Los Caminos del apóstol son de peregrinación y ayuda mútua, no de guerra Santiago jamás fue 'Matamoros'

Santiago
Santiago

A los templos, capillas, ermitas y catedrales de los Caminos de Santiago, algunos ya Patrimonio de la Humanidad y otros a punto de serlo, les sobran imágenes de “Santiago Matamoros.” No es de extrañar que un día decida la Unesco cuestionar tan honroso título

Los tiempos no están como para canonizar o re-canonizar a santos guerreros, y mucho menos,y blasfemamente, “en el nombre del Dios ” que se identifica y denomina Jesús. 

La de “Matamoros” jamás será tarea, ministerio, vocación y oficio de nadie, y menos de santos apóstoles y amigos de Jesús y de la humanidad.

“Descabalgar” o “bajar del caballo”, en este caso del mítico “Caballo Blanco”, Santiago, no hay otro que el conocido como “El Mayor”, quien junto con Pedro y Juan, fue uno de los discípulos predilectos de Jesús. Tal Santiago, conocido también como protomártir entre los apóstoles, lo fue por Herodes Agripa en torno al año 42 y a quien por más señas se le atribuye la evangelización de la Península Ibérica. Pasado el tiempo, aunque efectivamente presentes sus milagros y “milagrerías”, alcanzaría la suprema categoría de ser Patrono de España, ganado el título en muy discutida y fervorosa lid a la misma santa Teresa de Ávila.

Y el hecho-eje de esta reflexión jacobea, aprovechando la celebración del nuevo “Año Santo Compostelano”, es la reafirmación de que, fruto y consecuencia  de su universal recuerdo y actualización , de su condición guerrera  y caballeresca de su iconografía y Orden Militar, su imagen se desmontara  de su poderoso caballo. Despojado de atuendos y pertrechos guerreros, con inclusión de la espada y el cesto de cabezas de moros a sus pies, habría de exiliarse por los siglos de los siglos, de los templos en los que devotos y devotas le rinden culto y veneración.

Panoramica Catedral de Santiago de Compostela.
Panoramica Catedral de Santiago de Compostela.

Es de reseñar que tanto a unos como a otras, les emociona, les “santifica” y agrada en mayor medida espiritual y aún artística, verlo y reconocerlo como tal caballero triunfante, que como humilde y vulgar peregrino –“per agrum”-  por los camino hispano-romanos, sobre todo por el que conducía al “Finis Terrae”, a orillas del “Mare Tenebrosum”, tan  misterioso y desconocido y, por lo mismo, pletórico de atracciones sublimes .

No hay duda de que la iconografía de carácter religioso evangelizó y evangeliza a muchos, con razones no solo artísticas, sino históricas,aureoladas de doctrinas y enseñanzas, que la misma jerarquía parecía empeñada en conservar  en las profundidades de la ignorancia y de los misterios, como si estas carencias pudieran  ser esenciales  o, al menos, beneficiosas para la religión verdadera.  

Por lo que respecta a la iconografía santiaguista, se llega fácilmente al convencimiento de que en la misma se han cometido -y cometen- los peores extravíos y desórdenes “divinos y humanos”, que puedan idearse. Enaltecer y montar a caballo, a perpetuidad, a un santo, amigo predilecto de Jesús, con la espada en la mano y acompañado de los más aguerridos caballeros de la historia civil y eclesiástica, "en el nombre de Dios”, y actuar en consecuencia y sin piedad alguna, además de anticristiano, es antihumano por todos sus costados y más  si se intercalaron en su ejecución las indulgencias parciales o plenarias.

Un pobrecito pescador de bajura, por muy Zebedeo que sea y por muy “Hijo del Trueno” que le apoden algunos, con referencias indecisas a la escena narrada en el capítulo nueve del evangelio de Juan, jamás podrá afrontar tarea y misión encarnizada y feroz, y en contra y contradicción de lo aprendido y vivido de su amigo Jesús.

A los templos, capillas, ermitas y catedrales de los Caminos de Santiago, y de sus alrededores, unos ya “Patrimonios de la Humanidad” y otros a punto de serlo, les sobran imágenes de “Santiago Matamoros.” Les sobran -¡y de qué manera¡-, que no es de extrañar que un día decida la Unesco cuestionar tan honroso título, de no acceder los rectores de sus templos a enclaustrar tales imágenes en los museos, lejos de la vista y veneración del pueblo fiel y devoto. Los tiempos no están como para canonizar o re-canonizar a santos guerreros, y mucho menos,y blasfemamente, “en el nombre del Dios ” que se identifica y denomina Jesús.

Solemnidad de Santiago apóstol
Solemnidad de Santiago apóstol

Santiago y sus Caminos lo son de peregrinación. De ayuda mutua. De contemplación de la naturaleza y de las estrellas, de las que la más luminosa de todas es conocida y bautizada precisamente con su propio nombre desde las profundidades de Europa itinerante. El de Santiago, como el de otros caminos, lo es de respeto. De esperanza y esperanzas de llegar al destino previsto, aunque sea, se llame y esté nada menos queen el “Finis Terrae”. Es Camino de hospederías, hospedajes, tiendas de capaña y hospitales. De saludos y de despedidas. De samaritanos y samaritanas. De cánticos, “¡ultreyas¡” y “¡hosannas”, con estaciones con nombre del” Monte del Gozo”, anticipo veraz del “Pórtico de la Gloria” que labrara el Maestro Mateo y del incesante incensario con el sobrenombre purificador de” botafumeiro”.

Con claridad, caridad y justiciar, es imprescindible lograr cuanto antes que los practicantes de los Años Santos, y más del Compostelano, se comprometan más efectivamente con la paz, el servicio, la armonía y la piedad, como “santo y seña”, de religión y civismo. De no ser así, las ceremonias, los ritos y aún la “compostelana”, carecerían de sentido.

La de “Matamoros” jamás será tarea, ministerio, vocación y oficio de nadie, y menos de santos apóstoles y amigos de Jesús y de la humanidad.

Volver arriba