"Vosotros teníais el camino firme y la meta definida: La Resurrección" Santiago del Cura y José Ramos. Hombres de sinodalidad

José Ramos y Santiago del Cura
José Ramos y Santiago del Cura

"Corría el año 2002 (Salamanca como Capital Cultural de Europa) cuando inicié la Licenciatura en Teología Dogmática, Por entonces, D. Santiago del Cura Elena era profesor en las facultades de Salamanca y Burgos"

"Era, además, miembro de la Comisión Teológica Internacional, elaborándose ese año un documento sobre la evolución histórica del diaconado. Después de 20 años, la realidad sacramental del diaconado sigue siendo un tema necesario, urgente de reflexión"

"José Ramos, conocido por todos como 'Pepe', se encontraba como profesor y capellán de la Universidad. Aún recuerdo cuando nos hablaba desde el corazón, ¿Es que se puede dejar a alguien atrás en el camino sinodal? Él trataba de contar con todos"

"Si el caminante ( ahora se habla mucho de sinodalidad) tiene confusa la meta, el caminos será incierto. Vosotros teníais el camino firme y la meta definida: La Resurrección. Nos vemos en el cielo"

Corría el año 2002 (Salamanca como Capital Cultural de Europa) cuando inicié la Licenciatura en Teología Dogmática junto a otros compañeros, que ahora son profesores de la Universidad Pontificia de Salamanca como D. Emilio de Justo (especialista en Soteriología).

Por entonces, D. Santiago del Cura Elena era profesor de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca (Junto a otros grandes profesores como Xavier Pikaza u Olegario González de Cardedal) y de la Facultad de Teología del Norte de España en Burgos (un semestre lo pasaba en Salamanca y otro en Burgos).

Era además miembro de la Comisión Teológica Internacional, elaborándose ese año un documento sobre la evolución histórica del diaconado, (COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, El diaconado: evolución y perspectivas, trad. de Santiago del Cura Elena, BAC, Madrid 2003, 150 pp.) Documento que al día de hoy seguimos trabajando, y careciendo de consenso unánime entre los estudiosos a la hora de abrirlo a las mujeres. Lo cierto, es que, después de 20 años, la realidad sacramental del diaconado sigue siendo un tema necesario, urgente de reflexión, y puesta en marcha en todas las Diócesis.

Si en algo destaca D. Santiago del Cura, aparte de todo su bagaje académico (difícil de concretar por su extensión), es que en su persona se encarnaban los matices de una sinodalidad tan actual en nuestros días.

Sinodalidad en su Iglesia particular de Burgos, donde él siempre se manifestó como sacerdote diocesano con una entera disponibilidad (Ser sinodales es, por tanto, seguir juntos el “camino del Señor” (Hch 18,25) tanto en la iglesias local, como en la Iglesia Universal).

En correcciones de la tesina, por noviembre y con frío burgalés, siempre te recibía con una acogida entrañable, interesándose por toda tu familia y como habían ido el mes de clases en Salamanca. Conocernos y reconocernos como hermanos. Escuchar y acoger con corazón de corresponsabilidad.

Francisco
Francisco

Otro matiz de la sinodalidad en su persona era dialogar con la Iglesia y la sociedad. Este camino eclesial -académico, al que nos quiere llevar el Papa Francisco, se abre con la bisagra y la “regla” del fundamento teológico- pastoral del diálogo abierto; como la herramienta de la razón que piensa el mundo y fortalece el conocimiento. La razón en diálogo como fe buscando la Verdad, en un tiempo de posverdad.

El diálogo es eso, palabras cargadas de veracidad, que se expresan mejor en un lenguaje teológico-social no manipulable (de ahí la necesidad de la formación que D. Santiago apoyaba siempre acompañando tesinas de licenciatura y Tesis Doctorales, además de sus innumerables conferencias y publicaciones).

Trastienda teológica la del diálogo que quiere llegar a poner palabras a un discurso crítico, que resista el rigor discursivo público de un post-secularismo acuciante y un relativismo práctico presente, que invita a una debilidad que puede fracturar seriamente la comunión. Frente a todo ello en palabras de X. Pikaza, a Santiago del Cura, “Le han interesado de un modo especial los temas vinculados al sentido de Dios, la vida eclesial y la escatología cristiana y ha puesto de relieve la trascendencia de Dios”. Fundamentando así, el camino dialógico de la sinodalidad.

Su interés por la escatología, hízo que mi tesina de Licenciatura versara sobre “el Binomio Inmortalidad del alma y Resurrección en J. Ratzinger, Ruiz de la Peña y M. Kehl”. A través de estos autores intentaba defender la inmortalidad del alma como premisa ineludible de la Resurrección.

El hombre en cuanto creación de Dios le atañe una forma de relación que implica la inmortalidad. Cuantas conversaciones y clases magistrales de escatología, donde decías que la fe cristiana siempre espera, por tanto, en una victoria sobre la muerte y la teología tematiza esa esperanza con ayuda de dos categorías: la inmortalidad y la Resurrección.

Hemos sido creados para la Gloria, (así nos recordaba la solemnidad de la Asunción de este 15 de agosto de 2022, día en que tú nos dejabas). Para glorificar a Dios en nuestras vidas, vaciándonos de nosotros mismos y no correr el riesgo de vanagloriarnos. Qué bien lo entendieron D. Santiago del Cura y D. José Ramos.

Ramos, conocido por todos como “Pepe”, se encontraba como profesor (impartiéndome un seminario sobre historia del arte) y capellán de la Universidad. Esta última responsabilidad le hacía cercano a todos los alumnos y pronto en acogida y escucha. Escuchar, dejarse interpelar por el otro, como primer paso para un camino dialogal, bajo la senda de la alteridad, era el tejido sobre el que se revestía siempre.

Aún recuerdo cuando nos hablaba desde el corazón, del centro de transeúntes del que fue su fundador. Llegando a organizar algunas salidas como Capellán de la Universidad con el grupo de pastoral universitaria. ¿Es que se puede dejar a alguien atrás en el camino sinodal? Él trataba de contar con todos, Todos, también los pobres, los marginados, los que la sociedad descarta, aunque esto parezca difícil o utópico. Y esto es importante: que las miserias de uno puedan surgir en el diálogo, sin justificaciones.

Si el caminante ( ahora se habla mucho de sinodalidad) tiene confusa la meta, el caminos será incierto. Vosotros teníais el camino firme y la meta definida: La Resurrección. Esta es, para Jesús una nueva e íntima relación vital que Él establece con el Padre; y para vosotros Santiago y José, la participación plena en la vida eterna otorgada y personificada en el Hijo. Nos vemos en el cielo.

Resurrección

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