren la gracia de disfrutar de muchas primaveras y alegría en el corazón con la majestuosidad de la creación que nos rodea.
«El ritmo del universo no se detiene; por dolorosa que sea la desgracia, hay que seguir luchando.»
«Nada sucede sin una razón, y el amor universal siempre busca lo mejor para nosotros.»
«La madre tierra es un reflejo esplendoroso de la divinidad; cuidémosla con responsabilidad.»
"Que el nuevo año sea un recordatorio de la resiliencia del ser humano y de la majestuosidad de nuestra madre tierra"
Desde GraZie Magazine creemos que cada tragedia también es una oportunidad para reconstruir con amor, conciencia y compromiso. Este artículo es una invitación a renovar nuestra relación con la naturaleza y entre nosotros mismos. Que el nuevo año sea un recordatorio de la resiliencia del ser humano y de la majestuosidad de nuestra madre tierra. Al fin y al cabo, la vida misma es el regalo más preciado que podemos cuidar y celebrar.
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