Un santo para cada día: 26 de abril San Isidoro de Sevilla, doctor de la Iglesia

San Isidoro de Sevilla, doctor de la Iglesia
San Isidoro de Sevilla, doctor de la Iglesia

Fue el mayor pedagogo de la Edad Media, pero a pesar de ser el más admirado, el más leído y el más plagiado de la historia, no tuvo a nadie que escribiera su biografía

Uno de los hechos más importantes de su vida episcopal fue la celebración del IV Concilio de Toledo, a finales del año 633, siendo ya de edad avanzada, convocado por él para poder dotar a toda la nación de una legislación que asegurara estabilidad en sus instituciones  y reorganizara la vida religiosa

Este Santo Obispo, doctor de la Iglesia, fue el prelado de mayor erudición que se dio en España en muchos siglos. Fue el mayor pedagogo de la Edad Media, pero a pesar de ser el más admirado, el más leído y el más plagiado de la historia, no tuvo a nadie que escribiera su biografía.

Nació probablemente en Sevilla, hacia el año 556, poco después de haber llegado allí sus padres, que huían de Cartagena. Era el menor de 4 hermanos. Los 4 fueron santos.

Fue educado bajo el amparo y protección de su hermano mayor, San Leandro, elegido obispo de Sevilla en el 578, educándolo no solo en la piedad sino en las ciencias y en el dominio de las tres lenguas sagradas: el hebreo, el griego y el latín. San Leandro había fundado un monasterio en Sevilla y en él fue educado Isidoro, quien pronto sintió atracción hacia la vida monacal y recibió el hábito de manos de Leandro.

Cuando Recaredo abjura del arrianismo, el obispo Leandro tuvo que viajar para afianzar la fe cristiana, desvirtuada por la herejía arriana. En el monasterio quedó como abad Isidoro, que entonces tenía 30 años.

Como la vida conventual estaba algo relajada, Isidoro escribió un “código de leyes” que regulara el comportamiento y la vida de los monjes. Los elementos esenciales eran: la renuncia a sí mismos, la estabilidad en el monasterio, la pobreza, la oración, el estudio y el trabajo. Concedió una gran importancia  al trabajo intelectual de los monjes. La Biblioteca fue la pieza más importante, después de la Iglesia. Isidoro conocía todos los autores y libros de su tiempo y podía dar razón de todos los autores griegos y latinos. Su libro preferido era la Biblia y son conocidos sus esfuerzos por unificar el texto latino. 

Pero además de un verdadero padre para los monjes, Isidoro fue también nombrado Obispo de Sevilla, al fallecer su hermano Leandro. Entre sus principales prioridades figuraba su solicitud por el clero, pues la herejía arriana había penetrado hondamente en las filas clericales. Se preocupó mucho por la formación de los sacerdotes. Los candidatos al sacerdocio debían vivir en comunidad. Es un precedente de lo que serían los Seminarios.

San Isidoro de Sevilla

Uno de los hechos más importantes de su vida episcopal fue la celebración del IV Concilio de Toledo, a finales del año 633, siendo ya de edad avanzada, convocado por él para poder dotar a toda la nación de una legislación que asegurara estabilidad en sus instituciones  y reorganizara la vida religiosa.

Entre las muchas obras importantes que escribió hemos de destacar “Las Etimologías”, verdadera Enciclopedia de las Ciencias Antiguas, que revela su inmensa erudición. San Braulio, obispo de Zaragoza, discípulo suyo y gran amigo, dice de él que estaba dotado de una elocuencia maravillosa, sabiendo adaptarse por igual al erudito como al ignorante.

En el año 636, presintiendo ya muy próxima su muerte, pidió que lo llevaran a la Basílica de San Vicente, para pedir públicamente perdón a todos cuantos hubiera podido ofender con algunos de sus comportamientos. Pidió que le ciñeran un cilicio y cubrieran su cuerpo de ceniza. Tres días después entregó su alma a Dios el 4 de abril del 636. Sus restos se trasladaron en 1063 a la Basílica de San Isidoro de León, donde reposan desde entonces.

Es contado entre los Padres de la Iglesia. Fue canonizado en 1598 y en 1722 el Papa Inocencio XIII le declaró Doctor de la Iglesia.

Reflexiones desde el contexto actual

Deberíamos estar eternamente agradecidos a este singular  personaje de la historia, gran benefactor de la humanidad, que nos legó en herencia todo el saber hasta entonces conocido y que podemos encontrar  compendiada en sus “ Etimologías”, obra de consulta obligada incluso hoy día, si queremos beber en las mejores fuentes,  para saciar nuestra sed de conocimientos sobre la antigüedad. Para que luego digan que los santos no sirven para nada.

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